Capítulo 48. La vuelta a Madrid.

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Pasamos el último día con su familia. Todo había acabado, teníamos que volver a la realidad. Y allí estábamos, con las maletas, delante de ese enorme avión con rumbo hacía Madrid. Realmente no quería irme, quería quedarme allí más tiempo. Y pensar que no quería ir...

-¡Adiós! - Los saludé por última vez. Ya nos habíamos despedido antes.

Él me cogió de la mano, dejamos nuestras maletas y subimos al avión. Yo me había sentado al lado de la ventana.

-Esta vez no me dormiré. - Sonreí.

-Pues yo sí. - Soltó un bostezo.

Esas fueron las últimas palabras que oí, después cerró los ojos y se durmió. Saqué un pequeño libro de mi bolso. Lo llevaba conmigo a todas partes ya que nunca conseguía acabarlo, y ese era el momento perfecto. Amaba leer en el orfanato, al lado de la ventana los días lluviosos. Oír la lluvia, meterme bajo la manta y robar una taza de chocolate caliente de la cocina, que es más difícil de lo que pensáis. Me encantaban los libros de amor, en los que todo salía bien. Conseguían hacerme pensar, pensar en que algún día encontraría a mi ''alma gemela'', miré a Rubén y sonreí. Después quité ese pensamiento de mi cabeza y comencé a leer.

*****

-Ey, ya estamos. - Sonreí.

-¿Eh? Ah, vale. - Se incorpora. - Vamos. - Sonríe.

Ambos salimos del avión y recogimos nuestras maletas. Al bajar ya se podían oír a las personas hablar en español. En parte me tranquilizaba oír mi lengua materna, comprendía lo que decían y no me ponía nerviosa, en Noruega a menudo oía a la gente hablar por la calle y me ponía de los nervios, no me importaba lo que decían pero me frustraba no entenderlos. 

Desde el aeropuerto cogimos un taxi para volver a casa.

-Dios... - Bostecé y estiré mi cuerpo - Tengo mucho sueño.

-¿Por qué no has dormido?

-Porque terminé esto. - Señalé el libro - Llevo como un año intentando acabarlo, y lo he conseguido. - Sonreí satisfecha.

-Que pérdida de tiempo... - Bufé al oír eso.

-Pues como dormir. - Contesté.

-Lo que tú digas...

El resto del camino fue más o menos silencioso. Aunque teníamos el cinturón puesto, él me abrazaba mientras yo apoyaba mi cabeza sobre su pecho. Me acariciaba el pelo. Se estaba bien así, pero ya era hora de bajar.

-Gracias. - Le dice Rubén al conductor y le paga.

Me cogió de la mano y entramos al edificio. Subimos al ascensor, que para nuestra suerte ya estaba en el bajo.

-¿Y nuestro paseo hasta el piso número doce? - Pregunté irónicamente.

-Tendrá que esperar hasta otro día, aunque me encante pasear contigo en ascensor quiero llegar a casa. 

-Pues que pena...

-Tengo que llamar a Mangel, tiene secuestradas a mis pobres gatitas. - Suelta él de golpe.

-Ya me preguntaba yo donde estaban.

-Bueno, no las podía dejar solas en casa, son listas pero no tanto... - Solté una leve carcajada al oír eso, bajamos del ascensor y fuimos a nuestros pisos.

-Bueno, mañana nos vemos.- Sonreí y le di un corto beso.

-¿No vas a dormir conmigo? - Hizo un puchero.

Será cosa del destino. | Rubius y tú |Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz