Capítulo 6

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Lunes 19 de julio de 1876.

Diez años atrás.

Giorgiana no había visto nuevamente a ese muchacho. Casi parecía haber sido parte de su imaginación. A pesar de que diariamente iba a sentarse a ese jardín de camelias, esperando verle, el muchacho jamás se volvió a aparecer por ahí. No sabía nada de él, solo su nombre, y parecía que nadie lo conocía, solo aquel pequeño niño que había rescatado, pero él tampoco sabía nada de cómo encontrarle o por qué motivo estaría en la casa de los Millentmont. Según el pequeño, solo lo conocía de alguna vez en la calle, según dice, el muchacho llamado Kurt, le había dado dinero y le compro un bonito cometa rojo, el cual por cierto el niño le enseño.

Ese día, la joven decidió no volver a ir a ese jardín. Era tonto que siguiera teniendo esperanzas de verle cuando ya había transcurrido tanto tiempo. Incluso, quizá solo fuera un viajero extraviado que por error entro a la propiedad. Con la resignación en su cabeza, decidió acompañar a su pequeña hermana Katherine a escoger un vestido nuevo, en lugar de sentarse por horas en el jardín de camelias a la espera de algo imposible.

-Te agradezco que vengas a escoger el vestido- suspiró su hermana menor, sentándose holgadamente el la carroza. -¡Detesto las compras!

-Katherine, no vengo a escoger por ti, solo a acompañarte- le aclaró la joven.

-¡No!- suplicó la niña -Por favor, yo no quiero estar entre miles de telas, ¡Todo el mundo dice que no hay persona con mejor gusto que tú! ¿Por qué no hacerle un favor a tu hermana?

-Katherine, tienes que aprender a hacerlo por ti misma- le dijo -¿Qué haces cuando te vas a Inglaterra?

-Bueno, pero ahí no tengo opciones, aquí te tengo a ti- se inclinó de hombros la muchacha pelirroja.

-No sé cómo te aguanta la abuela- negó la mayor.

-Lo que yo no entiendo es: ¿Por qué tu no aceptas ir a Inglaterra con nosotros?

-Me gusta ir de vacaciones- aseguró la joven de cabellos azabaches -Pero prefiero Francia. Mil veces.

-A mí me gustan los dos lados- se inclinó de hombros la pelirroja -Pero allá están mis primos.

-Seguro que ha de ser un desastre- sonrió Giorgiana -Pero no más platicas, bájate de una vez, que ya hemos llegado.

Las dos jóvenes tomaron el camino hacia la mejor tienda en París. Su madre siempre les encargaba todos los vestidos a las mejores sastras de la ciudad, aunque en realidad, Giorgiana no encontraba diferencia entre unas y otras. El trabajo siempre era el mismo, los mismo patrones, los mismos cortes, los colores de "moda" eran los de hace tres años. No cambiaba nada y eso lo hacía aburrido. Por esa razón, ella legaba y escogía una combinación totalmente diferente, lo cual enloquecía a las modistas, pero no tenían mas opciones que aceptar los mandatos de esa joven y confeccionarle lo que quisiera.

Las hermanas entraron a esa hermosa tienda por las calles principales de París, muy cerca de la gran catedral y el río Sena. Ante sus ojos, una variedad de mujeres se paseaban por el lugar con telas en las manos, tomando birretes de los estantes, apuntando accesorios o indicando a las mujeres encargadas algún diseño que les hubiese gustado, era un desastre.

-Bienvenida a tu centro de tortura- le susurró a su hermana menor, viendo su clara frustración. -Vamos Kate, no te puede parecer tan malo.

-Mmm... veamos- pensó la joven -, combinemos estar encerrada en tu cuarto por tres semanas y no poder usar otra cosa más que el amarillo en las exhibiciones al público. - La miró -¿Qué te parece?

-Entiendo tu punto.

Las hermanas duraron algunas horas en ordenar los vestidos que les confeccionarían, una tremenda tortura para la menor de ellas, pero al final estaba todo resuelto, y a Giorgiana se le ocurría una recompensa para su hermana menor. La verdad era que Kate se había comportado como nunca, incluso no hizo ningún desastre dentro de la tienda.

Una dama indomable (Saga Los Bermont 5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora