Ian siempre olía muy bien, era una mezcla particularmente deliciosa que no sabría describir. No sabía si tenía que ver con algún costoso perfume o solo se trataba de él, de su aroma particular. Pero me encantaba, al igual que el agradable calor que desprendía su cuerpo y la sensación de especial pertenencia y seguridad que él me brindaba. Como si mi lugar estuviera junto a él.

En algún punto entre el aburrido programa y el calor que me brindaba el cuerpo de Ian terminé por caer dormida.

Solo esperaba no haber babeado ni que mi boca estuviera abierta, porque eso no era ni adorable ni sexy. Más bien era desagradable.

Cuando me desperté ya faltaba poco tiempo para la fiesta de Ian y me encargué de regañarlo por dejarme dormir tanto tiempo. Pero claro, él se excusó diciendo que me veía cansada y demasiado adorable dormida como para despertarme.

Eso no haría que su novia despertara milagrosamente más guapa y lista para ir a una fiesta donde habría un motón de personas asquerosamente ricas y refinadas, pero sí logró hacerme feliz. Hasta que recordé que estaba despeinada, babeada, con los ojos hinchados y la almohada marcada en la cara, ahí tuve un mini paro cardiaco y volví a odiarlo por ser tan condenadamente lindo y considerado.

Me di una rápida ducha en la que perdí parte del cabello, sonroje mi piel al frotarla tan rápido y casi caigo de culo, pero salí viva y eso es lo que importaba.

Busqué un vestido entre los que Laura me había regalado, decantándome por uno color lila hasta las rodillas, escote en v, y un cinto negro en la cintura con un pequeño moño.

Era un lindo vestido, y la tela era muy suave.

Me maquillé rápidamente, ahumando mis ojos con tonos tierra y dorados brillantes que no opacaran el vestido y se complementara con este. Delineé mis ojos para enmarcar mi mirada y me coloqué un labial color camel.

Luego de arreglar mi cabello hacia un costado y darle pequeñas ondas con la onduladora, salí del baño encontrándome con un ansioso y nervioso Ian que se paseaba por la habitación.

―Lo bueno es que no estás nervioso ―comenté con una sonrisa acercándome a él y tomándolo de la mano para detener su paseo incesante. Sus manos estaban un poco sudadas, pero no me importó.

Se veía simplemente irresistible en ese Smoking que se le ajustaba en los lugares adecuados. De color gris oscuro, camisa blanca, y corbata y pañuelo negro. Le quedaba como un guante, hecho evidentemente a la medida.

No sé si eran las hormonas, pero de la nada había comenzado a hacer calor, sobretodo porque tenía a Ian súper mega híper cerca.

―No lo estoy, pero no me gustan las fiestas ―dijo mirándome fijamente, moviendo su mirada desde mi cuerpo hasta mi rostro, deteniéndose para escanear mi rostro― te ves hermosa, aunque si tengo que reconocerlo, te prefiero en leggins, con el cabello al natural y sin maquillaje. Eres hermosa sin todos esos alicientes.

―No seas adulador. Pero ya que estamos, también te prefiero sin ese traje, aunque a diferencia de ti, te prefiero sin nada en absoluto ―murmuré con descaro mirándolo fijamente, su mirada e oscureció considerablemente y se acercó para besar mis labios, pero a último momento corrí mi rostro para que sus labios tocaran mi mejilla.

Lo oí gruñir por lo bajo, como un animal primitivo. Aunque podía sentir en mi piel una sonrisa comenzando a dibujarse.

―¿Por qué haces eso? ―susurró en mi oído besando mi cuello muy lentamente, dejando salir la punta de su lengua y erizando cada vello de mi cuerpo.

Se estaba vengando. ¡Pero yo solo había evitado que arruinara el maquillaje y termináramos en la cama, llegando tarde y poniendo más histérica a su madre!

My Complement. MADLY IN LOVE #1Where stories live. Discover now