[13] *

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—¿Derek? —Titubeé, llevaba las manos metidas en los bolsillos y de su pulgar colgaba unas llaves, no podía ser, él no tenía coche, ¿No?
Nunca demostró tenerlo, era totalmente imposible.

—Sí, gracias por recordarme cómo me llamo —Respondió con una voz cargada de sarcasmo— ¿Qué cojones haces aquí?

—Vine con Trent.

Entreabrió los ojos, se notaba en su reacción que se había dado cuenta de algo que yo no, y la curiosidad mató al gato pero...

—¿Qué ocurre?

—Te has ido con un puto loco de la carretera —Fruncí el ceño— ¡Te dije que conocía a Trent! ¡Intenté convencerte para que no te fueras con él!

¿Loco? Un escalofrío me recorrió la espalda, ¿qué ocurría?

—Son carreras de coches —Susurré para mí misma.

¿¡Me había llevado a carreras ilegales!? Era tan tonta que ni había caído en ello, tanto que me comía la cabeza y al final no me había dado cuenta de lo más sencillo.
Aunque eso significaba que Margo sí que lo sabía, y claro, en ella no resultaba raro, llevaba la palabra osadía escrita en la frente pero, ¿y yo? ¿Qué iba a hacer aquí?
En ese momento me quedé en un estado de shock que, la verdad, me resultaba más cómodo que enfrentar la realidad.
Mi mente no lo asimilaba, era como una bola de acontecimientos que quería entrar en mi cabeza.

Una duda trepó por mi garganta.
—¿Tú compites? —Asintió y señaló un vehículo en otra zona de aparcamientos, un coche negro con los cristales de atrás tintados de morado oscuro.

Mi corazón latió contra mis costillas, era una sensación aterradora; sentir e incluso llegar a imaginar tu corazón estrujándose con cada latido, cargando sangre y provocando ese sonido que muchas veces nos relaja.
Pero yo no estaba relajada.

—Tranquila, respira —Murmuró Derek, su cabello oscuro ya estaba seco y sus ojos verde y azul parecían transmitir paz sobre los míos grises.

Mi cabeza iba a explotar, y otra pregunta salió a flote: Si tenía dinero para un coche como ese, ¿por qué compartía cuarto conmigo? ¿Por qué no alquilaba un piso con sus ganancias?
Quizá para mantenerse alejado de todo, no lo sabía.
No sabía nada de él, solo su nombre, también el dolor mezclado con melancolía que traía su mirada.

—Samantha —Se acercó a mí con el ceño fruncido— Tranquila, ¿vale? No es un lugar tan malo, y me tienes aquí.

Asentí repetidas veces, en el fondo culpándome de ser tan asustadiza, tal vez era la tensión de todo el asunto, de un momento a otro había pasado de estar con Trent en su coche a estar con Derek en un lugar de carreras ilegales.

Qué vueltas da la vida, sí.

—Llévame a casa, por favor.

Chasqueó la lengua y tomó una bocanada de aire.
—Tengo que competir, puedes quedarte entre el público, de verdad que no tardaré mucho.

Bufé, había hecho todo mal, tendría que haber pedido a Trent que diese la vuelta y haberme refugiado en mi dulce y precioso hogar.
Sin duda estaba muy desesperada por tumbarme en mi cama y arroparme hasta la barbilla.

Caminamos uno al lado de otro, a un ritmo lento, con la música de fondo que, además, era una canción de Eminem.

—¿No será peligroso? —Pregunté de repente consiguiendo una pequeña mirada de reojo por parte del pelinegro.

—Si te refieres a si la policía puede venir aquí: no, es imposible, este lugar está tan apartado y protegido de todo que entrar sería algo demasiado complicado —Respondió y carraspeó— Bueno, solo vinieron una vez pero Byron les sobornó para que se mantuvieran lejos de la zona, no hay mucha seguridad.

Llámame Derek [ANULADA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora