Mi más grande sueño se volvió realidad, conocí a Alan Rickman pero hay un problema, a pesar de la creencia popular él no es para nada amable, al menos no conmigo, ni siquiera me dirige la palabra. Haré lo imposible con tal que me hable.
-¡Esta abierto!- Grité desde el sillón de la sala.
-Cada día nos hacemos mas lentos cariñito.- Dijo Emma cerrando la puerta tras de si.
Solté un bufido.
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-Prueba estar de 8 meses de gemelos Thompson.-
-Tranquila mujer, solo bromeaba.-
-Ya necesito que salgan, quiero volver a sentirme normal en mi cuerpo.- Acaricié mi vientre.
-¿Ya saben como se llamaran?-
Asentí.
-Desde el principio Alan les puso Mark y Rosie y decidimos dejárselos, aunque necesitan un segundo nombre.-
-En vez de Rosie pueden ponerle Rosamund y ya no necesitaría un segundo nombre porque es lo suficientemente largo.-
-Rosamund Rickman -repetí- me gusta.-
-¿Goma de mascar?- Ofreció Emma.
-Si por favor.-
Rebuscó en su bolso hasta que un paquete de cigarrillos cayeron a mi lado.
-No sabía que fumabas.- Jalé la cajetilla
-No lo hago -seguía buscando en su bolso- es un hábito asqueroso, me alegro que lo hayas dejado.
-Más de la mitad de tus cigarros están fumados -los olfatee- huelen a que los fumaron hoy.-
El color se le fue de la cara y me miró como si fuera un fantasma-
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-Así los compre, -comenzó a tartamudear- son para un papel en el teatro... necesitaba practicar...y yo...
Alan entró corriendo, gotas de lluvia chorreaban de su cabello. Se congeló al ver los cigarrillos en mi mano.
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Se quedaron viendo por un buen rato.
-¿Me dirán que esta sucediendo? Han estado actuando raro desde hace meses y ahora fumas a escondidas Emma? ¿Está todo bien?-
-Son míos amor, Emma los guardó por mi.-
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-!Pero que...- Un dolor punzante recorrió mi vientre hasta la espina dorsal. Sentí agua corriendo entre mis piernas.- Los bebés...vienen...ahora- Dije entre jadeos.
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