7 Ella y Yo

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ELLA & YO

F/F

Fuera del club Play Room las calles están llenas, la noche promete fiesta. Yo espero la llegada de Kim para empezar nuestra propia celebración de Año Nuevo. Un auto naranja se detiene en el arcén, su esbelta figura abandona el taxi y con pasos seguros va hacia la entrada del club.

Lleva un vestido corto de cóctel dorado y unos tacones negros que gritan "Fóllame". Su melena rubia cuelga sobre sus hombros y solo puedo mirarla embobada. Mi novia está buenísima. Ella insiste en decir que tuvo la suerte de conocerme pero yo pienso que es al revés.

Dejo que piense que la espero adentro y cuento dos minutos antes de seguirla, ya está en la barra inconscientemente atrayendo miradas de féminas y hombres. En vez de entrarme celos me siento orgullosa de tenerla, porque es mía.

Pide un Martini sucio y una cerveza en jarra para mí. Despacio recorro la distancia que nos separa, el barman coquetea con descaro con ella y contengo una risa. Pobre, no tiene oportunidad. Mi hermosa le sonríe amable y da un sorbo a su copa, pasa la lengua saboreando el líquido que quedó prendado en sus labios.

Me coloco a su espalda y tomo un mechón dorado acariciando la suave textura, descanso una mano en su cintura y me inclino para susurrarle al oído.

—Estás preciosa. —Siento su sonrisa antes de verla, se recuesta sobre mí, oprimiendo mis pechos bajo el vestido suelto que llevo, es ajustado en el busto y con la falda en vuelos, calcé unos zapatos planos negros del mismo color que el vestido y aun así soy más alta que su metro sesenta, más los ocho centímetros añadidos por los tacones de infarto.

Se gira para enfrentarme y me tiende la cerveza, doy un sorbo de la jarra disfrutando del frío sabor amargo.

—Te queda bien —dice elogiando mi vestido, siendo un regalo suyo.

—¿Qué tal la cena con tus padres? —pregunto, en Nochebuena cenamos a solas en mi apartamento, debido a que no tengo familia y la suya no acepta lo nuestro, decidí que era mejor que en Nochevieja estuviera con ellos y aunque ella no quería lo aceptó para estar bien con ellos por un tiempo.

—Hubiera preferido pasarla contigo —confiesa, paso el dorso de mis dedos por su mejilla y recorro sus labios con el pulgar—. No fue tan malo hasta que tocaron el tema de las relaciones. —Su tono es triste, maldigo a sus padres arcaicos de mente cerrada por ponerla así.

Alzo su rostro y le doy un beso casto.

—Sonríe —incito—. ¿Bailamos? —pregunto, sabiendo que eso alejará los pensamientos agrios, porque ella adora bailar. Terminamos nuestras bebidas y tomando su mano nos guío a la pista. Balanceamos nuestras caderas al ritmo de Rihanna en Needed Me.

Llamamos la atención de muchos y es normal, con dos mujeres dignas de ver bamboleando sus curvas, incitando al pecado. Una canción tras otra nos movemos sensualmente hasta quedar sudorosas, cada roce de su piel pone en llamas la mía. Cada toque sugerente de su mano en mi cintura o recorriendo mi espalda, la fricción hace que me suba la calentura, pensamientos indecentes inundan mi mente.

Sonríe provocativa, me encuentro con ella en cada oscilación. Bailamos hasta quedar exhaustas, volvemos a la barra y pedimos las mismas bebidas de antes. Una vez saciada la sed agarro su mano y tiro de ella hacia los baños.

Play Room no es un club cualquiera, es uno exclusivo y por lo tanto los servicios parecen salidos de revista. Espejos por doquier y mármol reluciente, cubículos separados para la privacidad de los clientes y justo ahora vienen muy bien.

Tenemos suerte de encontrar el baño vacío. Cierro con pestillo y antes de que mi novia pregunte la sujeto del pelo e introduzco la lengua en su boca. No hay juegos previos ni ternura de por medio. Es pura lujuria.

Ella me besa con ganas, siguiendo mi ritmo y haciendo maravillas con sus labios, chupa mi lengua y recorre mi cavidad. Las manos inquietas me recorren por donde pueden alcanzar, yo en cambio tiro del escote de su vestido hacia abajo y libero los pechos comprimidos por el encaje.

Son grandes y cremosos, los pezones rosas erguidos por la excitación y eso que apenas empezamos. Amaso los pesados globos y aprieto un poco, pellizco los pezones y la escucho jadear en mi boca, sonrío por la respuesta y abandono sus tentadores labios para dejar besos húmedos por su clavícula, bajando por su pecho y yendo directo a sus senos.

Introduzco el derecho en mi boca y chupo arduamente, mientras al izquierdo lo torturo con mis dedos. Ella por su parte desliza la mano bajo la falda ancha de mi vestido y sin preámbulos me toca por encima de las bragas.

Siente la humedad y no tengo que pedirle que me toque debajo del algodón, lo hace y la primera caricia me hace gemir. Allí es gentil, todo lo contrario a mi asalto a sus pechos, encuentra el botón escondido y poco a poco, con toques seguros me pone a tope. Cambio de un seno a otro, escuchando sus gemidos bajos, disfrutando de sus dedos en mi coño.

Decidiendo que es hora de nivelar el juego, levanto la falda del ajustado vestido y la dejo enrollada en su cintura. La pego a la pared perpendicular a la puerta del pequeño espacio y aparto su tanga a un lado. Descubro que está igual o más húmeda que yo y me enciendo más por saber que la he puesto así, recorro su sexo por encimita para provocarla, luego separo sus labios y con el pulgar palpo su clítoris, hago círculos alrededor y sobre él.

Los sonidos de placer van en aumento, muerdo mi labio y le cubro la boca cuando se escucha una puerta siendo abierta. No dejamos de sobarnos, al contrario nos sentimos al límite sabiendo que alguien podría escucharnos. Conteniendo los gemidos, sin parar de acariciarnos y observándonos nos acercamos a la cúspide. La siento temblar cuando el orgasmo pasa a través de ella, la sigo un instante después.

En vez de calmar mi cachondeo, este va en aumento. La beso desesperada, porque quiero más. Me dejo caer de rodillas y bajo su ropa interior, tiene los ojos cerrados y no pone peros, aún sumida en las olas que la atravesaron.

Con los dedos mantengo sus labios abiertos y acerco mi boca a su sexo. La tierna carne de su coño rosa está reluciente y me llama, con la lengua recorro su atributo, ella se sacude cayendo en cuenta de lo que hago. Terminando de regresar a la realidad y deseosa por lo que voy a hacerle, entierra los dedos en mi pelo y mantiene mi rostro en su entrepierna.

Lamo una y otra vez toda su extensión, saboreando sus jugos y haciéndola retorcerse, su cadera empieza un vaivén restregando su parte íntima contra mi boca, perdiendo el control y cada vez más cerca de venirse. Sondeo su clítoris y centro allí mis caricias, ella jadea motivándome a aumentar el ritmo de mis lamidas. Lo hago y no pasa mucho tiempo para que la sienta correrse, esta vez por toda mi cara. Aún sin darle descanso, añado mis dedos al juego llevando dos al interior de su coño que se aprieta por las olas del orgasmo.

Entro y salgo de su canal, está tan mojada que podría agregar dos dedos más pero me conformo añadiendo uno. Con tres dedos en su vagina y mi lengua sin dar descanso al cúmulo de nervios, me convierto en la dueña y señora de su satisfacción. Dentro y fuera, lamida, succión y mordida. Creo un patrón que la vuelve loca, alzo los ojos y la veo con los suyos cerrados y con la boca cubierta con su mano, amortiguando los gemidos.

Me atrevo a añadir otro dedo sin dejar de verla, sus ojos se abren y se ruedan, no puede acallar por completo el sonido que le provoca eso. Contenta por el resultado, me empeño en darle un último clímax, uno más fuerte que los dos anteriores. Succiono el botoncito y acaricio el punto en su interior que la hará enloquecer, sus estremecimientos me anuncian la pronta llegada del gran O, acelero el movimiento en su interior y paso la lengua repetidas veces y de forma rápida sobre su clítoris. Se sacude y las piernas le fallan, sostengo su peso reduciendo el ritmo.

Susurra mi nombre en medio de un gemido y sin más se deja ir. Por largos segundos solo la observo tratar de regular su respiración, cuando pasan unos minutos y puede mantenerse en pie, me levanto y la beso despacio. Hace amago de querer tocarme pero la detengo.

—Continuaremos en casa, nena. —Asiente y me da una sonrisa satisfecha, me siento orgullosa y mi sexo se aprieta porque si eso es lo que yo he provocado en ella, lo que me causa a mí es el doble de increíble y esta noche cuando estemos en mi apartamento gritaré su nombre sin importar quién lo escuche.

Taboo WishesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora