4. Lejos de aquí.

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El timbre del apartamento de LuHan había sonado poco después de que habían llegado a tal lugar. El joven chino levantó la mirada al igual que su mano derecha, pues se encontraba acariciando la nuca de un gato color negro junto a otro de color gris mientras estos bebían leche de dos tazones diferentes. Creyó que sería una entrega o algo por el estilo, pero cuando el timbre sonó de nuevo, aquello fue solamente un pensamiento pasajero.

Con algo de resignación, se levantó de donde estaba para caminar por la mayoría del pequeño departamento, la paciencia se le había colmado cuando a mitad de la sala escuchó un tercer timbre.

–¡Ya voy! –Gritó algo enojado, porque el temperamento de LuHan no era el mejor cuando le interrumpían una tarde tan tranquila como lo era esa.

La imponente estatura y un rostro conocido se le puso en frente al abrir la puerta. Cabello bien peinado color dorado claro con uno que otro mechón negro entre los demás de claro color.

El olor a colonia de clase alta quedaba bien con la tan masculina vestimenta que aquel muchacho llevaba, que, por más increíble que fuera, era menor que LuHan por la pequeña cantidad de siete años.

–Ge.–Se escuchó de parte del visitante.

–YiFan...–Con voz casi temblorosa LuHan respondió.

En la cocina, donde dos pequeños gatos bebían leche tranquilamente, el gris levantó las orejas al oír aquel singular nombre que desde que había llegado no dejaba de escuchar. YiFan es tan guapo. Oh, YiFan me sonrió cuando fui a comprar. YiFan me vio cuando volvía.

YiFan, YiFan, YiFan.

¿Pero quién era ese tal YiFan?

A paso rápido SeHun se escabulló entre las piernas de LuHan y frotó su piel contra las desnudas piernas de LuHan, su nívea piel era visible y al tacto suave pues el veterinario era masoquista y en días lluviosos y fríos como los presentes le gustaba andar en poca ropa. Esta mañana no iba a ser la excepción, pues apenas despertó lo único que se puso fueron unos pantaloncillos cortos y una gran camisa que, casualmente, era de cierto muchacho apuesto cuya madre tenía un restaurante de comida china.

–¿Qué haces aquí? Yo... No recuerdo haber encargado nada, ni algo así.–SeHun se sentó a los pies de LuHan, moviendo su cola de un lado a otro y mirando fijamente a YiFan, quien con una sonrisa escuchaba a LuHan.

–He Venido por ti, habíamos quedado en salir hoy, ¿No recuerdas?–YiFan habló, haciendo que SeHun grupera al no saber quién era él y qué intenciones tenía con LuHan.

Lo había olvidado. Tan enfrascado estaba en el cuidado de sus dos nuevos bebés que había olvidado por completo todo aquél avance que tenía con ese que consideraba el hombre de sus sueños (uno de tantos, cabe destacar).

–Demonios, YiFan... Lo olvidé por completo. Lo siento mucho.–En su voz el miedo se le notaba a kilómetros, y no era para menos, pues aquél que frente a él estaba había sido tan paciente que por atender al conejo de su amigo había aceptado que cancelara ya tres o cuatro citas anteriores.

–De acuerdo, no hay problema. Sabes que yo puedo esperar.–Aunque pareciera alguien frío y de un carácter igual o peor, la verdad era que YiFan frente a LuHan era igual de tonto que el mayor frente a él. Le causaba ternura cada vez que se ponía nervioso si se lo encontraba por la calle. Incluso le gustaba si tropezaba de nuevo con la floreria de la señorita Krystal que estaba al lado de su restaurante. LuHan era perfecto, según él. Y si no fuera por el trabajo que le agobiaba seguro que ahora serian algo más que amigos. Pero quién sabe, porque la verdad es que a LuHan en el amor le va igual que a un gato en una perrera.

–Entonces... ¿vengo por ti más tarde?

Pum, el enfrascamiento tan embobado de Han se fue por el caño. Una sonrisa tonta y su mirada sobre el rostro de su menor le delataban que había estado pensando cosas no aptas para relatar aquí.

I Found A Cat [HunHan] Where stories live. Discover now