7. Un bonito para siempre, o la peor desilusión amorosa

738K 54.2K 58.1K
                                    


—Todo está bien, cariño —la voz dulce y calmada de mamá, tranquiliza mis nervios. Verla en aquella cama de hospital, somnolienta por los efectos de los medicamentos aplicados, es más difícil de lo que imaginé.

—¿Cómo te sientes, mami?

—Bien. Con sueño —responde en casi un susurro, manteniendo sus ojos cerrados.

—Se debe a los efectos de los medicamentos. Será mejor que descanse —recomienda Katty, la enfermera y amiga de mamá que se encuentra en la habitación. Asiento, acercando mis labios a la frente de mi madre.

—Te amo, extraña —susurro dejando un silencioso beso—. Eres mi vida.

—Tranquila Rach, Karla es una mujer fuerte, estará bien —Katty comenta acompañándome a la salida de la habitación—. La mantendremos en observación hasta mañana, será mejor que vayas a casa —me niego a su sugerencia—, y prepares todo para esta noche, estaba segura que querías pasar aquí con ella.

—Tienes razón. Iré por algunas cosas a casa. No tardaré —informo—. Por favor, cuídala.

—Así será, Rach.

Agradeciendo la firme promesa de Katty salgo de la habitación. Mark apenas me ve se pone de pie y algo más animada le comento sobre mamá, aun en su estado soñoliento, verla me hizo bien.

—Me alegra que tú madre esté mejor, Rachel. ¿Y tú? —él me mira, da un paso más hacia mí, llevando su mano hacia mi rostro, acariciándome la mejilla. En su gesto proclama empatía y una ternura que no parece propia del hombre serio que he estado acostumbrada a ver en clases—, ¿más tranquila?

Asiento centrando mi atención en sus admirables ojos verdes, ambos guardamos silencio y ante la tensión que se propaga tan rápido entre nosotros, por primera vez me fijo en la cercanía en la que nos encontramos y mis nervios se disparan.

—Mark —susurro, tan bajo, que parece una súplica.

La proximidad en la que estamos no solo empieza a alterarme a mí, también a él. Puedo escuchar su respiración pesada, y me inquieta. Ver a un hombre tan seguro como Mark nervioso, me brinda un poco de equilibrio en la situación.

—Quiero besarte —susurra, provocando que los latidos de mi corazón se aceleren. Puedo sentirlo golpeteando en mi pecho.

—Hazlo —demando. Y solo basta esa única palabra para que se destruya el pequeño espacio que queda entre nosotros, acercando su rostro al mío, Mark se inclina para besarme. Un beso suave y agradable.

Por un instante el tiempo se detiene, la posesión de él sobre mi boca es dulce, pero apasionada, provocando que nuestras respiraciones se entremezclen y cuando el cálido beso se profundiza me exige deleitarme en la boca que algunas veces he observado, en los labios húmedos y calientes que están contra los míos.

El predecible deseo con el que nuestros cuerpos empiezan a reaccionar, envían señales de que debemos parar. Colocando mi mano sobre el pecho de Mark, lo animo a terminar con la cercanía que yo soy incapaz de dejar.

"¿Y has tenido un Hámster?" Musita en mi boca.

Aún en la lucha por mantener su tono íntegro y casquivano él comenta, inmediatamente me alejo soltando una pequeña risa.

—Me gusta la manera en la que me desordenas la vida, Rachel —añade, intentando controlar su respiración y mi corazón da un vuelco.

—A mí también me gusta, Mark —concuerdo—. Es solo que... Aún es un poco difícil aceptar la situación.

¿En clases no? - YA EN FÍSICO Where stories live. Discover now