Capítulo 41. Una petición inesperada.

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Abrí los ojos con dificultad y miré el reloj, las dos de la tarde. Intenté levantarme pero no podía, un brazo me lo impedía, era el brazo de Rubén. 

FlashBack:

Los dos fuimos al balcón que hay en mi habitación a mirar como caía la nieve. Él me abrazaba en todo momento, estaba tranquila, me sentía segura. Al pasar allí un buen rato volvimos a mi habitación, se tiró encima de mi cama.

-Se está haciendo tarde, ¿no deberías irte a casa? - Pregunté.

-¿Quieres que me vaya? - Preguntó Rubén de vuelta.

-No, claro que no. 

-No me puedo ir, aún estarán de fiesta, he mandado un mensaje diciéndoles que no iba a ir hasta las tantas de la mañana, aún son las diez.

-Lo sé. ¿Qué haremos hasta entonces?

Me agarró por la cintura y me tiró en la cama, a su lado. Volvió a besarme.

-Rubén... 

-Tranquila, no haremos nada que no quieras. 

-Lo único que quiero hacer esta noche es dormir.

-Vale, pues dormiremos.

Fin del FlashBack.

No quería despertarle, así que intenté apartar su brazo de encima de mi. Mi intento fue en vano ya que se despertó.

-Buenos días.- Dijo sonríente.

-Buenas tardes. - Le corregí.

-¿Qué hora es?

-Las dos y dos minutos. Levántate vago.

-Pero yo quiero quedarme aquí contigo. - Volvió a tirarme a su lado. 

-Ya, pero yo tenía planes hoy.

-¿Qué planes?

-Quiero ir al orfanato. 

-Bueno, te acompaño.

-¿Seguro? Te podría parecer un poco coñazo.

-Bueno... quiero saber de donde vienes.- Dijo, levantándose y agarrándome de la cintura.

Yo cada vez estaba más nerviosa. No éramos pareja. ¿Qué éramos? Me aparté de él y cogí algo de ropa del armario. 

-Como quieras.- Suspiré y me metí al baño.

-¡Puedes cambiarte aquí, no me molesta! - Se le escuchó desde la habitación.

Solté una carcajada. Me quité la ropa del día anterior y me puse la que saqué del armario. Me lavé mi cara y me maquillé un poco. Me peiné mi enredado pelo y me lo recogí en una coleta. Salí del baño, fui a mi habitación pero Rubén ya no estaba allí. Di una vuelta por toda la casa hasta encontrarle en la cocina, comiendo.

-Vamos, tenemos que irnos ya.- Le metí prisa.

-Espera, tengo que vestirme. - Dijo, con la boca llena.

-Pues venga, aquí dudo mucho que encuentres ropa que te entre.

-Ya voy...

Le di un mordisco a una tostada y le acompañé a su casa. Al entrar, dentro estaba lleno de vasos, platos y comida por el suelo. Y Mangel estaba en el sofá.

-¡Mahe! ¿Qué has hecho con mi casa? - Chilló Rubén.

-Que luego limpio coño ya. - Contestó él y siguió durmiendo.

Será cosa del destino. | Rubius y tú |حيث تعيش القصص. اكتشف الآن