Acabemos con esto... (Año 3 a. d)

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Gabriela

Ya no logro recordar si ganamos o perdimos el partido. Lo único que recuerdo es que ese día Sara y yo empezamos a conocernos mucho la una a la otra, teníamos bastantes cosas en común, entre ellas estaba el hecho de amar pasar el 80% del tiempo riéndonos de cualquier bobada, y el otro 20% hablando de cualquier bobada.
Cuando llegué a mi casa, empecé a pensar en la cantidad de cosas incómodas que iban a pasar con Gabriel ahora que estábamos intentando estar juntos. Eso había sido una mala idea desde el principio, y lo sé solo al ver que él tampoco sentía la necesidad de ser mi novio, así como yo no lo hacía con él. Luego, simplemente me quedé dormida esperando a que llegara el día siguiente. Necesitaba que Gabriel y yo habláramos de nuevo, no podía dejar que la amistad que ya habíamos construido se fuera al caño por creernos más grandes de lo que en realidad éramos.

Me desperté y el día inició igual a todos, tan aburrido como todos. Yo solo quería que la semana acabara rápido, pero a la vez quería que se pasara lento para poder tener tiempo de hablar con Gabriel y arreglar las cosas.
Tenía que reunirme también con Melisa y Carolina para hablar acerca del proyecto, y de paso decidir qué rayos íbamos a hacer. Era un conflicto eterno intentar ponernos de acuerdo, todas queríamos un tema diferente para basar el proyecto; y cuando por fin Carolina y yo estábamos a favor de un mismo tema, Melisa se rehusaba a hacer la PYP sobre eso.
Al final, mi mamá nos propuso hablar sobre Hellen Keller, lo cual a todas nos pareció viable y no tan difícil. Claro, teníamos que hacer entrevistas y bastante investigación, pero era un tema que nos gustaba a las tres.

El día se acabó y no había ni siquiera hecho el intento de comunicarme con Gabriel. Me daba pena por la amistad que estaba perdiendo pero... ¿A quién engaño? Ahora estaba ganando unas nuevas. Por esto, simplemente decidí dejar que la semana pasara sin preocuparme tanto por él, por lo que pasó o lo que podría pasar.
Los viernes me quedaba dos horas más en el colegio para entrenar basketball, y cuando llegué a la cancha me encontré con otras niñas de mi promoción como Mérida, Sara, Bella y otras más. En este momento se preguntarán qué tienen ellas de relevante en la historia (aparte de Sara, obvio), pero ya van a darse cuenta de que en realidad van a hacer gran parte de esta locura. Además de ellas, había una niña a quien realmente nunca notaba por mas de que estuviera en mi mismo curso, su nombre es Angélica. Solo lograba reconocerla porque la veía todo el tiempo junto a una amiga de Gabriel llamada Liza, pero nada más. Vi que estaba ahí parada en la cancha sin hacer nada, pero mi personalidad de panificadora compulsiva hizo que mi cuerpo se dirigiera directamente hacia Sara y las otras chicas. Lo siento Angélica, aunque no te quedarás atrás, lo sé.
Empezamos a entrenar, y mientras tanto hablaba con Sara de cómo nos había ido durante el día y todo eso. También me pude dar cuenta de que Bella y Mérida eran personas bastante... Sociables; ya las conocía desde antes porque en cuarto de primaria también estuve en la misma clase con ellas, pero sinceramente no les presté tanta atención.
Angélica solo jugaba con nosotras, pero no hablaba mucho así que eso le quitó puntos desde mi perspectiva, pues ya amo hablar y hablar...y hablar más. Además, ese entrenamiento era la mejor parte de los viernes y no lo iba a desaprovechar.
Al terminar, fuimos a la entrada del colegio para esperar a que el bus escolar viniera para llevarnos a casa. Mientras tanto, Sara sacó su iPod de la maleta y me dijo que nos tomáramos una "selfy", de inmediato me reí y le dije que en realidad se decía "selfie"; allí tuvimos una conversación como de una hora entera intentando demostrar como pronunciar la palabra correctamente, tan larga fue la discusión, que al final solo nos tomamos una foto y no salió tan linda que digamos. Así que Sara me dijo que el viernes próximo nos tomáramos otras más bonitas y las subiéramos a Instagram.
La ruta nos llevó a nuestras casas y llegó el fin de semana con todo su esplendor. Al día siguiente tenía que ir a la academia musical temprano, por lo que me acosté lo más temprano que puede alguien acostarse un viernes: 11 PM. Mientras me quedaba dormida, no pensaba en nada, mágicamente era como si Gabriel ya no existiera para mi.

Me levanté más o menos a las siete de la mañana para ir a clases de música, la verdad es que no me daba pereza, pero siempre estaba bostezando en las primeras horas. Empezábamos con técnica vocal, y todas esas cosas que se deben hacer para que básicamente tus cuerdas vocales no mueran en el intento de cantar. Luego, teníamos que ensayar diferentes canciones por varias horas hasta que estuviéramos cansados de repetir la misma estrofa como veinte veces. Finalmente, ensayar coreografías y practicar partituras con un profesor muy gordo y chiquito, que me caía bastante mal para ser sincera.
Volví a mi casa y me puse a aprenderme la letra de otras canciones, que tendría que cantar en la academia. Así, pasó mi fin de semana, sin ninguna novedad.
El lunes volví a intentar hablar con él... Pero algo en mí no me permitía que le expresara lo que realmente pensaba al respecto: Teníamos que dejar de ser tan tontos y salvar la amistad. Así que al final no le dije nada. El día se pasó volando como los días anteriores, y yo... No hice nada. Solo tenía que darle tiempo a él también, pero el problema es que no sabía si quería arreglar las cosas como yo, o si solo quería alejarse. Ay, con él todo siempre es tan difícil, hoy casi cinco años después, sigo pensando que toca tratarnos con mucho cuidado. Pero, la diferencia es que ahora sabemos qué hacer y qué no, mientras que en ese momento nos quedaba grande entendernos mutuamente.

El martes estaba totalmente decidida, tenía que enfrentar el problema, no iba a permitir que las cosas se arruinaran del todo. Llegamos a clase de arte y vi a Gabriel entrando junto a sus amigos. "Listo, qué estoy esperando" me dije mentalmente. Empecé a caminar a pasos de tortuga...todo era como en cámara lenta; cuando por fin iba a llamarlo, llegó María Paz y gritó mi nombre, me dí la vuelta al instante y me di cuenta de que tenía una bomba amarilla en la mano.
—¿Para qué es eso?— pregunté extrañada.
— Todas las niñas nos lo estamos pasando para escribir cuánto odiamos a los hombres... Jajaja.
— Ok... ¿Y eso porqué?
— Ay es que son tan tontos... Dale, escribe algo sobre él.— me dijo señalando a Gabriel con la mirada. Por un momento, consideré el hecho de hacerlo, pero... ¿Qué iba a escribir? La verdad no lo consideraba así de tonto como se suponía. Yo aún tenía la capacidad de pensar en él como el amigo que conocí unos meses atrás.
— No sé...es como raro hacer eso ¿no?
— Noo, solo hagámoslo y ya. No pasa nada.
— Yo...no... No creo.— dije mientras me alejaba lentamente de ella. Sin previo aviso, caminé hacia Gabriel y con toda la rabia acumulada le dije "esto estuvo terrible, mejor solo...", él me miró directamente a los ojos por primera vez desde hace mucho tiempo. "Terminemos" gritamos al mismo tiempo; me reí para mi misma y me volteé sintiéndome victoriosa. Tal vez esa era la mejor opción, aunque ahora sabía que esa amistad que tuve alguna vez con él, definitivamente se había ido a la m***da.
Este si que fue el inicio de un drama más. Porque, literalmente Gabriel y yo no volvimos a hablarnos hasta casi un año después. Pero, tranquilos, porque durante ese año a ambos nos pasaron otras locuras por separado. Esto no acaba aquí, créanme.

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