La sesión transcurrió rápidamente y, para mi fortuna, con los novatos respetando la tranquilidad del ambiente y aprovechando al máximo mi tutoría. Felizmente terminaron accediendo a mi sugerencia de establecer una tregua temporal, aunque no en plan amistoso porque únicamente trataron de ignorarse mutuamente el resto del tiempo que nos quedó, sin embargo, el que no se dirigieran la palabra no significó que Edison se negara a dedicarme una que otra sonrisa coqueta o que Adabella no le regalara vistazos llenos de desagrado a él cada vez que tenía la oportunidad.

La tranquilidad sólo duró hasta el final de la reunión, puesto que, en cuanto nos alejamos de los salones de estudio para regresar a nuestros hogares, las ganas que insultar al otro, que aparentemente estuvieron conteniendo, estallaron sin mayores impedimentos en el exterior. Afortunadamente Edison tomó un camino alterno mientras que Adabella prefirió caminar conmigo ya que, coincidentemente, ambas debíamos dirigirnos al mismo sitio, además, Dylan y Sophie no habían asistido a clases y Alan se había marchado hace unas horas por lo que no parecía mala idea hacernos compañía en el camino hasta el terminal de buses.

En nuestra travesía, bastante amena por lo demás, Ada —como me dejó llamarle—, me contó los motivos por los que le sería imposible simpatizar con Edison argumentando que él era un inmaduro que desde el primer día desempeñó el papel del típico chico problemático que a veces interrumpía las clases o fastidiaba a quienes le parecían insignificantes, entre ellos, ella misma, sólo que desde un inicio le dejó claro que no se iba a dejar pisotear por él. De todas formas ella me dio a entender que tiende a rechazar a personas como él desde que se enteró que un familiar suyo había sufrido de acoso escolar, y que su aversión hacia él incrementó en cuanto comenzó a jactarse de sus amistades insanas y de sus adicciones frente a todos así que sería difícil que ellos pudiesen congeniar.

Engreído, estúpido e insoportable fueron los adjetivos que más utilizó para referirse a él, bueno, al menos de los menos ofensivos que usó para hacerlo.

En realidad, estuve de acuerdo con sus razones pero de igual manera le recomendé que no intentara ponerse a su nivel sólo para tratar de hacerle ver que su comportamiento es inadecuado ya que eso podría suponer un gasto de esfuerzos en vano. Yo no sé nada de la vida de Edison, pero, según lo que ha dicho Ada, pienso que tal vez su personalidad es el producto de un cúmulo de malas experiencias, casi siempre es así, por eso es que creo que sería infructuoso insistir en contraponérsele, a no ser que seas un especialista o algo por el estilo. Y no podría opinar mucho más puesto que no conozco al chico ni su mundo, pero si hay algo de lo que estoy segura es que no voy a negarle mi ayuda si es que volviese a solicitarla, a ninguno. Ella me había agradado bastante.

Nuestra conversación acabo cuando el minibús arribó y me monté en él.

Durante el trayecto a casa no pude evitar reparar en que Ada se parece a mí en algunos aspectos, no exactamente en ese carácter algo hosco con el que se te presenta por vez primera, sino que en cuanto esconde detrás de aquel semblante. Pude deducirlo cuando, en los instantes en que quise ahondar un poco más en su vida, ella evadió mis preguntas con respuestas sagaces, nada groseras. Tal vez aquello se debió a que le generaba poca confianza o a que recién estamos conociéndonos, pero dejando de lado su renuencia a hablar de sí misma, sólo espero que, si en algo nos parecemos, no sea en ser buenas para reprimir nuestros propios tormentos.

No pienses en cosas negativas.

Los chicos peleadores, contra todo pronóstico, se robaron toda mi atención durante la tarde y eso no es algo que me disguste, al contrario, agradezco tener una nueva vía de ventilación que me ayude a despejar mi mente de vez en cuando. He de admitir que necesitaba distraerme, realmente los buenos y malos recuerdos creados el fin de semana recién consumado, la pasada noche, me arrebataron del todo la somnolencia. Sí, supuestamente había decidido esclarecer mis sentimientos, sin embargo y como siempre, mis divagues se salieron de control, por lo que me resulto dificultoso fundirme en el sueño, uno que espero poder conciliar en cuanto llegue a casa y resuelva las dudas que, por otro lado, he acarreado desde esa llamada que recibí estando aún en la playa.

El llanto de una Azucena© | Actualizaciones lentasWhere stories live. Discover now