23° El mejor regalo

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—El concepto es la degradación de la juventud. La adolecente que se cree adulta por andar ebria.

—¿Gracias? —pregunto sarcástica.

—¿Recuerdas cuando llegaste ebria y luego me diste un discurso de por qué eras una niña buena? Algo así. Ahora apóyate en el marco de la puerta y juega con el chupete. Diciéndome "soy una niña buena, aunque llegue ebria a casa".

Debería indignarme e insultarle, pero de mala manera apoyo mi espalda contra la parte izquierda del arco previo a la puerta de metal y lo observo desafiante.

—Genial. Mírame con odio —él lo está disfrutando y de pronto yo también.

Diez fotos más tarde ya solo hago el tonto posando de todas las formas posibles. Matías se ríe, me da alguna indicación y no deja de disparar.

Cuando creo que ya no hay otra forma en la cual colocarme, me acerco a arrebatarle la cámara

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Cuando creo que ya no hay otra forma en la cual colocarme, me acerco a arrebatarle la cámara.

—Me toca —le digo—.Prometiste que me enseñarías.

—Está bien —dice rendido y empieza a señalarme las partes de la cámara—.Este es el obturador y este el diafragma. La fotografía es luz, a mayor luz y tiempo de exposición, mayor nitidez, por eso es importante el uso del diafragma y el obturador. A mayor diafragma, menor velocidad...

—Ya —lo interrumpo, no estoy entendiendo nada, solo quiero fotografiar— .¿No puedes ponerlo en un modo automático y ya?

Pone un gesto como si lo estuviera insultando.

—Para qué me molesto. Ten, solo dispara y ya. —Me la entrega y me obliga a colocarme la correa detrás del cuello. Seguro piensa que soy tan torpe que puedo hacerla caer.

—Tírate el suelo —le ordeno—. Este será mi concepto: Lo patético que se ve un joven ebrio en la calle después de una noche de farra.

Matías se sienta en la acera y se recuesta contra la puerta, parece que estuviera dormido, con su gorro tapándole hasta la mitad de los ojos.

—Tírate como si estuvieras borracho de verdad. Ahí pareces un niño bonito que duerme la siesta.

—No es mi culpa ser bonito hasta de ebrio.

Tomo la primera fotografía y luego él se acomoda de estómago entre las latas. Vuelvo a disparar y ahora soy yo quien da indicaciones y Matías quien modela para mí. Igual que yo después de un rato se suelta y hace el tonto, bebe la cerveza y simula estar más ebrio, pero sigue viéndose muy bien.

—No te embriagues de vedad —le digo cuando termina de tomarse la segunda lata. Se apoya contra la puerta y de pronto cae hasta adentro. Henry está de salida y nos mira confundido.

—¿Qué están haciendo?

Su voz autoritaria me sobresalta y sin querer suelto la cámara, suerte que estaba colgada de mi cuello y eso evita una caída.

Por tu amor al ArteWhere stories live. Discover now