Capítulo 26: ¡Di no a los estereotipos! Las personas no somos arquetipos

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Zack había heredado los mismos ojos verdes y el mismo cabello azabache de su madre, pero hasta ahí llegaba el parecido. Él la doblaba en estatura y era, en general, más grande que ella en casi todos los aspectos físicos existentes. Y no es que Zack tuviera el físico de un jugador de fútbol americano precisamente, pero la diferencia de contexturas era abismante. El cuerpo del chico se asemejaba al de un nadador, mientras que su el de su madre encajaba a la perfección con el de una jinete profesional.

Su menuda contextura y aspecto angelical terminaron por convencer a John de que no existía nada salvo bondad y ternura en su actuar, mas es bien sabido que las apariencias engañan. O mejor dicho, confunden.

En cuanto él y Zack cruzaron la puerta, la mujer comenzó a regañar a su hijo acompañada por su esposo (que intentaba en vano jugar al policía bueno). Una madre molesta es implacable. Siempre obedézcanles, porque de lo contrario ni Dios ni en lo que sea que crean podrá ayudarlos.

-¡Dos llamadas sin contestar, Zachariah! -bramó furiosa-. ¡Dos!

-Mamá, yo...

-¡Tú nada, jovencito! Tu padre y yo pasamos un susto de muerte. ¡Creímos lo peor! ¡Lo peor! ¿No es así, Ben?

El hombre se acomodó sus enormes anteojos; la pregunta claramente lo había tomado por sorpresa.

-Bueno, cariño, en realidad...

-¡Ni te atrevas a ponerte de su lado, Bernard Anderson! -lo interrumpió echando humo por las orejas-. ¿Cómo osas irte al otro lado del país y no llamarnos? ¿Crees que somos qué?

-Si me dejas...

-¡Ni se te ocurra responderme! ¡Castigado! De aquí hasta que el mundo desaparezca.

-Tesoro, no deberías ser tan dura...

-¡Castigado tú también Bernard!

-Pero cariño... -suplicó el padre de Zack.

-¡Cariño nada! -interrumpió señalándolo con el dedo-. No habrá videojuegos hasta que aprendas a ser un padre responsable.

El hombre asintió con tristeza.

-Hice todo lo que pude -le dijo a Zack con una sonrisita traviesa. Este le chocó el puño por detrás. A su padre.

Bromeó con su padre. Se rieron.

¿Qué tan jodida era la vida de John como para que eso le asombrara de sobremanera? Repuesta: Muy muy jodida.

-Mamá, ¿puedo al menos presentarte a un amigo? -pidió Zack-. Luego podrás hacerme sentir peor hijo de lo que ya me siento.

Hasta entonces, ninguno de los adultos le había dirigido la palabra a John. Él no era tímido, pero siempre resulta incómodo presenciar cómo regañan a tus amigos. Zack ni siquiera era su amigo, así que la situación era increíblemente embarazosa, algo así como para darse vuelta y salir corriendo. Antes de idear la vía de escape perfecta, la señora Anderson se abalanzó sobre él y le dio un fuerte abrazo. Eran casi del mismo porte, y sin embargo, John nunca se sintió más protegido.

-¡Oh, cariño cuánto lo siento! Los dos lo sentimos, ¿verdad Ben?

-Lo sentimos mucho. Mucho en verdad -estuvo de acuerdo el hombre. Le estrechó la mano con una gran sonrisa marcada en el rostro-. ¿Cómo te llamas, amigo de Zack? -preguntó alegremente.

-Johnatan, pero me dicen John -respondió con una sonrisa. Una grande y no tan falsa como de costumbre-. En realidad, soy amigo de Eli. Zack ofreció ayudarme...

-Sí, le dije que podía quedarse -terció el chico amablemente-. Es tardísimo, ¿puedo mostrarle una habitación? No merece oír cómo me humillas. Es buena persona.

Paréntesis (Entre comillas, #2)Where stories live. Discover now