—Nada —Sonrió para sí mismo.

—¿Nunca te han enseñado que eso es lo peor que le puedes hacer a alguien? ¿Qué era? —Fruncí el ceño y soltó una carcajada.
Se mantuvo callado.

Giró el coche en la rotonda y fue recto hacia el pueblo de Margo.
Las calles estaban vacías como de costumbre en aquellas zonas tan rurales.

—No era nada, ternurita.

Frenó enfrente de una casa de tamaño normal, sus paredes eran de un amarillo claro y unas baldosas blancas formaban el camino hacia la puerta principal.
No hizo falta llamar al timbre; la pelirroja estaba saliendo por la puerta.
Nos miró sorprendida desde la entrada; llevaba unos vaqueros largos con una camiseta de tirantes con flecos, a medida que se acercaba podía ver su maquillaje con detalle, llevaba una base ligera y brillo de labios, se había alisado su cabello pelirrojo; cosa que, por cierto, nunca hacía.

Suspiré cuando entró al coche, su intensa colonia había invadido el aroma de Derek e inconscientemente quise echarla del vehículo; pero no lo hice.

Observó a Derek con curiosidad.

—Derek, ¿No?

—Ya nos vimos antes, Margarita.

—Margo —Le corrigió para después fruncir los labios— ¿Cómo es que vienes con nosotras?

—Porque quiero, puedo y hago de chófer.

La pelirroja no respondió, simplemente dejamos los tres que el silencio envolviera el ambiente.

Gracias a las indicaciones Margo conseguimos llegar al local.
Tenía unas luces de neón rosas, verdes y amarillas; la música se escuchaba desde fuera.
No había un hombre de seguridad que custodiara la puerta, simplemente un cordel rojo quitado y la entrada libre.

Algunas personas estaban apoyadas en la pared del bar/discoteca fumando y comentando alguna que otra cosa.

Me sentía como una adolescente normal y corriente, aquella sensación era fantástica y se multiplicó por mil al entrar al lugar.

Un hombre con una lagartija tatuada detrás de la oreja nos saludó.
Tenía la tinta algo corrida, seguramente se lo había hecho hace años.
La serpiente de Derek era mucho más detallada, con el cuerpo del animal enrollándose en su tronco, tan realista que parecía saltar en cualquier momento de su piel hasta tu yugular.
Deseaba acariciar con las yemas de mis dedos cada milímetro de tinta, desde sus abdominales hasta su espalda.
Mierda, Sam, concéntrate.

El olor a alcohol se metió en mis fosas nasales y todo el gentío me obstaculizaba observar la oscura zona solamente iluminada por luces de colores en las esquinas, a lo lejos la barra del bar tenía focos azules que hacían destacar el cabello cabello del chico que estaba sirviendo copas y dando sonrisas a cada chica que babeaba por él.

—Qué olor a vómito —Comentó Margo arrugando la nariz.

—Estamos al lado de los baños —Respondió el pelinegro recolocándose la camiseta y acomodándose el cabello, observaba el bar buscando algo que hacer, con sus labios entreabiertos y relamiéndoselos de vez en cuando.

—Me voy a ver si tienen cosas interesantes aparte del sexy camarero —Murmuró la pelirroja dejándonos solos y por primera vez no me molestó que se fuera.
Caminó deprisa hasta perderse entre la gente.

Suspiré y miré a mi alrededor hasta caer en la cuenta de una cosa.
Un par de chicas con las copas de la mano miraban con desdén al pelinegro, comentando cosas por lo bajo y consiguiendo que mi sangre hirviera decidiendo intervenir.

Llámame Derek [ANULADA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora