34. La familia

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—Es que es un poco hombre —por milésima vez Amy empieza su ronda de insultos hacia Jackson. Pese a que sus palabras son bruscas, sus acciones son todo lo contrario. Sostiene mi mano con delicadeza, acariciándome—. No puedo creer que se ha atrevido a golpearte.

—Estoy bien —aseguro a Am, a mí nana y a Steven, este último, a diferencia de las dos mujeres sentadas en el sofá, junto a mi, no deja de caminar por el salón, sin hacer ningún tipo de comentarios, pero puedo ver en sus ojos el enojo e indignación.

No es el rostro lo que más me duele, son ellos. Saber que sufren y se preocupan por mí.

—¿Y Mark por qué no llega? —indaga Amy. Su comentario me pone nerviosa. Invitándome a reflexionar sobre el tiempo que ha pasado desde que mi abuela los llamó a todos. Mi corazón se encoge al recordar la expresión de horror en su rostro apenas regresó del mercado y me vio. Aunque me limpié la sangre del rostro, el moretón en mi mejilla, las garras de Jackson clavadas en mi cuello, mi labio inferior y nudillos, son lesiones que no se pueden ocultar del todo—, ya debería estar aquí.

Steven detiene sus pasos e inspecciona el reloj en su muñeca.

—Jackson dijo que lo lastimaría —comento con el horror y la tensión instalándose en mi voz. No quería agobiar a Mark con esto, pero empiezo a preocuparme. Sin dudarlo más, tomo el móvil y lo llamo—. No responde.

Tras varias timbradas, informo a los demás.

—Tranquila mi vida, él está bien —asegura Steven—. Para ser sincero, ahora, me preocupa más lo que mi hermano pueda hacerle a Jackson.

El reflejo de aquella idea, de ese temor al pensar que Mark está cerca de una persona tan enferma como Jackson, se manifiesta en mí, angustiándome.

—Y lo que yo le haría —brama mi abuela, enojada. Tomo su mano, calmándola. Ha estado hecha una fiera desde que llegó a casa y me vio.

El crujido de la puerta nos distrae a todos y mi corazón late con fuerza al verlo entrar. Con largos pasos se acerca, me quedo sentada en el sofá analizando la furia plasmada en sus facciones.

—Rachel —musita, arrodillándose frente a mí, apoya el cuerpo sobre sus talones, dejándonos a la misma altura, nuestras miradas se encuentran y con lentitud acerca una de sus manos a mi rostro, me acaricia la mejilla, el tacto de Mark es suave. Él inspecciona cada parte visible de mi cuerpo, su acción se vuelve más intensa, al detenerse en mis manos, la toma de repente entre las suyas, observando los daños qué hay en mis nudillos; Están rojos, con pequeñas grietas en el.

—Lo golpeé. Duro —le comento con exagerado orgullo, intentando romper ese silencio indescriptible que envuelve el lugar. Mark me dedica una sonrisa, cuya forma es más cercana a una mueca. Eleva la mirada hacia mí, donde nuestros ojos vuelven a encontrarse—. Estoy bien.

—Ese miserable —murmulla con furia contenida—. Jamás dejaré que vuelva acercarse a ti, mi amor.

—Mark, Pratt ya está tramitando la demanda y solicitud de alejamiento —comenta Steven, con afán de mejorar el estado de ánimo en su gemelo—. Es seguro que hoy mismo lo detengan.

—¿Detenerlo? ¿Cómo? Si ni siquiera está en su casa y probablemente no vuelva ahí —gruñe mi novio, todos nos quedamos en silencio, reconociendo su confesión de haberlo buscado.

—Mark —tensa, menciono su nombre. Amy y mi abuela se levantan del sofá, indicando que traerían algo para beber, Steven no duda en unirse a sus planes—. No debiste ir, Jackson ha enloquecido.

Vuelvo a hablar apenas nos quedamos solos.

—¿Ya tomaste algún medicamento? —Ignorando mi comentario, se levanta para sentarse a mi lado, sigue sosteniéndome la mano— ¿Te duele mucho? ¿Quieres que vayamos al hospital?

¿En clases no? - YA EN FÍSICO Where stories live. Discover now