010

132 31 8
                                    

En la madrugada del día siguiente me encuentro en la puerta de la casa de Ryan, de la misma manera que tantas otras veces. Ni siquiera estoy seguro de cómo llegué acá, pero todos los caminos parecen guiarme a él. Solamente sé que ahora me encuentro acá, a las tres de la madrugada, cuando muy pocas personas se atreverían a salir; con el mismo sweater que él me dio cuando vine por primera vez. Mi primera idea fue usarlo como una excusa para venir, pero nadie haría tal cosa como devolver un viejo abrigo a esta hora. Así que finalmente lo tomé porque tiene el aroma de Ryan, tan simple como eso, y porque me sirve para pasar desapercibido, y junté un poco de valor para salir.

Le doy mil vueltas en mi cabeza a lo que voy a decir, a lo que él me podría decir. Puede que ni siquiera me odie tanto, aunque tal vez siga molesto. Tal vez le incomode que aparezca a esta hora, tal vez lo que le incomode sea mi presencia, sin importar el momento del día; tal vez encontró a alguien mejor...

No sé en qué momento toqué la puerta, pero debí hacerlo porque se escuchan pasos adentro y en unos pocos segundos, Ryan aparece con una mirada entre confundida, cansada y algo perturbada. Y volver a encontrarme con sus ojos después de un tiempo que pareció ser demasiado largo para mí, se siente como volver a casa.

— ¿Brendon? — pregunta. — ¿Qué estás haciendo acá? ¿Tenés idea de qué hora es?

Para mi sorpresa, no suena enojado. Quizás un poco irritado por mi inoportuna visita y confundido, definitivamente muy confundido.

— ¿Cuántas veces te advertí lo peligroso que es salir a esta hora? — dice cambiando su tono por uno muy preocupado y sin darme tiempo de procesar lo que me dijo antes. — ¿Pasó algo? ¿Vos estás bien? ¿A qué viniste?

— Vine porque necesito hablarte. — Suena patético, pero es lo único que logro decir, incluso después de haberlo pensado una y mil veces antes de venir.

— ¿A las tres de la mañana? — dice incrédulo.

— Creo que deberíamos hablar — repito.

Ryan me deja pasar y me ofrece café, lo cual acepto porque, a pesar de todos los sentimientos que amenazan con hacerme explotar y parecen hacer desaparecer el cansancio, este sigue ahí. Yo me siento en una esquina del enorme y desgastado sillón de su sala y él vuelve a los pocos minutos con dos tazas en la mano, me tiende una y toma asiento en el mismo sofá, pero lo más alejado posible de mí.

— Entonces... ¿de qué querías hablar?

— Uh... el otro día, cuando estábamos en mi casa...

— Deberías olvidarte de eso, no fue nada — me interrumpe.

— Pero si no fue nada, entonces ¿por qué estuviste evitándome todos estos días?

— En serio, no fue nada. No sé en qué estaba pensando pero no necesito a alguien odiándome o guardándome rencor por eso, así que agradecería que no le cuentes a ninguno de tus amiguitos del Estado Rojo, ¿sí? — dice riendo amargamente.

— ¿En... en serio crees que sería capaz de eso?

— No lo sé, seguís siendo rojo después de todo... — deja sus palabras inconclusas flotando entre nosotros, pero dando a entender todo lo que no dijo.

— ¿Realmente te parece que podría hacerte algo así solamente porque soy parte del rojo? Parece que después de todo este tiempo no me conocieras.

No voy a intentar negarme a mí mismo lo mucho que me duele que Ryan piense así de mí. Que crea que sería capaz de lastimarlo a propósito porque supuestamente "las personas rojas somos así".

Ambos nos quedamos en silencio por unos interminables segundos hasta que escucho un suspiro y vuelvo a mirarlo. En realidad, es la primera vez que le presto atención desde que llegué. Está descalzo, lleva un pantalón de pijama y una vieja remera descolorida que es demasiado grande para su cuerpo o el mío, y que perdió tanto el color que parece más blanca que azul. Su cabello está desordenado y sus ojos no reflejan más que cansancio. La típica chispa de emoción que siempre veo en ellos está desaparecida. De todas formas, se sigue viendo hermoso a mis ojos.

— Mira, Brendon, en serio no quiero tener problemas con nadie. Ya demasiado debes odiarme por lo que dije hace unos días y no quiero que lo hagas todavía más. Sé que entendí las cosas mal y no voy a volver a molestarte. Así que si eso es lo que querías escuchar, ya podes irte — su voz suena seria y dura, nunca lo había escuchado o visto así y no puedo evitar sentirme intimidado. Y triste, porque yo causé eso de algún modo.

— ¿Qué te hizo pensar que te odio?

— Supongo que lo dejaste bastante claro. De todas formas, no quiero que queden rencores por eso. De hecho, creo que estoy enamorado de alguien más así que no deberías preocuparte... — No escucho el resto de lo que dice, solamente puedo soltar un pequeño "oh" cuando termina de hablar mientras escucho como mi corazón se rompe en cientos de pedazos.

— Entonces... ¿quién es él?

— Ella — me corrige.

— ¿Ella?

— Sí, ella.

— Pensé que te atraían los chicos.

— Nunca me lo pregunté realmente, supongo que ambos pero eso tampoco importa demasiado cuando de cualquier modo, lo que siento está mal.

— Claro, entiendo... creo que voy a irme.

— Creo que es lo mejor, fue lindo tenerte como amigo Brendon.

Está bien, supongo. Si así va a ser como termina esto entonces no tengo otra opción que aceptarlo. No puedo obligar a Ryan a pasar tiempo conmigo.

— Solamente quiero que sepas que no te odio y que nunca haría nada para lastimarte intencionalmente — digo mirándolo directamente a los ojos por un segundo. — Y que si ese día no te dije que sentía lo mismo, fue porque estaba demasiado asustado. Me daba miedo llegar a quererte demasiado y a necesitarte en mi vida y después perderte, pero ahora también te quiero y te necesito conmigo, y ya te perdí sin ayuda de nadie más.

— Bren, espera — susurra tomando mi muñeca y haciendo que me gire para quedar justo uno en frente del otro una vez más. — No voy a preguntarte nada esta vez — vuelve a hablar antes de juntar nuestros labios.

Es apenas un pequeño roce, pero el calor de su cuerpo tan cerca del mío es capaz de hacer que mi corazón vaya a mil por hora. Es suave, tierno, frágil y delicado. Ni siquiera nos movemos demasiado, sólo nos quedamos ahí sintiéndonos el uno al otro. Pero por mucho que me duela, me separo de él apenas recuerdo lo que dijo unos minutos antes, porque más me duele seguir besando a alguien que no corresponde mis sentimientos.

— No necesito que hagas esto por lástima, Ryan — sé que sueno demasiado duro, pero por dentro me siento como un niño pequeño que no sabe qué hacer.

— ¿De qué estás hablando?

— Si no te sentís así, si encontraste a alguien más, quiero que me dejes ir. — Ryan ríe por lo bajo y no sé si sentirme ofendido o agradecido de volver a escuchar ese hermoso sonido.

— Puede que haya mentido un poco con respecto a eso.

— ¿Por qué lo harías? — digo, mi voz expresa la confusión que siento ahora.

— No lo sé, pensé que si creías que me interesaba alguien más entonces podrías olvidar que estoy enamorado de vos y podríamos seguir siendo amigos. Pero sí me atraen los chicos y las chicas, no mentí sobre eso. — Yo simplemente me río y vuelvo a abrazarlo. — ¿Podríamos ir a dormir? Siguen siendo las tres de la madrugada y casi no dormí estos últimos días.

— Pensé que nunca ibas a preguntármelo.

Nos dirigimos al dormitorio de Ryan y nos acostamos uno al lado del otro. Él envuelve su brazo alrededor de mi cintura sin vergüenza ni miedo de como yo pueda reaccionar. Y por una vez puedo sentir cómo todo finalmente está en el lugar que debería estar. Con su respiración calmada mezclándose con la mía, logro quedarme dormido en unos minutos.

colors ➳ rydenजहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें