Epílogo: Hoy que ya no estás aquí

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Cuando por fin lo divisó, soltó la maleta y salió corriendo en su dirección. No le importó en lo absoluto arruinar su costoso traje de fiesta cuando se abalanzó sobre él.

Dificultosamente aguantó el equilibrio cuando la muchacha puso las piernas alrededor de su cintura y le estampó un beso. Al parecer se le había olvidado que era casi tan alta como él.

Sin embargo le dio igual, no la veía desde las vacaciones decembrinas y honestamente la extrañaba demasiado.

-Te ves espectacular.-la halagó cuando finalmente ella se bajó y pudo verla envuelta en un espectacular vestido rojo, se había cortado el cabello a la altura del cuello y lo había alisado, haciéndole lucir brillante y espectacular.

-No tan bien como tú.- su prometido se había dejado crecer ligeramente la barba, dándole un toque sexy.

-¿Cómo estuvo tu vuelo?- preguntó recogiendo la maleta que ella había dejado olvidada.

-Aburrido. Ya estoy cansada de tanto viajar. Adoro Francia, pero lo único bueno allá son las clases de diseño de modas y mi madre. Tan pronto como me gradúe, nos casamos y me vengo a vivir para acá.- expresó con un brillo en los ojos.

-Estoy contando los días.- expresó con una sonrisa y tomándole la mano.- Ahora date prisa Natasha, vamos a llegar tarde.

-Daniel, desde que te volviste el presidente de la empresa vives estresado. Tómatelo con calma, amor. Vamos a llegar justo a tiempo.

***

¡Mami apúrate!- pidió la pequeña niña dando brincos.

-Espera un segundo- suplicó cansada la muchacha.

Casi se le reventaba un tacón y gracias al poco conocimiento que el taxista tenía sobre el campus, le había tocado terminar de hacer el recorrido a pie.

Cuando al fin encontró a la marea de túnicas negras, se relajó. Por nada del mundo se perdería aquel evento.

Cargó a la niña en brazos y se dirigieron hasta sus asientos.

***

El patio había sido adornado con un sinfín de flores con los colores de la universidad. Más de 450 sillas habían sido ocupadas por los estudiantes y sus familiares.

Uno por uno, fueron llamados por orden de lista. Él fue la excepción, sería el último en subir al estrado porque, contra todo pronóstico, había conseguido las notas más altas y era su deber dar un discurso en nombre de los graduados.

-Diego Cohen.- llamó el director por el parlante.

Vestido con toga y birrete de color negro, subió bajo la atenta mirada de todos al escenario y luego de recibir su diploma se acercó al podio.

Tomó aire y se llenó de valor para pronunciar aquel discurso que concienzudamente había preparado:

Hay momentos en la vida en los que nos sentimos en un callejón sin salida.

Sus ojos se posaron en una joven de cabellos castaños que le sonreía desde las gradas.

Momentos en los que perdemos la fe en todo aquello que nos rodea, porque la vida nos ha golpeado tanto que tenemos miedo a salir lastimados de nuevo.

Ahora su mirada se encontraba con la de su hermano, un Daniel que a sus 26 años era todo un hombre y que después de tantos intentos había encontrado el amor.

Pero también hay momentos en los que conocemos a ese alguien que es capaz de amarnos aún con nuestros defectos y sin pretender cambiarnos, puede darnos toda la felicidad que deseamos.

Mariposas NegrasWhere stories live. Discover now