IX. Perdóneme...

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No creía posible el poder sentirme tan furioso y mucho menos que fuese tan pronto. Maldición, sabía muy bien que no debí permitir que regresara solo. No debí confiarme, debí mandar al carajo el trabajo e ir por él. Debí hacerlo mío anoche, cuando tuve la oportunidad. Debí asesinar a Jimin en el preciso momento en que se atrevió a poner esos repugnantes labios sobre los de mi vecino.

Joder, debí hacer algo para evitar sentirme tan imbécil como me siento ahora.

No puedo evitar pensar de nuevo que Jungkook ha estado viéndome la cara de estúpido todo este tiempo. Siento que quiero matar algo, pero no puedo... mis únicas opciones en este momento son Hoseok y Jungkook, y claro, no los mataría, creo.

Había cerrado la puerta de un portazo luego de que mi mejor amigo entró y sólo me acerqué a la cama, furioso. Al rato creí escuchar la puerta principal cerrarse también, supongo que el crío ese ya se había marchado. Mis puños yacían completamente apretados, a tal grado en que mis nudillos comenzaban a lucir de un tono blanquecino que hasta para mí era desagradable, incluso parecía que los huesos saldrían y atravesarían mi piel. Pateé con furia lo que estuvo frente a mí, que en este caso eran las ruedas de mi cama. Lo hice una y otra vez, queriendo desquitar toda mi ira de esa manera y luego simplemente me dejé caer de espaldas en el colchón mientras me llevaba las manos al rostro para cubrir las lágrimas que comenzaron a escapar entre sollozos. En ese momento todas las imágenes estaban volviendo a mi cabeza y se mezclaban... se mezclaban de la peor y más cruel de las maneras. La historia que se formaba en mi mente era simplemente horrible y me dolía, me dolía siquiera imaginar esa posibilidad. La posibilidad de que a quien quiere Jungkook es él, la posibilidad de que tal vez sólo estuvo utilizándome, que tal vez sólo se divirtió jugando conmigo e ilusionándome. Después de todo... sé muy bien que los adolescentes pueden llegar a ser muy crueles. Fue así cuando yo tenía su edad y joder, 17 años han pasado desde entonces y todo se repite como si hubiese sido ayer. Sigo siendo el mismo imbécil ingenuo, divertido de engañar.

Soy patético.

Y no podía dejar de llorar, de jalar mi cabello y aguantar cualquier sonido que quisiera escapar de mi boca, de aguantar los gritos de histeria. De aguantar todo... No debía olvidar que Jungkook seguía allá abajo, que debía cuidar de él otras semanas más y que Hoseok estaba ahí... De seguro estaba sorprendido de verme tan derrotado una vez más.

— Yoongi-hyung... sé que todo parece muy horrible ahora, pero no te precipites. Sé bien lo que estás pensando, pero recuerda que yo vi lo mismo que tú. Allá abajo de seguro no ocurrió nada, así que... deja que el niño te cuente su versión primero, ¿sí? —decía con un tono de voz algo suave y amable, como solía hablarme cuando éramos jóvenes y yo sufría por amor. Él siempre ha estado allí para mí y agradezco que esta no sea la excepción.

¿Y saben? En el fondo sé muy bien que tiene razón, Hoseok siempre la tiene... Pero aun así una parte de mí está dolida, una parte de mí se niega a escuchar y cuando lo vi allí, sentado en el borde de la cama, rápidamente me abalancé a sus brazos para que me sostuviera, para que me reconfortara como siempre hacía.

Hoseok estaba abrazándome con tanta fuerza que hasta dolía, pero no me importaba. Yo quería que lo hiciera, quería sentirme protegido, quería llorar en sus brazos y sacar todo esto que tengo dentro. Tenía que estar bien para cuando Jungkook viniese a hablar conmigo, sabía muy bien que lo haría.

Podía recordar su carita cuando me vio llegar. Lo asustado y nervioso que se veía... Y bastó eso, bastó recordarlo y mi rabia estaba disminuyendo un poco, tal vez. Porque... ¿cómo un niño con un rostro así podía ser tan malo? No lo creo, me niego... Yo sé que él es un ángel, estoy seguro.

— Hoseok... Gracias por estar aquí siempre.

— ¿Y dónde más voy a estar, tonto? Eres mi mejor amigo.

el chico de al lado › yoonkook.Where stories live. Discover now