6- Legeremens

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¡Ho-ho-hola!

Ya sé que dije que me iría, pero como habrán visto, he actualizado otra historia ("El Señor Laufeyson") recientemente, y seguiré con esta también. Volví a Wattpad porque escribir un fanfic de vez en cuando es como tomarse una chocolatada cuando todos los días tomas café. Es algo aliviante, familiar, cálido, pero sólo si lo haces moderadamente. Un fanfic de vez en cuando hace bien, cuando la imaginación para cosas originales se ha agotado.

Además, esta historia de Loki en Hogwarts es como mi bebé, la niña de mis ojos. Tenía y sigo teniendo tantas esperanzas e ideas para esto que no puedo dejarla así como así. Aunque tenga que actualizar un capítulo por año, lo haré.

Este capítulo está dedicado a MamaDebs por haber sido la primera en mandarme un mensaje cuando se enteró de que había vuelto. Y porque ella demuestra mucho entusiasmo por esta historia.

Mientras leen esto, escuchen "Demons" de Imagine Dragons. Es la canción perfecta para esto y agrega muchísima ambientación a la lectura.

Espero que les guste.  

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CAPÍTULO 6

LEGEREMENS



—Recuerda no resistirte, Loki. Sólo voy a comprobar que no seas un enemigo. ¿Estás listo?

Poca gente le había hablado a Loki con esa amabilidad en toda su vida. La voz de Albus Dumbledore era extraña, hablaba con firmeza pero cordialidad al mismo tiempo. Lo que más odiaba Loki era que se metieran en su mente, pero Albus le dio una confianza que no solía sentir por nadie, excepto por su madre. Asintió con reticencia, aceptando lo que decía el anciano.

Y sin varita ni hechizo, los ojos azules como el cielo de Albus conectaron con los suyos, y en un revoltijo de colores, Loki se encontró con él mismo.

***

Ver toda su vida fue como arrancarse el corazón del pecho, volviendo a sentir todas las emociones al revivir cada risa, cada lágrima, cada decepción y cada esperanza. Fue volver a ser niño con un corazón adulto, fue volver a creer que todo estaría bien y saber al mismo tiempo que las cosas sólo se pondrían peores. Días dorados pasaron frente a sus ojos, empañados en lágrimas. Días en los que corría en pos de su hermano, riendo, sin importarle estar siempre detrás de su sombra. Días de sol.

Lo veía todo en primera persona, como Albus Dumbledore le había advertido. Sabía que el anciano mago estaba observando todo lo que él observaba, pero dejó de importarle.

Los brazos de su madre volvieron a rodearlo, volvió a reír, volvió a ver todo desde los ojos de un niño. Y eso dolió.

Volvió a llorar por las noches, al crecer, gritando a través de la almohada para que nadie despertara. Volvió a mirarse al espejo antes de bajar al salón, borrando con su magia las marcas que las lágrimas habían dejado en sus mejillas. Volvió a idear bromas y burlas para sus compañeros, para disimular el dolor que se reflejaba, profundo y escondido, en sus ojos. Su risa era la más animada, su sonrisa la más amplia, su energía la más fuerte, porque todos esperaban que así fuera, porque nadie quería tener un príncipe aburrido, gris y triste. Porque todos tenían a su hermano como modelo, porque su hermano era el más amado y él solo podía aspirar a ser su sombra, a ser algo parecido a su hermano para que todos lo quisieran. Cosa que nunca pasó.

Y cuanto más brillaba el sol, más se helaba su interior, y sus sonrisas se hacían más duras y crueles. Y cada vez le costaba más llorar.

Volvió a vivir sueños y esperanzas, pero sabía cómo terminaría todo. Engaños, castigos, decepciones, y él tenía que seguir sonriendo. Porque si no todos se enojarían aún más. Porque se suponía que tenía que ser feliz, o al menos parecerlo.

Crecer de nuevo fue una pesadilla. Transformarse de nuevo en un monstruo fue una historia de terror.

A medida que recorría los días oscuros en los que había reinado Asgard mientras Odín dormía, se dio cuenta de que no cambiaría su decisión final aunque le ofreciesen hacerlo y volviera a vivir ese momento una y mil veces. El dolor y el miedo y la ira que lo poseían cuando se sentaba en el trono no dejaban espacio para nada más. Había una sola cosa coherente que podía hacer, y era la que ya había hecho.

Y volvió a mirar a Odín a los ojos y volvió a ver su decepción.

Y se dejó caer.

***

Volvió a la realidad bruscamente. Dolores, Arnold, Alastor, Lucius y Cornelius lo estaban mirando con una expresión de sorpresa y suspicacia en sus rostros, y al tocarse las mejillas, Loki descubrió que estaban cubiertas de lágrimas. Apretó los labios con rabia, les dirigió una mirada a los magos como desafiándolos a decir algo al respecto, y se pasó la manga de su traje por los ojos, borrando todo rastro de su dolor, con todos los sentimientos de los últimos siglos refrescados en su memoria.

Albus seguía mirándolo fijo, como meditando, pero su rostro no reflejaba más que comprensión y simpatía. Loki le devolvió la mirada, pasando de un ojo a otro, intentando adivinar en qué pensaba. El anciano mago acababa de ver todos sus recuerdos, acababa de ver a qué tipo de monstruo se estaban enfrentando. Loki esperaba que apenas terminaran el recorrido por su mente, Albus Dumbledore sacaría su varita, gritaría algún poderoso hechizo del que Loki no podría deshacerse y lo mandaría a prisión o lo mataría. Eso era lo coherente. Eso era lo que alguien como Odín haría si se encontrara con un dios desconocido con tan oscuro pasado.

Pero Albus sólo se quedó mirándolo fijo unos momentos más, y luego una sonrisa se dibujó en sus labios. Loki no entendía. ¿Es que acaso no había entendido lo que había visto? ¿Acaso no había entendido que Loki era un usurpador, un asesino, un bueno para nada, un peligro? ¿Cómo podía sonreírle?

Está loco, llegó a la conclusión. Está como una cabra, está más loco que Alviss el Chiflado. ¿Cómo puede estar a cargo de una organización con semejante locura?

—¿Y bien, Albus? —dijo con impaciencia Cornelius Fudge, el Ministro de la Magia, secundado por un vigoroso asentimiento de Dolores— ¿Qué viste? ¿Es peligroso?

Albus se giró hacia ellos, con sus ojos repentinamente serios.

—No, no lo es —dijo, con calma y un fondo de tristeza—. Es sólo un hombre que ha sufrido mucho. Cornelius, si no te importa, querría discutir algo contigo en cuanto estés disponible.

Y salió de la sala con un revuelo de su túnica, sin agregar ninguna otra palara y sin mirar atrás, dejando a Loki más sorprendido que a los otros magos.

El dios se quedó sentado en la silla donde estaba, mientras los demás salían de la sala. Apoyó los codos en las rodillas y entrecruzó las manos, con los ojos fijos en el lugar por el que se habían marchado.

Tal vez Albus Dumbledore no estaba loco. Tal vez las personas como Odín no eran las únicas que existían en los Nueve Mundos. Tal vez... tal vez, Loki estaba siendo aceptado, por primera vez en su vida, por ser como era y no por fingir ser alguien mejor.

Loki Laufeyson y la piedra filosofalWhere stories live. Discover now