22. Absurdas discusiones.

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Narra Simón:

Iba caminando hacia el Blake, todavía ni había podido sacar la imagen de Ámbar cuando estábamos en la alberca. Creo que merecía que ella me mirara de esa forma, porque antes yo  la estaba observando mientra tomaba Sol, igual o peor.
Ese diminuto bikini le quedaba a la perfección.
Estaba hermosa, como siempre.
Lo tierna e indefensa que se veía cuando la sostuve con mis brazos. Me encantaría haber congelado ese momento.

Despejé mi cabeza cuando llegué al colegio, aunque no ayudó mucho el hecho de que justo al entrar Ámbar estuviera allí.

(..)

—¿Escucharon los nuevos rumores de Daniela? —habló Luna mientras nos sentábamos en una de las mesas de la cafetería.

Aún no hemos hablado sobre lo que sucedió antes de la fiesta en la alberca, y la neta no tengo muchas ganas de hacerlo.

—No, ¿cuál es? —murmuró Ámbar algo desinterensada sentándose junto a mí.

—El 96,2% de los alumnos del Blake rumorean que perdió su virginidad con un universitario —susurró Nina.

—Ella es considerada la zorra del Blake —aseguró Luna.

—Tiene sentido —murmuró otra vez Ámbar—. ¿Te gusta Daniela? —me preguntó volviéndose hacia mí.

La pregunta me tomó por sopresa, pero ella parecía estar seria.

—¿Qué? ¿Daniela? —asintió—. No, en lo absoluto. ¿Me crees del tipo de chico que andaría con alguien como ella?

En realidad no tenía idea del por qué me relacionó con ella. Sobre todo por su reputación. Daniela da asco en todos los aspectos.

—Okay, tranquilo. Sólo decía —se defendió levantando las manos.

—No vuelvas a pensar algo como eso, por favor —le pedí y le di un sorbo a mi jugo.

—Sí, ya calmate. Hace una semana apareció cuando estaba cerrando mi casillero. Quería que fuera su... amiga —dijo lo último tono de repungnancia y rió exageradamente.

—Ella es así —comentó Luna encongiéndose de hombros.

—¡Hipócrita! —agregó Nina y mordió su sándwich.

—Toda la razón —admití y pasé una servilleta por la comisura de mis labios.

Terminé de comer y noté que Ámbar también.

—¿La Señorita Perfección no está ocupada como para ir conmigo a buscar algo? —bromeé haciendo una tonta reverencia estirando mi mano.

—¿Sabés que sí? Pero haré una pausa para acompañarte —contestó sarcásticamente y tomó la tomó.

Salimos de la cafetería y nos dirigimos a mi casillero.

Al instante notó nuestras manos entrelazadas y se retiró la suya rápidamente.

—¿Vas a seguir huyendo de Luna? —la miré con confusión—. Vamos, Simón. Nunca te hubieses ido así. Siempre esperás a que todos terminaramos de comer —se cruzó de brazos—, ¿qué es ese algo tan importante que tenés que buscar, ah?

—Voy a a buscar unos libros ¿feliz? —aclaré y ella carcajeó.

—Sí, re feliz —afirmó volviendo a reír.

Me encantaba su risa, aunque no puedo negar lo fastidiosa que era a veces.

—Si sabías que era por eso, ¿por qué igual viniste conmigo? —indagué y frunció sus labios.

¿Será Este Un Buen Momento? | Simbar. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora