Una intrépida Gata que se enamoró [Nathaniel]

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Capítulo 4 

"Un intrépido final, quizás..."

Un día, al terminar las clases, Nathaniel se ofreció llevar a Geraldine a su casa; tal vez en el camino se atrevería a confesarle sus sentimientos.

Durante todo el transcurso al hogar de la castaña, ambos chicos no dejaban de sonreír o reír, realmente congeniaban a la perfección. Geraldine se encontraba en confianza y a gusto con Nathaniel, al igual que el rubio con ella.

Nathaniel le sugirió parar en un parque, pues, estaba tratando de reunir las fuerzas para expresar lo que sentía. Mas, sin embargo, en lugar de ir al grano, las palabras del rubio deambulaban sin rumbo fijo, hablaba de cualquier cosa que no tenía nada que ver la una con la otra. Esto le dio oportunidad a Geraldine de perderse en sus pensamientos. Estos rondaban en como su mano de gata tanto como la de humano de Nathaniel, al compararlas, ya no eran tan diferentes, ya eran iguales. Alzo una mano hacia el cielo, sonriendo muy feliz. Nathaniel la observo y sonrió con ternura, eso es lo que le producía además de amor; la castaña inevitablemente se encogió de hombros y bajo de poco a poco su mano.

El rubio pensó que ya era el momento adecuado para hablar de lo que este sentía, ya no había vuelta atrás.

- G-Geraldine, hay algo de lo que te quiero hablar. – murmuro el rubio, tratando de no sonrojarse.

- ¿Eh? – musito la chica, saliendo totalmente de sus pensamientos. - ¿De qué cosa quieres hablar, Nath? – pregunto sonriente Geraldine. No dejaba de sonreír por tener a su amado a su lado.

- Y-Yo... – agito levemente de su cabeza para poder aclarar sus ideas y después rio. No sabía porque estaba tan nervioso, sabia en el fondo que Geraldine no lo rechazaría y si lo hacía, lo haría de una forma amable.

Nathaniel alzo ligeramente de una mano, acercándola a Geraldine de una manera lenta. Pensaba que, si esta unía la suya con la de él, le estaría correspondiendo.

En cambio, Geraldine se preguntaba si le estaba coqueteando, no podía creerlo, creía que era un sueño hecho realidad el que Nathaniel también sintiese lo mismo que ella.

Tímidamente y de a poco a poco, la castaña fue acercando su mano a la de Nathaniel. Pero, recordó las palabras que la diosa ChiNoMiko le había dicho como advertencia.

"- Si por algo te toca, tu desaparecerás."

Preocupada por ese mandamiento, alejo rápidamente de su mano, que aún no era tocada por la de Nathaniel. El rubio la miraba extrañado por el semblante que reflejaba la chica.

Así había sido decidido y a Geraldine le había parecido bien con tal de estar para siempre al lado de su rubio amado.

Nathaniel se dio la vuelta algo desilusionado, pero, pensaba que ella no tenía la culpa de que no le correspondiese. Camino unos cuantos pasos lejos de Geraldine y sonrió como si no le doliera nada, obviamente, era una sonrisa falsa.

-Ya me tengo que ir, Geraldine. Nos vemos mañana en el colegio. – hablo aun sonriente. Dicho esto, volvió a darse la vuelta y se alejó más de la castaña, caminando hacia su departamento.

Con una mirada de melancolía por no poder tocar de la cálida y grande mano de Nathaniel, lo observo irse de su lado. Deseaba detener el tiempo para que los momentos con él fueran eternos.

A los pocos minutos, pero después de una larga distancia que Nathaniel ya había recorrido, Geraldine reacciono. Sentía que debía de explicarle lo que sucedía a Nath, no podía irse con la idea de que ella no lo amaba.

Fue así, que en el momento en el que Geraldine lo alcanzo, este estaba cruzando una calle y lo estaban por atropellar. Nathaniel se quedó congelado por el momento, sus piernas no reaccionaban para poder salir corriendo de aquella dirección a la que se dirigía el coche a una velocidad muy rápida.

Geraldine no podía protegerlo, tampoco salvarlo, o eso pensaba ella...

Entonces, una idea ilumino su mente, un empujo gatuno salvaría de la vida de Nath.

Geraldine se preguntaba: "¿porque dios es tan, tan sumamente cruel?" No dejaba de cuestionárselo. No deseaba que esto terminara de esa manera

Las miradas de Nathaniel y Geraldine se encontraron, dejando atrás lo desconcertados que estaban por el golpe y con un leve sonrojo posicionándose en las mejillas de ambos, con un brillo singular en ambas miradas.

La apariencia gatuna de Geraldine ya no podía ser escondida, la cola y orejas de esta aparecieron. Obviamente, Nathaniel ya la había descubierto haciendo que la chica gata saliera corriendo con lágrimas en sus ojos, dejando a un Nathaniel muy extrañado y preocupado.

{...}

La magia de a poco a poco iba desapareciendo. Me sentía impotente porque aún no había tenido la oportunidad de decirle lo que sentía a Nathaniel. Creía que ya ni tiempo tenia de despedirme de él y es que no puedo olvidar aquellos días en los que Nathaniel me ayudo un día de lluvia, me cuido, me vendo de mis heridas, me arreglo pareciendo una gata decente, me trato de llevar a su casa, me amo... y finalmente, me dejo, a pesar de lo mucho que le dolía. No podía decirle mis sentimientos, y me sentía muy culpable.

¿Qué había pasado? Parecía que algo había cambiado, había podido ver mi mundo lleno de luz, con mi forma normal no podía alcanzarlo...

- Pero así es mi propia forma de amar... – exclame mientras me daba la vuelta para encontrarme con la mirada de Nathaniel. Él me había seguido. – Me gustas, me gustas, te amo muchísimo. – agregue mientras me sonrojaba y le sonreía dulcemente. Era lo que verdaderamente sentía.

Pude ver como el esbozo una sonrisa enternecida por mis palabras y con un pigmento rojo sobre sus mejillas. Lo quería, incluso si él no recordaba lo sucedido, realmente no me importaba mucho, porque gracias a ello pude conocerlo.

Nathaniel tomo de mi mano y yo no dejaba de sonreír. Deje un pequeño beso en sus labios carnosos. Aquellas luces que aparecieron cuando me convertí en una humana estaban apareciendo. Ahora Nathaniel me miraba preocupado.

No me explicaba porque las cosas tenían que ser así ¿Por qué no querían que tu fueses feliz conmigo a tu lado?

Baje de mi cabeza, triste. Nathaniel observo atónito como desaparecía enfrente de él y todo sin que él pudiese hacer algo.

Ambos sabíamos que mi amor hacia él siempre estaría a su lado y por eso, ya nunca debía de mirar atrás.

Nathaniel sostenía del pequeño lazo que alguna vez rodeo mi cuello de gata y mi muñeca de humana. Apretó de su puño, y sonrió cálidamente, en el fondo de su corazón sabía que pronto nos volveríamos a ver. Y en cuanto lo encuentre pronunciare "Buenos días" con una gran sonrisa en mis labios. Esbozo una sonrisa más grande que la que ya tenía.

........................

Un día normal de escuela después de meses transcurrido desde lo ocurrido con Geraldine, en donde Nathaniel reía acompañado de sus mejores amigos, con el listón de Geraldine en su muñeca, un gato lo observaba desde lo más alto de un árbol, sonreía por verlo así de feliz...

Historias Cortas (Chicos de CDM) ©Where stories live. Discover now