Capítulo 8: Preámbulo

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El aura de disgusto que por un momento rodeó a Máximo se desvanece, en su lugar, un tenue brillo se forma en sus ojos mientras llama a SIS como si de un humano se tratara.

—SIS, saluda a Aletehia. Se conocieron en la tarde. Es mi prometida y la nueva integrante del núcleo familiar —Dirige su mirada perdida, hacia mí—. Háblale Aletheia, ella necesita escucharte para luego verte.

Su entusiasmo por las tecnologías arcaicas me hace sentir obligada a sonreír y obedecer.

—¿Hola? —No puedo creer que deba hablarle como a una persona y no a una simple máquina—. Yo soy Aletehia, hablamos esta tarde Máquina. SIS.

Máximo me clava la mirada cuándo llamo a sistema de servicio 'Máquina'. Así que me corrijo y elevo los hombros en busca de su aprobación. Él relaja su expresión en respuesta.

—Hola Aletheia. —responde la voz, en el mismo tono monótono que empleó horas antes.

—SIS, necesito que la agregues a tu base de datos —Máximo se deja caer sobre el espaldar de su silla—. Aletheia, ponte de pie y quédate quieta justo ahí —Señala un espacio vacío en medio del estudio—. Y asegúrate de llamarla SIS.

Sin previo aviso soy rodeada por rayos multicolores, provenientes de las cuatro esquinas del cuarto, que recorren mi cuerpo centímetro a centímetro como si me desnudaran. Un pitido agudo me hace dar un respingo hacia atrás, el mismo pitido marca el final del escaneo. La respiración se me corta al sentir el peso de una mano en mi hombro. No sé en qué momento Máximo se levantó.

—Al principio SIS se puede confundir cuando le hables, pero ya se acostumbrará a todo tu registro de voz. Por ahora te reconocerá en cualquier lugar de la casa, aunque tu rostro no esté visible a sus sensores. —dice, aun sosteniéndome por la espalda—. Tu dedo, ponlo ahí—Me señala una zona pequeña incrustada en la pared cerca de la pantalla de vidrio.

Al ingresar mi índice un pinchazo me estremece. Él pone su dedo también unos centímetros a la derecha sobre la misma pantalla, estoy segura que recibe el mismo punzón, pero ningún gesto suyo lo confirma.

En la pantalla las instrucciones comienzan a aparecer:

"Ingrese clave por voz"

—Nobilis dieciséis —deletrea Máximo.

—Confirmado—escucho a SIS responder.

"Confirmación de clave por el segundo inquilino"

Máximo me hace señas para que repita sus últimas palabras, y yo obedezco tras inclinar mi cabeza.

—Nobilis dieciséis

—Registro de voz aceptado, reiniciando sistema en veinte segundos.

Sin pensarlo retiro mi dedo de la pantalla al escuchar a SIS anunciar el reinicio, me giro hacia Máximo en busca de respuestas, estoy por hablar, pero él se adelanta.

—Estaremos sin sistema un par de minutos. En tanto te traeré algo de ropa —dice, para luego dejarme sola de pie en el salón.

Cuando regresa lleva entre sus brazos un paquete similar al de la mañana. Al recibirlo descubro en su interior un pijama y bajo este, camuflado, un cubo metálico que encaja en la palma de su mano.

—Gracias —Es lo único que me atrevo a decir, pero no logro retirar mi vista del objeto gris.

—Es mi deber —responde y luego, mira la caja—. Tengo algo más que entregarte.

Se acerca hasta estar a menos de un paso de distancia, puedo escuchar su respiración sobre mi cabeza y ver sus manos cerca de las mías, en el cubo logro detallar un grabado con el emblema familiar sobre la cara superior. Máximo presiona con su índice sobre el emblema, lo que activa la caja. Esta comienza a separarse unos milímetros por la mitad, para luego activar la rotación lenta de la parte superior, mientras se ilumina con un brillo azulado.

NobilisWhere stories live. Discover now