Chapter twelve 🍃

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Gary Holt despertó al sentir frío. Frunciendo el ceño, se dió vuelta en la cama, y la encontró vacía. No sabía por qué, pero tenía la sensación de haber dormido con alguien la noche anterior

Sin embargo, no pudo recordar quién era. Al parecer, había tomado bastante, porque casi de inmediato le comenzó a doler la cabeza y una sed atroz lo atacó. Miró la hora en su reloj, y vio que eran las doce. Decidió que lo mejor era levantarse, así se podría ir a hidratar, y tal vez nadar un rato en la piscina. Pero antes, entró a su baño para darse una ducha rápida.

Por mientras, Dave Lombardo estaba sentado en la cocina, en uno de los taburetes, bebiéndose un café, para poder empezar el día como correspondía. Además, aún recordaba con pesar la noche anterior, y quizás aquél líquido le recompondría el ánimo.

No es que hubiera sido la peor noche de su vida, claro que no. Había besado al chico que le gustaba, eso era algo bueno. Lo malo es que no lo recordaría, porque Dave se había encargado de que bebiera lo suficiente para lograr aquello. Y realmente se sentía estúpido por eso.

Pero no había otra manera. No cabía en su cabeza que pudiera existir otra forma que no fuera con alcohol (o drogas) de por medio. Y eso lo ponía triste.

Su semblante pensativo y triste mutó rápidamente al ver a Gary parado frente a él. Se enderezó y le regaló una cálida sonrisa. Gary, por su parte, se la devolvió, sin pasar por alto el cambio de ánimo del cubano, pero decidió dejarlo estar.

Gary —amplió aun más su sonrisa, al pronunciar el nombre de quien amaba. —Buenos días.

Buenas tardes, querrás decir —le corrigió Holt.

¿En serio? ¿Qué hora es?

Deben ser las doce y tanto.

Dios mío —dijo ésta vez en español. —¿Tan rápido pasa la hora? Si me desperté como a las nueve.

¿Estuviste nadando? —preguntó Gary al ver que tenía el cabello mojado.

Oh, sí —sonrió tocándose el pelo. —Espero que no te haya molestado —se disculpó nervioso.

Para nada, Dave. Sabes que mientras estés en mi casa, todo lo que es mío, es también tuyo.

Y... ¿te gustó el regalo que te di ayer? —preguntó Lombardo, luego de un silencio.

¿Qué regalo? —preguntó Gary extrañado.

El que te puse anoche.

Gary puso una expresión aún más confundida.

En tu cuello, tonto —rió el cubano.

Holt se metió la mano dentro de la polera, y sacó hacia afuera el colmillo que había recibido como presente.

Oh, cierto. Ahora me acuerdo —dijo riéndose. Caminó hasta el fregadero y se sirvió un vaso con agua, el cual se bebió en tres sorbos. —Pero luego de eso, no puedo recordar qué pasó, ¿sabes?

Yo, hm, tampoco me acuerdo mucho —soltó una risa nerviosa, algo falsa, que fue percibida por Gary, pero no dijo nada. —Sin embargo, tengo la sensación de que estabas muy cansado, así que te ayudé a acostarte y me fui de tu habitación.

Holt mantenía el entrecejo fruncido; sabía que Dave mentía porque en realidad sí que recordaba la noche anterior, pero se limitó a asentir. Quizás las cosas estaban mejor así.

Gary se quitó la polera ante la mirada atenta de Dave, quien aprovechaba cada segundo para contemplar al ser más perfecto que había conocido. Y, aunque el castaño notaba la intensa mirada del latino sobre él, hizo caso omiso.

fight fire with​ fire. [pausada indefinidamente]Onde histórias criam vida. Descubra agora