—¿No recuerdas nada?—pregunta Stiles preocupado.

—Ehh... No mucho, sólo que--¡Oh por Dios! ¡Lydia!

—Está con Allison. Quisieron venir también, pero pensamos que Lydia no debía de ver esto y que alguien necesitaba cuidarla —responde Scott.—Debemos encontrarnos con ella en la oficina del entrenador.

—Hicieron bien. Vamos —digo levantándome.—Luego tendremos tiempo para hablar sobre esto —espero.

Los tres vamos casi corriendo hacia la oficina del entrenador, donde dentro ya está Allison.

—¿Y Lydia?—pregunto al mismo tiempo que ella pregunta «¿qué te pasó?»

—Nada.

—En el baño —contesta al mismo tiempo.

—Derek está afuera esperando a Lydia.

—¿Para matarla?—pregunta mi mejor amiga.

—Si cree que es el kanima, sí, más después de lo que pasó en la piscina.

—¡Ella no es el jodido kanima, Scott!—exploto mientras camino en círculos.

—Lía, no pasó la prueba. No sucedió nada.

—No es ella —dice Stiles, y me alegro de que concuerde conmigo.

—Conozco a Lydia, ¿sí? Y ella no es una asesina.

—Eso no importa porque Derek cree que es ella. Así que, o lo convencemos de que está equivocado, o buscamos una manera de protegerla.

—No creo que vaya a hacer algo aquí. No en la escuela.

—Eso nos da un poco de tiempo para pensar en algo.

—No mucho —me contradice Allison.—¿Y después de clases?

—Demonios —murmuro, y pateo el escritorio del Coach.

—Hey, tranquila —murmura Stiles y me abraza por detrás. Asiento y ambos nos alejamos del escritorio.—¿Y si lo convencemos de que está equivocado?

—¿Antes de las tres?—pregunto. Suena imposible.

—Puede haber algo en el bestiario —sugiere Allison.

—Ah, ¿el libro de 900 páginas en latín que no podemos leer? Buena suerte con eso —al instante me doy cuenta de que lo dije más fuerte de lo que debería.—Lo siento, es que todo esto... —no continuo la oración.

—Está bien, pero de hecho... Creo que tengo a alguien que puede traducirlo.

—¿En serio?—pregunto asombrada.—¿Quién?

—Creo que la señorita Morrell sabe algo de latín.

—Yo puedo hablar con Derek e intentar convencerlo de que nos dé una oportunidad de probar que no es ella.

—Déjame ir contigo —le pido, y tres pares de ojos sorprendidos se posan en mí.

—¿Qué?—sueltan los tres al unísono, como si estuvieran programados para hablar juntos y con el mismo tono. Pongo los ojos en blanco.

—Que me dejes ir contigo. No, ni siquiera sé por qué te lo estoy pidiendo; iré contigo.

—De ninguna manera —dice Scott.

—¿Estás loca?—me pregunta Stiles.

—¿Por qué quieres ir a ver a Derek?—pregunta ésta vez Allison. Todos al mismo tiempo.

—Si tengo el don de algo, es convencer a la gente y hacer sentir culpable a alguien.

—No es verdad —dice Stiles.

Inalcanzable | DESCONTINUADAWhere stories live. Discover now