→Capítulo 8← NO APTO

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El menor tragó saliva, y es que su cuerpo comenzaba a enardecerse, cada zona por la que Zoro pasaba sus manos hervía.

- No... no puedo respirar - jadeó en respuesta, absolutamente desorientado, incapaz de distinguir entre arriba y abajo -. Zoro...

Rogó.

Pero este no contestó, simplemente se limitó a resoplar junto a su oído, relamiendo sus labios con picardía. Y es que no importaba cuantas veces le oyera quejarse, eso sólo aumentaba su desesperación.

- ¡Nng! - nuevamente fue sacudido por ese tirón bajo su estómago, esa sensación tan extraña volvía, causándole náuseas, o eso imaginaba él, dado que era un padecimiento que jamás había experimentado antes, ¿en qué momento se había convertido en alguien tan sensible? Ya casi ni podía contener el aire en sus pulmones, le abrasaba la garganta a cada jadeo; su mente se nublaba, y era justamente aquella niebla la que se extendía por todo su cuerpo, imposibilitando el respirar.

Era una lucha constante por un poco de oxígeno.

Estaba siendo consumido.

El peliverde sonrió, deslizando sus manos por el pecho de Luffy de manera ascendente, empujándolas contra su pecho hasta llegar a su clavícula, reconociendo segundos antes la delirante dureza de sus pezones rozarse contra las palmas de sus manos, enviando leves cosquilleos por todo su cuerpo.

Jadeó.

Maldición, eso comenzaba sentirse demasiado bien.

Reconoció para sus adentros, encerrando la barbilla de Luffy entre su dedo índice y medio, logrando que moviera su cabeza hacia un lado, dejando en bandeja de plata la suave piel de su capitán ante él.

- ¿Ahora como se supone que podré detenerme? - murmuró sobre el cuello del menor, forzándole a apretar los dientes.

- Zoro - masculló en voz baja, cerrando sus ojos al percibir los húmedos labios del mismo hacer contacto contra su cuello -. Algo va mal.

Nuevamente aquel tirón le hizo ponerse rígido.

- Te advertí que esto sólo sería el principio - Depositó un breve beso en aquella zona, sonriendo de lado al sentir los músculos de Luffy endurecerse -. Te enseñaré lo que son "las cosas que hacen los enamorados" recuerdo que estabas muy interesado en el tema... - Deslizó sus grandes y ásperas manos por el pecho de Luffy, simplemente que esta vez descendía, aumentando la desesperación de su nakama.

- ¡Zoro!

Jadeó con más fuerza, se estaba quedando sin energía, era como si aquellas manos estuvieran absorbiendo su poder, dejándolo totalmente indefenso.

¿Cuando había sido la última vez que se había sentido tan débil?

- Tranquilo - la voz de Zoro llegó hasta sus oídos, y a pesar de tenerle justo detrás, se sintió lejana, notando aquel tono sucio tan impropio de él, confundiendo sus emociones al respecto -. ¿Ves? Justo aquí...

Se las arregló para zafarse de los dedos de Zoro, deseando ver a lo que se refería.

Bajó la mirada.

- Está completamente duro.

El menor abrió los ojos de par en par.

En el tiempo que llevaba de vida, jamás le había ocurrido algo semejante, ¿acaso se había enfermado?

- ¿Qué está ocurriendo? - Tragó con dificultad -. ¿Por qué...?

Un extraño sonido salió de su boca, encendiendo su rabia, detestaba no tener control sobre su cuerpo. No le estaba gustando nada.

NO LEER, EN EDICIÓN MASIVA + CONTINUACIÓN ATRASADA EN CURSO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora