[12] *

3.7K 306 73
                                    

Repasé la plancha por mi cabello cuidadosamente a la vez que mis ojos analizaban cualquier posible imperfección en mi rostro, no solía maquillarme así que mi práctica era nula.

De fondo, rompiendo el silencio, el agua caía en el plato de la ducha.
Derek aprovechó que tenía que arreglarme para poder lavarse y no me pareció mala idea en su momento.
Claro que no contaba con que estaría comentando e intentando desanimarme para que no fuera a la cita.

¿Podía considerarse una cita acaso?

—Ternurita, pásame la toalla —Dijo el antes nombrado sacando un brazo de la cortina azul marino, las gotas de agua iban besando su piel hasta que la gravedad hacía que cayeran al suelo y se unieran en pequeños charcos repartidos por las baldosas.

Me acerqué y le tendí una toalla del perchero sin molestarme en siquiera observar su extremidad por mucho tiempo.

Salió de la ducha con la toalla aterciopelada enrollada en su cintura hasta sus rodillas y me fijé en el gran detalle de su torso.

Un tatuaje, pero no uno cualquiera, sino el de una serpiente de cascabel enrollada en él, estaba compuesto por una tinta grisácea y algún que otro detalle verde cloaca, el rostro de la serpiente se posaba en unos centímetros por debajo de su pecho, sus ojos parecían audaces y me sentí una presa para aquel conjunto de tinta.
Tenía una mirada tan vivaz, tan cargada de fuerza y real que parecía que iba a saltar en cualquier momento para atacarme la yugular mientras su cascabel retumbaba en mis oídos.

Derek sonrió
—Veo que te ha gustado conocer a Marilyn.

—¿Has llamado a tu propio tatuaje Marilyn? —Se encogió de hombros y reímos— ¿Cómo es que no lo has mostrado hasta ahora?

—No voy quitándome la camiseta por ahí para enseñar un tatuaje, y también pensaba que eras la típica doña perfecta y enemiga de cualquier dibujo en la piel.

Alcé una ceja escéptica, ni de lejos era así, pero decidí dejar la conversación, iba a llegar tarde si me entretenía más tiempo hablando con Derek y sus intuiciones pésimas.

Cuando me acerqué a la puerta se sobresaltó
—Tengo que vestirme —Comentó

Golpeé el dedo índice contra mi muñeca para que supiera que debía darse prisa.
Realmente era molesto tener a un delincuente que parecía un compañero de piso secreto, a veces incluso se me olvidaba que estaba escondido (medianamente lejos) de la propia civilización.

Era una sensación agridulce, algo que si pensabas no te entraba en la cabeza, ¿cómo podía llevarme más o menos bien con él?
Esa era la pregunta que más me repetía, no sabía del todo quién era, no conocía su historia y él tampoco la mía.
Entonces, ¿era la ignorancia la que nos unía? ¿Era ella la que conseguía que conviviésemos sin saber casi nada del otro?
Y de nuevo, no había respuesta, solo un agujero negro que me inquietaba, odiaba no tener respuestas, pero sobre todo, odiaba no saber el cómo obtenerlas.

—¿Has terminado? —Dije girando el cuello ya cansada de esperar, pronto iba a llegar Trent y no estaba lista.

Craso error.
—No —Negó y observé su cuerpo tapado solamente con unos boxers verdes, en su espalda seguía el tatuaje de la serpiente enrollada, tan bien hecho que podía contarse cada escama.
Sus músculos se marcaban más a medida que se ponía los pantalones y unos pequeños lunares estaban repartidos por toda su piel, nunca hubiera podido imaginar que unos lunares hicieran tan atractivo a alguien.

De nuevo giré el cuello hacia la blanca pared.
Blanco es sinónimo de pureza, justo lo que me faltaba, ¿a quién se le ocurre mirar antes de preguntar?
Solo a mí, y aunque las vistas no me hubiesen decepcionado, tenía principios y uno de ellos era no observar a gente semidesnuda.

Llámame Derek [ANULADA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora