La Saga del Mal [Castiel, Kentin]

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Capítulo 7 "La hija de blanco"

- Perdón por haber nacido. – musito la chica de cabello blanco.

Eso parece que es lo único que se decir, pues, eso era lo único de lo que me quejaba de esta vida sin sentido alguno. Toda la gente de ese próspero y gran país tenían un hermoso cabello de color verde, yo era la única extraña en ese lugar, con estos horrorosos cabellos blancos sobre mi cabeza, no solía llamarme Rosalya, como es originalmente mi nombre.

En lo más profundo del bosque cercano a ese país, en donde había un gran y viejo árbol, siempre me encontraba ahí situada, sola...rogándole a Dios que cumpliera mi anhelado sueño, pues, tanto vivir en soledad; era bastante deprimente; lo que más quería era un amigo, no importaba quien fuese.

Fue ahí donde la conocí, bajo aquel gran y viejo árbol, toda nuestra historia comenzó, pues, no podía dejarla desamparada, debía de ayudarla, anteriormente, se había caído y así, quedando inconsciente.

Al pasar de tiempo, de algún modo, nosotras dos éramos muy felices juntas, realmente éramos muy cercanas, lamentablemente, esa chica de nombre Allessandra, y yo, somos realmente muy diferentes, en verdad.

Ella tiene el cabello rojo, el más hermoso de todos, era amada por cuantos la conocían, su voz y bella sonrisa hacían feliz a todo quien era su amigo, aunque si lo pienso con detenimiento, no éramos tan diferentes, solo el amor de las personas hacia nosotras era lo que nos diferenciaban, pues, más que amor, las personas me odiaban.

- ¿Por qué eres tan amable conmigo? – exclame mientras detenía unas cuantas lagrimas que querían salir de mis ojos. - ¿Y por qué eres mi amiga? Solo tienes lastima de mí, pues, soy inferior a ti.

Con mucho cariño, ella me abrazo y me dijo:

- Eres la persona más maravillosa de este lugar. – me mustio dulcemente.

Yo no pude contenerme más y comencé a llorar en su pecho mientras me seguía abrazando con sus delgados brazos. No podía estar más feliz.

Incluso si las personas y todo el mundo se burlaron de mí, al igual que me despreciaba, ya me daba igual. Ya tenía a una persona que realmente me necesitaba, a una persona que me hacía feliz.

Ambas huimos al castillo, pues me había dado la gran sorpresa de que ella era una princesa, que ella no quiso decirme desde un principio lo que era, pues creía que la trataría como si ella fuera superior a mí, hasta en estos temas, ella siempre fue muy humilde. Me convertí en su dama de compañía, me invito a vivir con ella en el castillo, aunque yo me negaba ir a vivir en aquel lujoso castillo, ella encontró la forma de persuadirme. Todo me parecía muy desconocido, pero, ella siempre estuvo para mi, para ayudarme a adaptarme en el gran y hermoso castillo. Lo que importaba es que ella y yo estábamos bien y todo era porque estábamos juntas.

Ella insistió en que yo le siguiera tratando como si nunca hubiese sido una princesa, no podía negarme a sus peticiones, ella ya era mi mejor amiga. A todas partes íbamos juntas, éramos unas grandes amigas inseparables.

Cierto día, un hombre de pelo rojo, pero, proveniente del país azul, llego al país que mi mejor amiga reinaba. Comenzó a pasearse por todos los lugares del reino, hasta que llego al palacio, a nuestro hogar. Yo me encontraba charlando con ella, pero, me aleje de ella por su propia petición, ella deseaba que arreglara unos de asuntos. Mientras mi amiga se encontraba en su jardín contemplando las rosas de aquel lugar, cambio toda nuestra historia. Desde el otro lado del mar era de dónde provenía el chico de cabello rojo, este resulto ser el príncipe del reino azul. Él se enamoró profundamente de mi amiga y por lo mismo, rechazo la propuesta de matrimonio por parte de la princesa amarilla, la princesa Zafiro. Nadie se imaginaba del horripilante suceso que ocurriría.

Por tal hecho, la tierra del país verde quedo envuelta en llamas, quedo envuelta en una gran guerra. La tirana princesa amarilla había dado una particular y macabra orden.

- Matad a la chica de verde y princesa de aquel inmundo país. Y matad ya a todos sus hombres. A toda persona que tenga el cabello verde. – ordeno fríamente.

Todos... absolutamente todos, se han ido, a excepción de mí, la única chica de cabello blanco, que por una vez en la vida, su cabello había servido de algo.

Yo debería de haber sido la única en morir, deseaba haber muerto para que tu pudieras seguir con vida ¿Por qué ella? ¿Por qué yo no?

*******************************

- Perdón por haber nacido. – musito la chica de cabello blanco.

Eso parece que es lo único que se decir, pues, eso era de lo único de lo que me quejaba de esta vida sin sentido alguno.

Empecé una vida en una capilla, cerca de un tranquilo puerto, el mar era lo mejor. Escuche un pequeño rumor de que la perversa princesa había muerto en aquella sanguinaria revolución, que, en manos de la guerrera de armadura carmesí, comenzó.

La conocí en una iglesia cercana a mi hogar, en ese hermoso lugar se encontraba inconsciente, dormitando en el frio piso de aquel lugar, mi corazón no resistió y la ayudo. Entre muy pocos años, ambas nos volvimos muy cercanas, pero, aquella chica y yo realmente somos muy diferentes, y no hablaba en el color de nuestro cabello.

- ¡Hola, pequeña! ¿Cómo te encuentras? – le pregunte cuando comenzaba a despertar en mi cama.

- ¿Que? ¿En dónde estoy? ¿Quién demonios eres tú? – me cuestiono al estar insegura.

- Mi nombre es Rosalya y he decidido ayudarte. – dije antes de una pequeña risa. – ¿Y el tuyo?

- Za... – por un instante se calló y analizo un poco. – Za... Zarina.

- ¡Qué bonito nombre! Ten. – le entregue un pequeño tazón con sopa, debía de estar hambrienta. – Debes de estar hambrienta. – solo la observe comer, realmente tenía hambre.

Un día, ya de noche, en aquella hermosa capilla, escuche su triste y humillante confesión, no lo podía creer, ¿Cómo podría ser? Ella en realidad era, la hija del mal, la malva tirana del antiguo país amarillo.

En el puerto de aquella tranquilla cuidad, estaba aquella chica, sola. Yo me acerque lentamente detrás de ella, mis intenciones eran totalmente macabras; tome el cuchillo que guardaba en mi bolsillo, con sutileza lo dirijo hacia su espalda con furia. Ella... debía de pagar. Pero, comencé a temblar...

Ahora, amiga mía, necesitaba disculparme con ella, en verdad necesitaba que me escuchara. No podía tomar su desgracia, esa venganza no la podía tomar yo, esperaba que de puro corazón obtuviera su perdón, sabía perfectamente que una disculpa no sería suficiente, pero, esa chica me recordaba a yo de antes, mucho antes de poder conocerte a ti, Allessandra... muy sola y triste, sabía que eran esos sentimientos, sin animo alguno de existir.

Esa chica no podía hacer nada, pero, había mejorado en la cocina, hoy en día cocina postres muy ricos y maravillosos; brioches, flanes y muy ricas empanadas.

Aún recuerdo ese momento, en aquel puerto, algo extraño me detuvo en ese suceso, una fuerte y blanca presencia, algo similar a ella, castaño era... la verdad me pregunto ¿Quién podría haber sido ese chico?

Historias Cortas (Chicos de CDM) ©Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon