Capítulo 50

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Ian.

Estaba perdiendo la cabeza, lenta y dolorosamente. Entre las dudas y mi irrefrenable necesidad de correr hacia ella, rogar por su perdón y poder ver aunque sea su rostro cabreado, iba a acabar explotando.

―Tienes que ir ―pedí paseándome por la oficina― no, no tienes. ¡Vas a ir!

―No, Ian, te quiero, de verdad, pero eso no va a ocurrir. No, señor.

Despeiné mi cabello y rasqué mi mejilla, la cual estaba moteada de pequeños y molestos vellos, los cuales picaron al contacto con mi mano.

Llevaba una semana completa volviéndome loco.

No había visto a Cindy en una semana, solo sabía lo que Lily me decía, que no era mucho, considerando que solo me llamaba cuando mis llamadas incesantes se volvían patéticas para ella. No sabía nada de mi bebé, ni siquiera si ya se había movido. Si ese era el caso, no podría vivir con el hecho de que no había estado allí para presenciarlo.

Pero lo peor de todo, era no haber visto a Cindy. No haber oído su voz, su risa, mirado sus hermosos ojos, tocado su piel o admirado su figura. Me gustaba mirarla, cada uno de sus gestos, y sabía que eso me hacía parecer un acosador, pero me daba igual.

No quería que ella pensara que ya no me interesaba, porque por muy hermosa que Cindy fuera, tenía sus inseguridades, al igual que yo. Ella temía que en cualquier momento la dejara, algo que me parecía completamente descabellado, pero para ella, era posible.

Pero desde que mamá me había llamado, dejando caer sutilmente que Cindy iría a cenar a casa, no había podido dejar de pensar en que aquella era mi oportunidad.

Lo único que necesitaba era conseguir que Alex se dejara caer por ahí con la excusa de pasar a saludar, para luego, obtener la información que tanto ansiaba tener.

―¿Tengo que recordarte todas las que me debes? ―pregunté, deteniendo mi incesante paseo para mirarlo con una ceja alzada. Alex, al ser un tanto descuidado y mujeriego, cada cierto tiempo se veía metido en líos de faldas. Líos que luego yo tenía que ayudarle a arreglar― Como aquella vez que despertaste junto a una chica que semanas después firmaba estar embarazada y su padre te buscó para obligarte a casarte con ella.

―Ni me lo recuerdes ―gruñó con el ceño fruncido y fulminándome con la mirada. Sabía que ya lo tenía― Muy bien, tu ganas, idiota. ¿Qué, en el infierno, quieres que haga?

(***)

Cindy.

La verdad es que nada estaba saliendo tan mal como yo había pensado.

La comida estaba deliciosa, no habíamos hablado de Ian y no había sido encerrada con nadie.

Desde mi punto de vista, íbamos mejor que bien.

Por supuesto, estamos hablando de mí, la suerte no es eterna cuando se trata de Cindy Cooper.

Cuando el timbre de la casa sonó, juro por Dios que casi me caigo de la silla. Gracias al cielo eso no ocurrió, pero lo que si ocurrió fue que me ahogué con el agua.

Fue vergonzoso, pero no tanto como haberse caído de la silla.

―Yo voy ―avisó Laura mirando de reojo a Savannah, quien le guiñó un ojo a su madre.

A cualquier Dios, o ya que estamos en una situación crítica, Demonio que me esté escuchando, ayuda. ¡Clemencia y misericordia!

Cundo Laura volvió con una cara de pocos amigos, trayendo consigo Alex, por poco suelto un grito de alivio. Pero luego caí en la cuenta de quién era Alex y se me pasó.

My Complement. MADLY IN LOVE #1Where stories live. Discover now