Después de haberlo pensado mucho, he decidido plasmar mis sentimientos hacia ti. Ya sé que no te importan, y quizá ni te molestes en leer las líneas que escribí, pero creo que ya es tiempo de que lo haga. Jamás te confesé lo que de verdad sentía, ya...
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Era un viernes por la noche, había terminado mis deberes académicos y estaba sentada en el comedor mientras perdía el tiempo buscando tonterías en internet. Mi teléfono sonó y vi que tenía un mensaje, abrí la aplicación y juro que mi estómago se sacudió, ¡era un mensaje tuyo!, Dios, casi me matas de la sorpresa, pero tan pronto como me hablaste, me ignoraste. Que estupidez, ¿cómo creía que sería diferente?, ¿a qué estábamos jugando?, ¿querías comprobar que seguía ahí para ti? ¡Como desearía poder llamarte en estos momentos, para que me dijeras que querías de mí y porqué seguías destrozando mi corazón!
