Capítulo 11: Dulces 17

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-Tienes que guardar reposo unos días y pronto vas a estar bien- prometió aquel doctor que era desconocido para ella.

-El doctor Grey dijo que podía ser por culpa del medicamento, que era un efecto secundario- la voz de su madre sonaba ahora mucho más calmada.

-En efecto, a Luna se le está aplicando un tratamiento de prueba y estas son las cosas que suelen pasar cuando se lidia con lo desconocido. Hice un par de llamadas al doctor Grey y éste me recomendó la mejor forma de contrarrestar los efectos secundarios.

-Me está queriendo decir que usted no sabe cómo tratar a mi hija- la voz de la señora comenzó a levantarse.

Luna y su hermana observaban todo sin poder participar.

-Le estoy queriendo decir que no soy el más apropiado para tratarla, sólo el medico que ha llevado el caso desde el principio y que maneja toda la información sobre el tratamiento es el más adecuado para actuar en estos casos. Puedo atender a su hija siempre y cuando me mantenga en contacto con el doctor Grey y éste me de todas las indicaciones e información que necesite.

Su hija debería estar en la ciudad, siendo atendida por el experto y con los aparatos especializados. Sin embargo, la situación es otra yo no soy su médico tratante, así que simplemente puedo limitarme a dar algunas recomendaciones. Vendré en un par de horas para terminar con el tratamiento y firmar el alta. Con permiso.

Aquel excesivamente joven doctor dio media vuelta y con suma elegancia abandonó la habitación. Se mostró muy educado y siempre respetuoso a pesar de la conducta histérica y nerviosa que había demostrado la madre de Luna.

La joven sospechaba que en la facultad de medicina de seguro les habrían dado una materia especializada en el trato a pacientes histéricos, o sencillamente en su corta experiencia había aprendido a lidiar con ello.

-Me parece que es un muchacho joven, no tiene experiencia. Quizás deberíamos volver a la ciudad y que el doctor Grey te revise- sugirió la madre de Luna mientras se pasaba nerviosamente las manos por sus cabellos desordenados que comenzaban a tomar un tono grisáceo.

-Eso no está en discusión madre, el doctor Grey dijo bien claro que solo era un efecto secundario y que si tomaba algunos medicamentos extras podría contrarrestarlos. Además, yo que tú no subestimaría a éste doctor, nos trató muy bien a pesar de que tú no te lo merecías.

La señora se acercó a la cama de su hija, delicadamente se subió y luego de recoger las mangas de su raído suéter gris acarició los cabellos de su pequeña.

-Me preocupo por ti cariño, solo quiero tu bien. Ya pasé por esto antes y no sé si pueda soportarlo nuevamente.

Luna dejó de mirar la ventana de la habitación del hospital para fijar toda su atención en su madre.

Aquella señora no era ni la sombra de la mujer tan hermosa que había sido antes. Enormes ojeras moradas surcaban los bordes sus ojos, aquel hermoso cabello negro del cual estuviera orgullosa antes, estaba recogido de forma desordenada y las canas totalmente descuidadas le hacían lucir casi 10 años mayor.

Su vestimenta dejaba mucho que desear. Era consciente de que su closet estaba repleto de los más hermosos y costosos trajes que podían existir, con una rica variedad en telas y diseños. Sin embargo, desde la muerte de su padre se habían convertido en una gran bola de tela llevando polvo en el armario.

Solo vestía un jean azul, una camisa larga de tiras blancas y un desteñido suéter gris que ya le quedaba grande gracias a todo el peso que había perdido en los últimos años.

Parecía casi tan enferma como la misma Luna.

-Pues deberías preocuparte un poco más por ti-. Sugirió Luna sin intenciones de ser grosera- Y tendrás que soportarlo cuando me vaya, porque yo no soy tu única hija, tienes a Perla y ella es igual o más importante que yo.

Mariposas NegrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora