Capítulo 11 •Eres Un Idiota•

1.1K 150 46
                                    


Estaba cansada de este libro, Chase era una estupido, ahora sufría porque Anne se había comprometido con su novio, pero él desde un principio debió entenderlo, Anne no lo quería, solo jugaba con él.

Cerré el libro molesta y me asegure de que el piso que acaba de trapear, estuviera completamente seco.

Me puse de pie para dar la tercera pasada, estaba harta, esta familia era demasiado exigente.

—Necesito hablar contigo jovencita— El señor Edward apareció sin importarle ensuciar todo el piso de nuevo.

—Estaba mojado— Dije molesta —¿Que es lo que quiere?

—Mi hijo prácticamente me exigió que te diera dinero, dijo que ayer no tenías nada— Me puse un poco nerviosa —Y si no me equivoco hace un par de días te había dado suficiente dinero para comprar por lo menos 10 ramos de flores.

—A usted no le importa que haga con mi dinero— Respondí firme.

—Tienes razón, no me importa, pero si me importa que me hagas quedar mal frente a mi hijo— Me quedé callada —Que sea la ultima vez, y hoy no puedes salir con él y sus amigos, inventa algo como que te sientes mal, pero no me involucres, ¿entendiste?— Su tono de voz era dura, me limite a asentir y él se fue.

Lo odiaba tanto, ojalá mi papá me hubiera pedido que lo matara a él, me sentiría feliz de hacerlo.

Continúe con mi trabajo, ya no soportaba más ser una sirvienta, quería mi vieja vida de antes de vuelta, eso implicaba a mi mamá.

Terminé de una buena vez de limpiar el piso y subí las escaleras, ya no tenía ganas de seguir limpiando y estaba segura que Lucy me entendería.

Caminé directo hacía mi habitación, me sorprendí al mirar a Leyva sentado en mi cama.

—¿Que haces aquí?— Pregunté de inmediato.

—Venía a avisarte que en una hora nos vamos— Respondió.

—No ire— Dije seria.

—¿Qué? ¿Por qué no? Helen esta muy emocionada por esta salida.

—No me siento bien— Dije haciéndole caso al señor Edward.

—¿Estás bromeando cierto? Hace media hora bailabas muy animada mientras trapeabas el piso— Dijo riendo.

—Pues ahora no me siento bien, asi que mejor deja de perder tu tiempo y vete.

—¿En verdad es por eso? ¿O es porque no tienes dinero? Créeme que si es por eso no tienes por qué preocuparte.

—¿Que no entiendes que un "no ire" significa que no ire?— Dije comenzando a sentirme molesta.

—_____, quiero ayudarte..

—¿Otra vez con lo mismo? Ya te dije un millón de veces que no necesito tu ayuda— Me giré molesta para salir de mi propia habitación.

—Espera— Me tomó del brazo.

—Sueltame— Pedí molesta.

—Yo siempre te hablo con la mejor actitud, siempre busco la manera de acercarme a ti, pero tu..tu me tratas muy mal.

—Si te trato mal es porque no quiero que me hables, me molestas, eres un dolor de cabeza, deberías de cambiar.

—Si algo debería de cambiar aquí, es tu maldita actitud— Me solto molesto y salió de mi habitación.

Cerre la puerta de un fuerte portazo en cuanto salió, deje escapar un grito lleno de furia. Era un idiota, Leyva definitivamente era el rey de los idiotas, y lo odiaba tanto al igual que a su maldito padre y su estupida vida perfecta.

Mi coraje llego al punto de comenzar a llorar, no tenía idea el porque, pero me había dolido la manera en la que me hablo, Leyva jamás me había hablado tan mal como hace unos momentos. Supongo que me lo merecía pero..¡Basta! ¿Por qué me importa como me trate Leyva? Vuelvo a decir, es un idiota, un cero a la izquierda, y no me interesa nada, nada que lo involucre. Es mi víctima, y esa será mi única relación con él.

Limpie mis lágrimas, después tomé mi celular y salí. Mientras bajaba las escaleras escribía un mensaje para André, donde le mandaba la dirección de esta casa, quería verlo.

—¿Vas a salir?— La voz de la señora Raquel hizo que me detuviera antes de salir por la puerta.

—Pensaba ir al lago— Respondí.

—Claro ve, es un hermoso lugar— Me sonrió.

—Invite a un amigo, ¿no hay problema?

—Por supuesto que no _____, anda ve a pasar un buen rato.

Salí de casa, ya había superado mi gran obstáculo que era poder salir sin que me lo impidieran.

La señora Raquel hasta hoy, se había comportado muy bien conmigo, era totalmente diferente a Edward. Pero por nada del mundo olvidaría que esa señora también era culpable de la muerte de mi madre.

Caminé unos diez minutos aproximadamente, había llegado al hermoso lago. Era increíble que esta familia tuviera su propio lago. Me pregunto que más cosas tendrán que aun no haya visto. Tomé asiento en el piso mientras esperaba a André. La vista era increíble y el viento que chocaba con mi cara, era demasiado relajante. Si hubiera tenido esto en mi casa, jamás saldría de aquí.

A lo lejos alcance a distinguir a André, rápidamente me puse de pie y corrí hacia él, este me cargó y me abrazó fuertemente.

—André, no sabes la falta que me has hecho— Dije aún abrazada a él.

—Y tu a mi— Se separo de mí.

—Gracias por venir, se que es lejos de casa, pero yo no puedo salir— Me senté de nuevo en el suelo, André se sento a mi lado.

—¿Acaso te tienen como prisionera?— Preguntó un poco asustado.

—No, de hecho son totalmente diferentes a como se mostraban en las películas que mirábamos.

—¿De verdad?— Frunció el ceño —¿Entonces son buenos?

—Pues algo así, bueno obviamente Edward Leyva es un ogro— André río.

—¿Y que hay del hijo?— Solté un suspiro cansada.

—Es demasiado molesto, pero no es como su padre, aunque me cueste admitirlo.

—Golpe bajo para ti, sera más difícil hacer tu absurda venganza.

—Te equivocas, estoy dispuesta a matarlo, solo que debo esperar a juntar más dinero para después desaparecer de aquí, y por fin poder ser feliz.

—Sigo estando en contra de lo que tu y tu padre están haciendo, pero eres mi amiga, y no te juzgo— Sonreí.

—Gracias André— Me devolvió la sonrisa.

••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••

La Venganza | Freddy Leyva |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora