002

284 61 11
                                    

Los días se convierten en semanas y pasan más rápido de lo que alguna vez me imaginé. Aunque eso no quiere decir que me guste la vida que me toca vivir desde ahora, ni siquiera logro acostumbrarme a ella. No conozco a nadie con quien pueda hablar y eso me está matando. No es habitual para mi estar tanto tiempo solo y resulta difícil saber en quiénes puedo confiar y en quiénes no. Y aunque no me guste admitirlo tengo miedo. Estoy asustado de que mi vida sea siempre así, que me acostumbre y mi vida se vuelva simplemente esto. Tengo miedo de perder las ganas de luchar por otra cosa y sobre todo tengo miedo a la soledad. Y sé perfectamente que eso es lo único que me espera, que esto es algo que les toca a todos en este mundo y que no voy a poder escapar. Toda mi vida supe eso, pero antes de venir acá todavía tenía una esperanza, por diminuta que sea, de que iba a lograr cambiarlo. Creía que iba a poder torcer el destino y cambiar las cosas, creía que iba a poder ser libre, porque es lo único que quiero.

Pero la realidad es que aunque esto no me guste, así son las cosas. Estoy obligado a trabajar de algo que no me interesa y juntarme con el único grupo de personas para el que no soy considerado "peligroso". No puedo elegir dónde vivir, qué hacer y ni siquiera qué color usar (rojo, todo es rojo).

A veces alejarme un poco de todo me ayuda a aclarar la mente. Sigo en el Estado Rojo, pero ya no estoy en zona urbana y siento que puedo respirar otra vez. Después de todo, acá es donde los campos siguen siendo verdes, al igual que las hojas de los árboles que observo a lo lejos, y el cielo sigue siendo azul, algunos días gris. Estoy tan cerca del alambrado que separa a un Estado de otro y sería tan fácil buscar un lugar en donde este roto y traspasarlo, irme a cualquier lado. Pero entonces me encontraría perdido, solo y sin siquiera un lugar donde vivir. Seguiría sin conocer a nadie que pueda ayudarme, seguiría bajo este sistema que odio.

Pero dentro de todo lo malo, estar en este lugar me hace sentir mejor, recostarme en el césped y no pensar en nada por un tiempo.

Algunos gritos y pisadas fuertes me despiertan cuando ni siquiera sé en qué momento me quedé dormido. Ahora es cuando realmente estoy asustado, pero recién me despierto y estoy inmóvil, sin saber qué hacer ni a donde ir. Hasta siento que me olvidé del camino para volver al lugar que llamo "casa".

A lo lejos logro divisar la causa de todo el ruido que me despertó: un chico vestido de azul, con el pelo del mismo color y ojos color miel, viene corriendo en mi dirección y un poco más lejos unos diez hombres vestidos del mismo color y claramente más grandes en tamaño y edad que él lo persiguen. Me digo a mi mismo que estoy en peligro y que tengo que salir de ahí lo más rápido posible, pero soy incapaz de hacer algo hasta el momento en el que el chico se detiene cerca de mí, no tiene salida. La cerca nos sigue separando, pero apenas estamos a unos metros y logro verle la cara, que me resulta extrañamente familiar. Logro ver también el terror en sus facciones y su mirada pidiendo ayuda. Como puedo, todavía con el miedo recorriendo mi cuerpo y las manos temblando, me levanto y empiezo a buscar alguna manera de ayudarlo, algún lugar por donde pueda pasar. Ni siquiera sé qué estoy haciendo, él es azul, podría hacerme daño o incluso matarme, pero si no lo ayudo es probable que sea él quien salga lastimado, y no podría vivir sabiendo que pude haberlo evitado y no hice nada. En algún punto encuentro una ruptura en la cerca que es lo suficientemente grande para que pueda pasar, aunque en el intento su remera termina rasgada y su espalda y brazos rasguñados. No sé si es por el miedo a ser escuchado o por qué, pero no dice nada, solamente se levanta y me mira un segundo antes de tomarme del brazo y salir corriendo, conmigo a rastras, a quién sabe dónde. Esto fue una mala idea, este es el momento en el que me mata y deja mi cuerpo tirado en algún lugar. Hasta es probable que lo estén persiguiendo por ser un asesino.

Cuando terminamos los dos detrás de unos arbustos con su mano tapando mi boca para que no haga ningún ruido hasta que las personas que lo seguían se alejan, me doy cuenta que estoy dramatizando la situación y que solamente estaba buscando escondernos. Una vez que estamos a salvo, quita su mano de mi boca sin dejar de mirarme, probablemente todavía intentando recuperar el aliento. Pasan algunos minutos en los que ninguno de los dos dice nada hasta que susurra un "gracias" apenas audible. Le sonrío como respuesta, porque estoy seguro de que todavía no soy capaz de articular ni una palabra.

Apenas intenta levantarse del césped humedecido por el rocío cuando noto que una mueca de dolor pasa por su rostro. Es entonces cuando presto atención a las heridas que tiene en sus brazos y parte de su espalda. En general su aspecto no es nada bueno, con el pelo desordenado cayendo sobre su frente, la remera rasgada y su cuerpo lastimado y sucio. Ya está empezando a alejarse cuando pienso que no puedo dejarlo irse así. Apenas puede mantenerse en pie, no sería capaz de durar ni cinco minutos si vuelven a perseguirlo. No me importa que él no deba estar acá y tampoco me importa el hecho de que yo no debería ayudarlo, si algo le pasara cuando yo podría haber ayudado no sería capaz de volver a dormir en las noches.

— Podes quedarte — lo digo por impulso, sin ponerme a pensar una manera de darme a entender o que suene mejor.

El chico se detiene cuando escucha mis palabras, pero no se voltea a verme ni contesta, así que intento explicarme mejor.

— Quiero decir, si estás en peligro, no me molesta que te quedes. Además estás herido y supongo que podrían volver a perseguirte, podría pasarte algo... — las palabras salieron de manera atropellada de mi boca para volverse casi un susurro al final.

— Gracias, de hecho no sé a dónde estaba intentando ir después de todo — dice sin mirarme a los ojos.

Supongo que la situación no es de lo más cómoda para él, porque en todo el trayecto hasta mi casa no me dirige la palabra, a pesar de mis intentos por averiguar más sobre lo que pasó. En algunas ocasiones asiente para hacerme saber que me está escuchando, pero en ningún momento contesta ni una sola de mis preguntas excepto cuando me dice su nombre. Ryan. Ahí es cuando recuerdo el motivo por el que su cara me resulta tan familiar, es la única persona que me ayudó hace algunas semanas atrás, el día que me asignaron mi color y supongo que el suyo también. El pelo azul lo hace ver bastante distinto a como lo recuerdo, pero le queda bien. Sorprendentemente, él se acuerda de mi nombre así que no necesito presentarme.

Mi casa es un desastre, pero mi acompañante parece no darle mucha importancia, ni siquiera cuando me disculpo por ello. Le indico que se siente mientras yo voy a buscar lo necesario para curarlo. Una vez que tengo todo le saco su remera (o lo que queda de ella) y ninguno de los dos dice nada más, aunque por el modo que está apretando la prenda entre sus manos me imagino que debe tener ganas de gritar por el dolor. Es imposible que haya resultado herido de esta manera solamente por pasar por un alambrado, creo que las personas que lo perseguían llegaron a herirlo antes de que nos encontremos, sobre todo por el enorme corte en su brazo derecho.

Una media hora después, estamos ambos acostados, él en el sillón de la sala de mi casa y yo en mi cama. Pero a pesar de que estoy agotado no logro conciliar el sueño por un buen rato, pensando en que una persona que no conozco en absoluto está en mi casa. No es que tenga miedo — después de todo, está herido y dudo que pueda hacerme algo — pero es que me resulta tan difícil confiar en alguien, mucho menos en una persona que lo único que sé es su nombre.

colors ➳ rydenHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin