12 Elevador

7.5K 91 3
                                    

ELEVADOR

¿Alguna vez te has preguntado si tendrás algún día la suerte de entrar a un elevador y quedarte atrapada con un guapo desconocido? ¿Te has preguntado si tendrás el valor, si por cosa de la vida eso sucediera, de dejarte llevar y cumplir tu fantasía?

Me lo he preguntado cientos de veces y aunque para lo segundo no tengo respuesta debo decidirme ya, porque de lo contrario perderé esta oportunidad. Estas cosas se supone que no pasan en la vida real, pero por algún motivo o cosa del destino, hoy me encuentro atrapada en este ascensor junto a un hombre atractivo, aunque mayor que yo, y estoy pensando cosas sin sentido en vez de actuar.

Mi mejor amiga, la devoradora de libros que me contagió, estará decepcionada si le cuento y le confieso que no me atreví a hacerlo. Tengo dos opciones.

Uno, dejo de pensar y me lanzo a él con el riesgo de que me rechace y termine humillada.

Dos, comienzo a contar ilimitadamente en mi cabeza para dejar de torturarme con las dudas.

—¿Estás bien? —Su voz, ronca y sexy, hace que lo mire y me quede prendada de sus ojos.

—Eh, claro —contesto nerviosa, si tuviera idea de lo que me pasa por la mente...

—¿Segura? —pregunta acercándose hasta que puedo sentir su calor corporal—. No eres claustrofóbica, ¿o sí? —Parece preocupado.

—No, solo estoy... —Pensando en lo ricos, que se ven tus labios y cómo se verá tu cuerpo sin ropa—. Bien. Estoy bien.

—Yo diría que estás nerviosa, ¿te asusto? No te haría nada malo.

Pero yo quiero que me hagas cosas malas, y sensuales.

—Yo... —No sé qué decir, él se ríe y yo también. Decidiendo por fin, ser arriesgada y tal vez estúpida, me inclino hacia arriba y cuando deja de reírse por mi cercanía pego mis labios a los suyos y me aparto cuando él no reacciona—. Lo siento. No pensé...

—Me alegro de que no pensaras —comenta antes de ser él quien ahora baje la cabeza y lleve sus manos a mi cintura para mantenerme prisionera y besarme largo y profundo.

Cualquier pensamiento racional desaparece y frenética me encuentro recorriendo sus brazos y hombros con las manos, luego me dispongo a desabrochar los botones de su camisa pero desisto cuando se niegan a salir y estoy demasiado distraída por su beso.

Besa jodidamente bien. Sus labios me devoran con pasión, tirando y mordiendo, chupando y haciendo que mi sexo se contraiga, deseoso de mucho más. Él por su parte me pega a la pared del elevador, lleva las manos a mi trasero para apretarlo y abandona mi boca para dirigirse a mi cuello. Gimo cuando su lengua roza mi piel y luego cierra los labios para chupar, continúa su camino hacia abajo y empiezo a lamentar no haberme puesto un vestido. ¿Por qué tenía que vestir vaqueros tan ajustados el día de hoy? Por suerte, la blusa es ancha y no tiene dificultad para quitármela.

Sus manos ahora se encuentran bajando las copas de mi sujetador y en segundos tengo su boca allí. Lamiendo, saboreando y mordisqueando mis senos. Se me eriza la piel y mis pezones se ponen duros hasta el punto del dolor. Nuevamente intento deshacerme de su camisa, esta vez consigo desabrochar los botones y no pierdo tiempo.

Recorro cada centímetro de su torso con la yema de mis dedos, deteniéndome en sus pezones para pellizcarlos. Luego me deshago de su cinturón y abro sus pantalones, tiro de ellos hacia abajo y, ahuyentando el pudor, sujeto su erección en mi mano, la cierro a su alrededor y según él devora mis senos, yo acaricio su longitud de arriba hacia abajo.

Jadea sobre mi pezón y como si no quisiera demorarse más, se aparta de mí y con brusquedad me da la vuelta. Ahora estoy de espaldas a él, frente a la metálica pared del ascensor con su pene cayendo en la parte baja de mi espalda. Se inclina sobre mí y siento su aliento cálido en mi oído.

—Eres fascinante, me encantas toda tú. Me cautivaste cuando subiste al elevador. Este no era mi destino pero joder... Me quedé prendado a ti —confiesa, tomándome por sorpresa—. Así que hice lo que mi mente, mi corazón y claro, mi polla, pedían a gritos —continúa diciendo rozándome con la punta de sus dedos donde sea que alcanza—. ¿Lista?

Antes de asentir, él ya está introduciendo su polla en mi empapado coño, abriéndose paso a través de mí. Estirando mi canal centímetro a centímetro con su gruesa polla, gimo cuando está totalmente dentro, jadeo cuando se retira despacio y grito cuando se mete de golpe.

Las primeras embestidas son lentas pero fuertes. Las sensaciones se acumulan y no consigo callar mis gritos, cada vez que grito él me penetra más fuerte y lo disfruto. Dentro y fuera, su pene va y viene mientras mi coño lo recibe gustoso cada vez. Mi cuerpo no tarda en empezar a temblar, las olas abrazadoras del orgasmo se van apoderando de mí.

Estoy ahí... Tan jodidamente cerca. ¡Sí. Sí. Sí!

Me vengo con fuerza, trayéndolo conmigo. Siento su pene sacudirse en mi interior mientras se vacía. Sus gemidos en ese momento me excitan de nuevo, recién me he corrido pero estoy preparada para más.

Protesto cuando sale de mí, ambos nos mantenemos en silencio mientras poco a poco volvemos a respirar con normalidad. Sin emitir palabras, nos vestimos y en ningún momento miramos al otro. Este era el momento temido, el del arrepentimiento.

Pese a que quizás había actuado descuidadamente y sin pensar, no me estoy lamentando. Joder, si él me dijera en este momento que siguiéramos en otro lugar lo haría sin dudar.

—Toma —dice, sacándome de mis pensamientos—. Llámame. —Me tiende una tarjeta negra con letras doradas y antes de que pueda decir algo, el elevador se sacude y las puertas se abren.

Él sale sin mirar a atrás y yo como tonta lo observo en todo momento pero, ¿quién puede culparme? Es seductor, apuesto e irresistible.

Las puertas se cierran y presiono el botón piso ocho, esos largos segundos que el ascensor me lleva a mi destino lo hago con una sonrisa tonta.

Por fin llego a la oficina del gerente y él me da mi horario de trabajo, mi uniforme y mi carnet de empleada. Con un suspiro me digo a mí misma que necesito el trabajo y no debo poner peros.

Ser la mucama en este hotel de cinco estrellas noes mi trabajo soñado, pero es lo que hay. Hoy mismo empiezo y espero, deverdad, que las cosas vayan bien.

Taboo WishesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora