2. El número

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Miro las pequeñas hojas de los árboles caer, el viento golpea con suavidad mi rostro mientras disfruto la bonita vista del mirador de la ciudad, Jack ha ido a comprar helados y por primera vez, desde que salimos de la universidad, mi cuerpo se relaja. Quizá, acceder a salir con él no fue una buena idea, la tensión entre nosotros parece aumentar cada vez más. Es evidente que sigue de mal humor porque el señor Harvet no aprobó su petición para que se una a la clase.

Sentada sobre la delgada manta en el suelo, suspiro abrazando mis rodillas.

—¿Te fue bien en tu primer día de clases con Harvet? —Pregunta mi novio al regresar y sentarse a mi lado.

No me había percatado de su llegada. Con una sonrisa nostálgica lo recibo, él me enseña los dos grandes vasos de helado de chocolate que ha traído y agradeciéndole tomo uno.

—Es maravillosa esta vista —comento, haciéndole saber que aprecio su invitación a mi lugar favorito de la ciudad, es tranquilo y lleno de vida.

     Jackson me mira sorprendido por mi repentino cambio de tema, por un segundo pienso que va a protestar sin embargo no lo hace. En su lugar, sus ojos dejan mi rostro y caen a mis pechos, acostumbrada a su actitud cambiante lo miro sonreír entretanto toma nuestros vasos de helado, dejándolos lejos del pequeño manto en el que nos encontramos sentados.

—Preciosa —dice con ternura—, no tienes idea lo mucho que te quiero.

     Un brillo de determinación asoma sus ojos, me acerco a él abrazándolo.
Finalmente el chico que conozco desde mis catorce años está de vuelta, relajado y dulce, levanta lentamente su mano llevándola a mi espalda.

—Y yo a ti, Jack.

Jackson sonríe complacido, busca mi boca y me besa con pasión. «Mi hermosa Rach, te quiero, de verdad lo hago» Dice y la euforia con la que habla enciende todo en mi. Sus manos me acarician los hombros, la espalda, cintura y muslos, emito una pequeña protesta ante lo irracional que estamos siendo.
«Jack, en cualquier momento puede llegar alguien» Le recuerdo y a él parece no importarle. Su cuerpo pronto está encima del mío aplastándome, se mueve entre mis piernas siguiendo el ritmo en la que su boca devora mi cuello. Me quejo al sentir como las pequeñas piedrillas debajo de la manta se clavan en mi espalda.

—No aquí —digo colocando mi mano en la de Jackson que vaga por mis piernas.

— Rachel —se suelta de mi agarre, apretando sus caderas en las mías lo que provoca que un chillido se escape de mi garganta, sentir el frío y duro suelo en mi espalda no estaba siendo del todo agradable, tratando de no pensar sigo el beso desesperado de Jackson—. Me estoy cansando de ti.

Su sincera confesión me entristece de la misma manera que me enoja.

—Podría llegar cualquier persona —Repito. Lamento rechazarlo, aunque quisiera, soy incapaz de olvidar el lugar en el que nos encontramos, además de la protesta de dolor que hace mi espalda.

Su bufido anula mi voz, no duda en vociferar lo aburrida que soy y antes de reincorporarse maldice. Respiro, lenta y profundamente. «No... Esto no está bien. No estamos bien» Termino por aceptarlo y duele; Lo quiero, sé que él me quiere a mí, pero no podemos seguir así, vamos a terminar lastimándonos y joder, el pensamiento, me horroriza.
Decido guardar silencio mientras lo observo tomar nuestros helados que están a casi derretirse.

—¿No te ha gustado? —Jack habla, más que una pregunta parece una afirmación. Lo miro fastidiada por su tono—. ¿Qué? Ni siquiera lo has probado, que molesta eres.

¿Pero de que va? Ni siquiera hemos tenido tiempo.

—¿Quieres parar, Jackson?  —exhalo la decepción que resuena a través de mi cuerpo por su comportamiento—. No sé qué te pasa, pero basta.

¿En clases no? - YA EN FÍSICO Where stories live. Discover now