Después de haberlo pensado mucho, he decidido plasmar mis sentimientos hacia ti. Ya sé que no te importan, y quizá ni te molestes en leer las líneas que escribí, pero creo que ya es tiempo de que lo haga. Jamás te confesé lo que de verdad sentía, ya...
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El último día de clases decidí hacerte una carta, no específicamente de amor, porque ese no era mi objetivo, la había escrito para desearte mucho éxito, y que esperaba te fuera muy bien, porque en verdad, quería cosas buenas para ti, eran palabras sinceras que quería que leyeras. Terminaron mis clases e inmediatamente salí a buscarte, tal vez sería la última vez que lo haría. Me acerqué a ti, me saludaste sonriente, te dije que tenía algo que darte, así que te pedí que extendieras tus manos hacia mi, estaba tan nerviosa pero junté valor y te entregué la carta, junto con un chocolate. Estabas un poco sorprendido pero la aceptaste y me diste un abrazo, yo gustosa lo correspondí, también quería darte uno, el último y el único que te daría.
Quisiera haberte dicho más cosas, que iba a extrañarte, que aunque no fuéramos tan amigos y no te conociera tanto, sé que eras una buena persona, que aunque yo nunca fui especial para ti, tú sí lo fuiste para mí y que así sería siempre.
