Especial 200,000.

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Comencé a correr por el estrecho pasillo, para encontrarme con una pared que no me dejaba seguir. No entiendo, por todas partes hay paredes, estoy encerrado.

Madre mía…─ Murmuré con una mano en la frente.

Miré a mí alrededor. El único camino que podía seguir era, nuevamente, el mismo por el que había venido. Me di la vuelta rápidamente y comencé a correr de nuevo. No tengo salida alguna y lo peor es que ni siquiera sé dónde estoy. Soy demasiado especial. Bueno, tampoco sé cómo terminé aquí así que no me debía echar toda la culpa a mí mismo.

Volví a lo que suponía sería el punto central del lugar en el que estaba. Era una especie de laberinto, de paredes de piedra con enredaderas de un color oscuro. Bueno, en sí el lugar estaba oscuro. El suelo solo era pura hierba con algunas rocas, ya varias veces me había tropezado con ellas y me había caído.

¡Ostras Julián!─ Escuché la voz de Willy.

Alto… ¿Willy? ¿¡Willy!? ¿¡GUILLERMO!?

¡Willy!─ Grité llamándole, pero volví a escuchar esas vocecitas que hacía cuando jugaba, sin siquiera prestarme atención. ─¡Guillermo! ¿¡Dónde estás!?─ Volví a gritar, ésta vez llamándole por su nombre.

Tío, a ver, pero es que eres tonto.─ Escuché luego a Alexby.

¡Alejandro!─ Grité, llamándole, pero tampoco recibí respuesta de su parte.

Los tonos que ambos tenían al hablar no parecían alterados ni nerviosos. ¿Pero qué hacían ellos en un lugar como éste? Y aparte hablando con tanta normalidad. Comencé a seguir sus voces lo mejor que podía, pero cada vez cambiaban de dirección. Cuando por fin las voces “se decidieron” a ir por la derecha, yo opté por ese camino, y terminé en un pasillo sin salida, es decir, con otra pared. Me pasó lo mismo una vez más. Y otra más.

Suspiré. Nunca los encontraría si seguíamos así. Me di la vuelta para tomar otro camino, y justo en el pasillo que había paralelamente al que yo había entrado, había una especie de cuadro, rodeado por enredaderas de rosas rojas. Y ahí dentro estaban ellos, sentados en un sofá, al parecer en una estancia, jugando a un videojuego.

¡Chicos!─ Dije levantando los brazos, esperando que me escucharan. ─¡Eh! ¡Chicos! ¡Estoy aquí, coño!

No me escuchaban, era como si yo no estuviese ahí. Corrí hacia ellos, pero poco a poco me iba acercando, mi silueta iba apareciendo en el cuadro. Al estar lo suficientemente cerca, golpeé un poco el cuadro tratando de llamar su atención, cayendo en la cuenta de que era una especie de cristal.

Chicos, ¿Pero qué hacéis vosotros aquí?─ Pregunté, sonriendo un poco.

Sentía cierta felicidad por no estar solo. Pero esa felicidad se desvaneció segundos después, cuando no recibí ninguna respuesta de parte de alguno.

Tío, hagamos una apuesta, si te gano me compras un helado y si tú ganas te compro uno yo a ti.─ Propuso Alejandro, mirando a Guillermo con insistencia.

Trato hecho.─ Respondió él.

No entendía por qué no me hacían caso, estaba ahí mismo, ¿Por qué no me escuchaban? Tampoco entendía por qué estaban dentro de un cuadro, ¿Será que por eso no me escuchaban?

Será cosa del destino. | Rubius y tú |Where stories live. Discover now