Día 88.2

242 19 2
                                    

Me siento estúpida al decirlo porque no sé a quién le estoy hablando. Es como si fuera una adolescente, pero debo decirlo...

¿Adivina qué?

Estaba cazando una ardilla cuando de repente salió uno de "ellos" (ahora sé que les llaman "Caminantes") y no pude atrapar a mi ardilla. Salió corriendo a esconderse entre los árboles y pensé que me había quedado sin comer está noche.

De pronto, no solo era un Caminante sino dos, tres, cuatro y más. Estaba muy asustada. Traté de correr, pero me acorralaron otros cinco Caminantes. No tenía de otra más que usar mi navaja. Logré matar a tres, pero eran demasiados y no podía hacerlo sola. Luego la dejé caer al suelo y tomé mi revólver.

Las lágrimas corrían por mis mejillas desesperadas. Las manos me temblaban al sujetar mis arma, no podía ver bien así que no lograba apuntar a sus cabezas. Desperdicié las balas. ¡Fui una estúpida!

En ese momento de desesperación y miedo supe que era mi final. Sabía que moriría y estaba asustada por morir. No sabía por qué si más bien hubiera sido cuestión de suerte morir allí debajo de ese árbol. Entonces recordé que hacía días atrás quise morir para no estar en este mundo tan cruel y devastador.

En ese momento me rendí. No quise pelear porque sabía que perdería. Era mi fin. Era el fin de Sarah Williams.

Por supuesto ahora estoy viva y todo gracias al hombre que me salvó durante mi ataque de pánico. Allí estaba yo, acorralada en el suelo, llorando, con la mente en blanco y gritando por ayuda. Obviamente no había nadie cerca, excepto él. A quién creía que estaba a miles de kilómetros lejos de mí.

Cerré mis ojos ante el primer flechazo y el primero cayó. Tuve tanto miedo, solo escuchaba sus voces gimiendo. Ellos se alejaron de mí. Abrí un poco los ojos y vi como cayeron uno a uno al suelo. Había mucha sangre por todos lados. Él se movía con agilidad mientras clavaba sus flechas en sus cabezas. Era frío, calculador, sereno... No tenía miedo.

Cuando pensé que estaba a salvo, uno de los Caminantes apareció a la par mía y me atacó. Luché como pude hasta que alcancé mi navaja que estaba tirada y lo apuñalé en la cabeza justo cuando él se acercaba para ayudarme. El Caminante cayó muerto sobre mí. Cerré mis ojos aliviada. Estoy viva por un día más. Él se acercó a mí y me quitó a esa cosa de encima y lo lanzó al suelo.

Me ofreció su mano y yo la acepté con temor. Mi mano temblaba cuando sujeté la suya. Me ayudó a ponerme de pie. Mi rostro estaba húmedo y sucio. Miré el rostro de mi salvador y lo único de pude hacer fue llorar. Por supuesto él no hizo nada más que observar. Sabía que necesitaba descargar esa frustración desbordante y sacarla de mi sistema. Mis piernas flaquearon de pronto y caí de nuevo sobre mis rodillas. Solo podía repetir la palabra "gracias".

Fue difícil recuperar mis sentidos hasta que él me sujetó del brazo y me hizo levantar. Caminamos rápidamente hasta llegar a mi campamento, mis mejillas estaban húmedas, él no soltó mi brazo y yo con mi mano libre limpié mi cara. Al llegar a mi campamento tropecé con una roca grande y caí sobre mis manos. Él me dejó allí en lo que yo trataba de sentarme y revisar si mi cuerpo estaba herido. Se agachó y me preguntó si estaba bien, y yo le respondí que sí.

De pronto, de la nada, se enojó y empezó a caminar para un lado y luego para el otro con desesperación. Yo lo observaba confundida. Primero, no sabía qué estaba haciendo aquí; no es que me molestara que me ayudara pero simplemente no lo esperaba. Segundo, no sabía por qué razón estaba enojado conmigo. Así que al final sólo dijo:



...



- ¿Y así pensabas cubrir mis espaldas? -me dijo gritando.- ¡Te rendiste!

- ¿Qué? ¿De qué estás hablando? -le dije lo más calmada posible.

- ¡Allá! Con los Caminantes. -me contestó riñéndome.

- ¿Crees que lo hice a propósito? -le dije enojada.- No tenía opción.




...




Por lo general soy una persona tranquila, no me gustan los problemas por lo que no los busco y no me meto en ellos; pero si hay algo que me pudre, no tengo de otra mas que sacar a la fiera que está oculta dentro de mí. Es por eso que te doy un consejo: no me hagas enojar.




...




- Si te rindes, el mundo pierde.

- ¡Oye! Yo no te pedí que ayudaras. Es más no pensaba volverte a ver. -le dije furiosa.

- ¡Eso no me lo pareció mientras gritabas por ayuda! -refutó.- ¿Y así me lo agradeces, gritándome? Eso me pasa por ser buena persona.

- ¡Tu fuiste el primero que me gritó! ¿Y ahora yo tengo la culpa? -le grité fuera de mis casillas. Pensaba agradecerle por la ayuda amablemente, pero me arrepentí al escuchar al idiota que salió sin razón alguna.

- ¡Sí! Dijiste que eras buena y mira. Ni a uno pudiste apuntarle con ese revólver. Que dicha que no acepté unirme a tu patético campamento.

- Si es tan patético, ¿por qué regresaste?

- ¡Porqué sentí pena! Estabas tan desesperada por compañía que regresé por lastima.

- Bueno, no necesito tú lástima. Así tómala y ¡vete por dónde viniste y espero no verte de nuevo en lo que me resta de vida!



...



La verdad fue muy insoportable. Estaba tan enojada que simplemente las palabras salieron de mi boca sin pensar. Claro que quería volver a verlo y sí estaba tan desesperada por compañía que lo hubiera aceptado aún con su mal carácter.


...



- Bien, pero si me voy créeme que no durarás mucho.

- He sobrevivido hasta ahora, puedo soportarlo. -no claro que no podía.

- Claro y por eso perdiste esta presa que se suponía que sería tu cena. -sacó de su bolsa una ardilla. Era la misma ardilla que perdí y lo sabía porque tiene una parte de la pierna rasurada debido a mi fallido intento por cazarla.

- ¡Esa es mi ardilla! -me pregunté desde cuándo me seguía.



...



Salté sobre él para tratar de alcanzarla, pero él es más alto y fuerte que yo. La alzó por arriba de su cabeza balanceándola de un lado a otro. Él repetía que era suya, pero yo insistía que era mía. Hasta que me hizo un trato.



...




- ¿Qué dices si acepto quedarme y yo consigo la comida y te ayudo con eso? -señaló las armas.


...




Yo lo miré desconcertada. ¿A qué estaba jugando? No entendí su comportamiento. De la nada cambió su actitud como si nada hubiera pasado. Para ser honesta: desconfiaba de él. Aún desconfío de él. Pero acepté.

¿Y por qué acepté?

Simple, tenía hambre y él tenía mi ardilla.

Ya estaba anocheciendo, cocinamos la ardilla o mejor dicho LAS ardillas. Tenía dos en su mochila. Al final no nos dirigimos la palabra.

Él en este momento está durmiendo mientras escribo en silencio.

"¿Cuál es su problema?" -me pregunté por su cambio repentino de actitud. Le estuve rondando a esa pregunta por horas.

¿Cuál fue mi conclusión?

Él está tan solo en este mundo como yo.

El diario de una sobreviviente- Parte 1 [Daryl Dixon-TWD]Where stories live. Discover now