Capítulo 4 •Nuevo Hogar•

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—¿Lo conseguiste?— Me preguntó mi padre una vez que subí al auto.

—Lo unico que pude conseguir fue que me ofreciera vivir en su casa.

—¿Qué?

—Lo sé, es algo absurdo, de hecho ahora que lo pienso, en verdad es una terrible idea— Me cruce de brazos y solo esperaba a que mi padre comenzara con sus gritos, ya que había fallado.

Lo miré de reojo y pude notar que tenía una sonrisa en su rostro, y no entendía por completo el porque sonreía. Se supone que debería estar furioso ya que no pude conseguir el dinero que me había pedido, ni mucho menos el departamento que queríamos para vivir.

—Papá, ¿escuchaste bien lo que te acabo de decir?

—Si, y es increíble— Fruncí el ceño, en verdad no entendía nada —Estarás viviendo en casa de los Leyva, te será más fácil matar a su hijo y sacarles dinero.

—Eso fue lo que pensé, pero yo...yo no quiero vivir bajo el mismo techo que ellos, no me puedes pedir eso— Reclame, pero él al instante se acercó a mí y me tomó el cuello.

—Tú vas a hacer lo que yo diga, ¿de acuerdo?— Sentía como el airé me comenzaba a faltar, no tenía otra opción más que aceptar.

—S..si— Contesté con dificultad.

Me soltó con brusquedad y puso en marcha el auto. Recargué mi cabeza en la ventana y dejé salir mis lágrimas. Cada día que pasaba sentía como mi vida era una mierda, me hacía tanta falta mi mamá.

Al llegar a casa, me dirigí hacía mi habitación, quería llamar a André, lo necesitaba en estos momentos.

—Comienza a empacar— Escuché decir a mi padre.

Cerré de un portazo la puerta de mi habitacion y me senté en la cama. Tomé mi teléfono y le envié un mensaje a André.

Me dejé caer en mi cama colocando una almohada sobre mi cabeza y solté un fuerte grito llenó de coraje. Todo esto que me obligaba a hacer mi padre me causaba un gran estrés.

No me imaginaba viviendo junto a unas personas que ni siquiera conocía y mucho menos con el causante de la muerte de mi madre.

Comencé a escuchar golpes en mi ventana, rapidamente me puse de pie para abrirla. Reí al ver a André abrazado del arbol, su peor miedo era algún día caerse desde ahí.

—Que bueno que llegas— Dije una vez que entró al interior de mi habitacion.

—Sali corriendo de casa en cuanto vi la palabra "emergencia" en el mensaje que me enviaste— Hice una mueca, no sabía como decirle a André que me iría de aquí.

Tomé asiento en mi cama, André prefirió recostarse rodeado de mis cómodas almohadas.

—¿Y bien? ¿Cual es la emergencia?— Me preguntó.

—André..— Tomé una bocanada de aire y lo miré —Mañana me iré de aquí.

—Por favor— Dejó salir una carcajada —¿Irte tu? Pero si no tienes a dónde.

Me quité uno de mis rotos tenis y se lo arrojé con fuerza, de esa manera dejó de reír ya que comenzó a quejarse del golpe que le había dado, ahora la que reía era yo.

—¿Ya me vas a escuchar?— Me crucé de brazos.

—¿Y a dónde te irás supuestamente?— Lo miré mal.

—No digas "supuestamente" porque es definitivo que me iré, así que mañana no te quiero llorando porque me fui y tú no me creíste.

—Vaya, de verdad estás hablando en serio— Dijo preocupado.

—Muy en serio.

Le expliqué a André detalladamente la venganza que habiamos planeado mi padre y yo en contra de los Leyva, él decia que era una locura y realmente lo era, pero no había otra opción. Él tenia miedo de que algo me pasara a mí, como ir a la carcel o algo por el estilo, pero le aseguré que yo estaría bien, y esperaba que así fuera, no me gustaría pasar el resto de mi vida en la carcel.

~•~•~

Me miraba una y otra vez en el espejo, ¿esto será verme presentable? Me pregunté a mi misma. Supongo que si, me habia puesto la ropa más nueva que tenía y acomodé un poco mi cabello. Aunque tal vez deberia de ponerme algo de perfume.

Tomé el frasco de perfume que estaba sobre mi mueble, aún estaba sellado, ya que nunca antes lo había usado.

Pase mi maleta sobre mi hombro, y antes de salir di una ultima mirada a mi habitación, extrañaría este lugar.

Bajé las escaleras de la casa, mi papá ya se encontraba esperandome.

—¿Que parte de "vístete bien" no entendiste?— Fruncí el ceño.

—¿De que hablas? Estoy usando lo mejor que tengo— Me di una vuelta —Y ven acércate y hueleme ¡Estoy usando perfume!— Sonreí.

—Nunca he entendido el porque te vistes con ropa de hombre— Rodé los ojos, estaba cansanda de escuchar esa frase.

—Me gusta vestirme así, y ya me pediste demasiadas cosas, así que no pidas que me vista de una manera diferente— Dije enojada.

Salí de casa detras de mi padre, mire el vecindario, en verdad extrañaria todo esto.

Subí al auto y lo primero que hice fue colocar mis auriculares, quería ahorrarme las criticas de mi papá por los siguientes minutos.

Llevé mi mano hacía mi cuello tomando aquella cadenita que llevaba puesta, André me la había dado ayer para que de una cierta forma lo sintiera cerca de mí.

—Bien, debo dejarte aquí donde nadie me vea, la casa de los Leyva está a una cuadra.

—¿Qué? ¿Estás diciendo que su casa esta en medio de todo esto?— Asome mi cabeza por la ventana, era una gran terreno.

—Son millonarios, que esperabas.

—No lo sé, tal vez más humildad.

—Ya baja del auto, y recuerda que cada que tengas dinero en tus manos debes llamarme— Asentí sin siquiera estar de acuerdo.

—Adios papá— Dije de mala gana para después bajar del auto.

Comencé a caminar la grande cuadra que me había indicado, y cada vez que me acercaba más a la casa, me sentia más nerviosa.

Pero debía calmarme, nadie debía de sospechar acerca de mis malas intenciones.

Me acerqué al gran portón que estaba cerrado, había dos hombres de traje con lentes oscuros. Demasiado exageradas eran estas personas como para tener "guardias" en su casa.

—¿Le podemos ayudar en algo?— Miré al señor que me había hablado.

—Vengo a buscar al señor Leyva— Dije seria.

—¿Nombre?— Fruncí el ceño.

—Por dios esta es su casa, no su oficina— Rodé los ojos —Soy _____.

—Puede pasar— El señor sacó unas llaves y me abrió el portón.

Me quedé impresionaba al ver la gran casa que tenían, era como cincuenta veces la mía.

Toqué el timbre y esperé a que alguien me abriera. Mis nervios habían desaparecido, ahora solo me sentía normal.

—_____, que bueno que llegas— El señor Leyva me había recibido con una sonrisa, como si en verdad le diera gusto verme —Pasa— Se hizo a un lado para que entrara.

Miré el interior de la casa boquiabierta, era hermosa. Recuerdo que cuando era pequeña siempre había querido vivir en una casa como estas.

—Bienvenida a tu nuevo hogar.

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La Venganza | Freddy Leyva |Where stories live. Discover now