Capítulo 20

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La hermosa Giorgiana Charpentier estaba sentada en el comedor elegante y decorado al estilo María Antonieta de los señores Terren. Sostenía su vaso de zumo de naranja muy cerca de sus labios, pero no bebía, mas bien parecía como si estuviera en otro mundo, con los ojos clavados sobre el candelabro que yacía en medio de la mesa. Se había mantenido de esa forma desde que llegó hace más de un mes. No hablaba con nadie. Trabajaba, eso era lo único que hacía. Pero pareciese como si eso tampoco la complaciera.

A pesar de que Giorgiana era un éxito rotundo en todo Lexington y viniera gente de otros estados solo para tener un vestido de ella. La joven no era feliz, sonreía fingidamente cuando estaba con sus clientas, platicaba de trivialidades con ellas y las halagaba. Pero nada más, en cuento se iban, la taciturna, fría y dura Giorgiana aparecía.

-Giorgiana...- le habló Catalina con algo de duda y para ser sincera, un poco de miedo por la forma en la que pudiera responder -Tienes que comer más, estás demasiado delgada.

-Estoy bien- le dijo secamente.

-No- se puso en pie la mujer, dejando a su marido en la otra cabecera algo nervioso.

-Mujer, déjala en paz, ¿no ves que solo está pensando? - la defendió el señor Terren, quien había agarrado un férreo cariño y respeto por esa joven.

-No Barend, ¿No ves que está en los huesos? - la apuntó con la palma de la mano hacia arriba -¿Qué es lo que te preocupa? Sé que odias, sé que guardas rencor, pero mi niña, te estas consumiendo.

-¿¡Y qué otra cosa puedo hacer!? - gritó de pronto desesperada -Me estoy pudriendo por dentro, y no sé cómo remediarlo.

Catalina se sentó en su lugar y suspiro mientras negaba con la cabeza.

-Sé lo que quieres hacer. Dudas- la miró -, pero se lo que quieres.

-Venganza. - le dijo saboreando la palabra.

-Sí, me lo suponía- Catalina fijo sus ojos en su marido -No es una buena salida, eres exitosa, rica y hermosa. ¿Qué mejor venganza que eso?

-Que se pudran en el infierno- dijo la joven con un odio desmedido -Eso es lo que quiero.

-Puedes hacerlo- asintió varias veces Barend Terren tras su copa de vidrio -Tienes las formas.

Giorgiana bajó la cabeza. Lo sabía bien. Todos sabían que Giorgiana tenía planificado la forma más perfecta de destruir a esas dos familias. Pero algo la hacía dudar, y ese algo eran Sara y Anica. Quienes no tenían la culpa de nada, pero estaban en medio.

-Te diré algo- dijo Catalina muy seria -Si quieres hacerlo, será mejor que lo hagas ahora porque la verdad no soporto tu humor- le dijo con franqueza -No sé si aliviará tu corazón, pero Dios me libre de tu mal genio un día más. Así que trae de una vez esa libreta que tienes rayoneada con tu odio y veremos cómo ponernos a trabajar.

-Pienso ayudar- asintió el señor Terren -Parece algo divertido.

-Oh, por el amor del buen Dios señor Terren, no la alientes- le dijo con un ceño fruncido que le hacía parecer más vieja y acentuaban sus facciones alargadas como de águila.

-Bueno mujer, si tú la ayudas, no veo por qué no hacerlo yo también. - dio una palmada y miró a la joven con una sonrisa -¿Qué tienes planeado?

Giorgiana caminaba tranquila entre la gente del pueblo de Lexington. Todos sabían quién era ella y era normal que se quitaran a su paso, puesto que era aún más común que esa joven mujer estuviera ocupada con algo, incluso algunos hombres le temían y algunos otros, aseguraban que era la causante de la herida del señor Johnson e inclusive, que aun portaba el arma que lo había dejado en cama a un hombre hasta el momento.

Una dama indomable (Saga Los Bermont 5)Where stories live. Discover now