11 Trajeado

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TRAJEADO

Ajusto mi corbata y me aseguro de que todo esté en su lugar. Una vez verificado eso, sujeto la rosa blanca en mi mano derecha y llamo al timbre con la izquierda.

Escucho el sonido de sus pasos sobre el piso de madera, el clic del seguro siendo retirado y el rechinar de la puerta abriéndose. Me tomo mi tiempo para recorrerla con la mirada. Se me atora la respiración y por un instante me quedo pasmado.

Ella está ahí, de pie, apenas cubierta con una tanga de encaje y sobre ella, cayendo en un vuelo transparente, una camisola azul contrastando con el negro debajo... Y para rematar, medias de encaje y zapatos negros de seis centímetros.

Paso la lengua por mis labios y trago en seco, me sonríe traviesa y se hace a un lado, reacciono por fin y me aclaro la garganta.

—Nena... Hola. —Tiendo la rosa hacia ella y la enorme sonrisa que llega a sus ojos aleja todo el estrés del día—. Te ves hermosa, sexy, y jodidamente increíble. —Termino gruñendo lo último, haciéndome camino y cerrando detrás de mí.

La apoyo contra la puerta y recibo un jadeo de ánimo, llevo mis labios a los suyos y la beso despacio, tomándome mi tiempo para degustar su boca. Olvida la rosa dejándola caer, y enreda las manos en mi cuello.

—¿Y la cena? —pregunta entre besos húmedos.

—Sabes que no voy a sentarme a comer tranquilamente luego de verte así.

—Se me hizo tarde, estaba por ponerme el vestido cuando llegaste.

La hago callar besándola más profundo, metiendo la lengua en su cueva y mordisqueando sus labios carnosos, sujeto su cintura y la alzo hacia mí, une sus piernas en mi espalda y la llevo conmigo a su habitación en el segundo piso.

—Espera... —interrumpe mi camino cuando estamos a mitad de la escalera—. Déjame verte —ruega.

—Ya me has visto cuando llegué.

—No aparté la vista de tus ojos mientras me devorabas examinándome. —Suspiro paciente y la dejo un escalón por encima del mío. Sus ojos recorren mi cuerpo y en su expresión veo que le gusta—. Me pone muchísimo verte en traje —admite.

—Por eso me lo he puesto —confieso, no me gusta llevarlo, pero como a ella le encanta, ¿quién soy yo para negarle tal gusto?

—Quiero que me folles con el traje puesto, no te lo quites. —Asiento de acuerdo—. Justo aquí —añade.

Sin más palabras hago que se siente sobre el escalón. Será algo incómodo pero estará tan envuelta en el placer que no lo notará, me aseguraré de ello. Me arrodillo entre sus piernas abiertas y me inclino hacia adelante para besarla en el cuello, en la garganta y su pecho.

Deposito besos dejando un rastro húmedo a mi paso; llego a sus senos pálidos que se yerguen excitados, ansiando atención. Con la lengua hago círculos alrededor de su pezón derecho, todo por encima de la tela transparente que los cubre, luego muerdo provocándole un jadeo. Repito el proceso con el izquierdo, escuchando atentamente sus bajos suspiros. Chupo el pico endurecido y lo ruedo bajo mi lengua antes de cerrar la boca sobre él y morder, gime sonora, arqueándose a mí. Levanto la camisola y la insto a quitársela, luego voy depositando besos de mariposa por su vientre, yendo al sur. Se tensa, ansiosa.

Mordisqueo la piel de su pelvis, con la lengua hago un camino por el contorno de la braga, provocándola. Alza sus caderas como pidiendo que la toque ahí. Accedo a su ruego silencioso apoyando mis rodillas un par de escalones más abajo, con los dedos hago a un lado su ropa interior y separo sus labios que me saludan brillosos. Mi polla se sacude ante la vista.

Sin más preámbulos llevo mi lengua a su clítoris y doy un toquecito que la hace saltar y jadear. De arriba abajo recorro su coño, esparciendo la humedad y disfrutando su sabor. Hago círculos alrededor de su clítoris para atormentarla y con mi dedo sondeo su entrada.

Sus caderas se mueven buscando más contacto, sus jadeos van en aumento y sintiéndome generoso, cierro los labios sobre su clítoris y succiono al mismo tiempo que introduzco un dedo en su interior.

Gime mi nombre alto y claro. Dejo de lado las provocaciones y me centro en volverla loca con mis dedos, labios y lengua. No tarda en retorcerse y gritar mi nombre cuando alcanza el clímax.

Continúo acariciando su carne sensible mientras poco a poco vuelve en sí.

Se ve seductora, exquisita y mi polla se mueve dentro de mis pantalones ante la expectativa.

—Dentro de mí. Ahora —exige. Sonrío, bajando la sensual prenda por sus piernas, lanzándola a cualquier lugar y más tarde haciendo mi camino de vuelta hacia arriba. Todo el tiempo regando besos por su cuerpo, rozando su piel con los dedos.

La beso en la boca, permitiendo que se pruebe a sí misma mientras que desabrocho mi cinturón y pantalón, bajo la bragueta y el bóxer. Mi pene cae en su muslo totalmente endurecido con una gota perlada reluciendo en la punta.

Lo tomo en mi puño y de arriba abajo me acaricio mientras devoro sus labios suaves. Luego llevo mi polla a su sexo y con la punta recorro la humedad, jadeo por el contacto y ella sisea, en espera. Sin ganas de retrasarlo más, me coloco en su entrada y de un único pero seguro empujón, me adentro en ella.

Su vagina se aprieta en torno a mi polla, sus músculos internos se abren para mí y está tan jodidamente apretada y mojada que sé que no duraré mucho. Salgo despacio para deslizarme nuevamente dentro, creo un ritmo lento y fuerte. Sigo distrayéndome con su boca mientras el placer aumenta... Y la velocidad de mis embestidas también.

Llega un momento en que los jadeos de ambos impiden que nos besemos como se debe, escondo mi cara en su cuello y mordisqueo la piel de ahí. Siento su coño apretarse continuamente, señal de que está cerca otra vez.

La observo todo el tiempo que su cuerpo se sacude en medio de la bruma lujuriosa, los cambios en su rostro y la mueca sexy que hace con sus labios cuando termina.

Me dejo llevar y me pierdo en ella, embistiendo con fuerza pero cuidando de no lastimarla.

Su nombre sale de mis labios en un gruñido mientras un estremecimiento me recorre y vierto en ella todo lo que tengo.

Debo esperar minutos para que la respiración se normalice. Torpemente nos pongo de pie y la llevo en brazos a nuestra habitación, a nuestra cama.

—Hola, tú. —Sonrío.

—Eso fue asombroso, amor —dice perezosa, estirándose como una gata en el colchón. Me aparto unos segundos para quitarme el traje que tanto le pone, ella hace un puchero.

—Te he follado con el traje, ahora voy a follarte desnudo. —Eso devuelve la sonrisa a su rostro y como la seductora que es, se pone de espaldas hacia mí. Sobre sus manos y rodillas en la cama, meneando su trasero hacia mí.

Mi polla cobra vida y me apresuro en quitarme laropa para darnos lo que tanto ansiamos.

Taboo WishesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora