—No hace falta, prez. Aquí viene —nos avisa Zach, y volteamos nuestras cabezas hacia el Land Rover modelo Holland & Holland que se acerca.

El mecánico en mí, y el amante de autos y motos, admite que es impresionante ver una máquina tan lujosa y malditamente cara como esa. No vemos muchos autos de ese tipo en el taller de mecánica Baxter, a excepción del Ferrari California de John Smith.

El conductor se detiene, apaga el vehículo, y luego se baja. Cuando cierra la puerta, nos mira a todos estudiándonos con atención.

Albert Evans, de él Lorelle tomó su apellido actual. Él es el chofer de la familia Donovan y nuestro contacto. Solo hemos hablado con él por teléfono.

El hombre de cuarenta y ocho años es alto, de cabello castaño y pocas canas. Tiene puesto su negro y elegante uniforme de chofer, junto con sus guantes blancos y gorra. En el lado derecho de su chaqueta tiene bordada la letra D en color dorado, y cuando termina de observarnos, sus pasos enfundados en lustrosos zapatos, se mueven hacia nosotros.

—¿Quién de ustedes es Dylan Kay? —pregunta con un distinguido acento cuando se detiene frente al grupo.

Me cruzo de brazos. —Ese jodidamente, soy yo. —Me quedo en mi sitio, y sus ojos se mueven hacia mí.

Después de asimilar que soy el hombre que está haciendo todo esto por Lorelle, su cabeza se mueve al asentir y dice: —Antes que todo tengo que saber, ¿cómo está ella? —Su pregunta está cargada de afecto sincero.

Dentro de mi caja torácica, los pulmones se llenan de aire, luego se vacían, y mi corazón late más deprisa cuando pienso en mi mujer. No importa si son días, horas o minutos sin ella, pero la cuestión es la misma, la extraño y la necesito condenadamente mucho.

—Lorelle está perfectamente bien —respondo con la verdad, y Albert se relaja y después se quita un guante y nos saluda con la mano a cada uno.

Él respira profundo. —Han pasado más de cinco años desde la última vez que la vi —comenta, y su gesto se vuelve nostálgico—. Ese día la recogí en el colegio Stanton Elite y la dejé en la entrada de la mansión. Ella estaba tan nerviosa y asustada, y tuve tantas ganas de decirle que no entrara porque sabía que algo no estaba bien, pero eso era imposible de hacer si no quería que me despidieran o me acusaran de secuestro —masculla descontento, y mi estómago se tensa al volver a pensar en una joven Lorelle con miedo—. Mi jefe, Frederick, estaba actuando muy raro. y eso es mucho decir porque así es él todo el tiempo, pero lo que nunca imaginé fue que Lorelle se escapara —concluye apesadumbrado.

—¿Qué pasó exactamente el día después de que ella se fuera? —pregunto. Quiero los malditos detalles para alimentar más mi desprecio hacia ellos—. Ya sabemos que sus padres adoptivos no llamaron a la policía ni la buscaron o contrataron a algún jodido detective. —Estoy molesto.

Tristemente, Albert niega: —No, no hicieron nada de eso, Dylan —confirma, y todo mi cuerpo se estremece con la fuerza de mi ira. Mi hermosa hada, echada al olvido por su familia adoptiva—. Frederick la castigó por hacerle pasar esa "vergüenza" de liarse con el enemigo, el chico Walker.

Resoplo. —Seh, ya tuvimos el placer de conocerlo —digo con frío desdén, y mis hermanos ríen sin humor también.

—Carl me dio una idea de lo que harían —replica asintiendo—. Gracias a ustedes, hoy todo Stanton sabe que Leonardo está vacacionando en una habitación de hospital, golpeado y con varios huesos rotos.

—Leímos la noticia en el periódico esta mañana, pero ese trabajo no lo hicimos nosotros. —le aclara Daniel—. Fueron los Korsakov.

Los ojos marrones de Albert se agrandan atónitos. —¿Los Korsakov? ¿Él también está ligado a ellos?

Esperando por ti (Dragon's Family #2) (CORRIGIENDO)Where stories live. Discover now