Capítulo 20: Reacción

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La bomba había estallado, furiosa e incontenible sobre los cimientos de la familia Cohen.

El epicentro de semejante destrucción se encontraba en el segundo piso, más específicamente en la habitación de Diego.

La consola del Xbox había sido desprendida de su lugar y luego fue estrellada contra el plasma.

Las cornetas del equipo de sonido fueron brutalmente desconectadas y posteriormente arrojadas por la ventana.

La rabia y frustración se convirtieron en fuerza, entonces el menor de los hermanos Cohen fue capaz de tomar la hasta ahora intacta cama de madera por el borde y levantarla, haciéndola girar unos centímetros por encima del suelo para finalmente caer patas arriba.

Casi como un sismo, aquella estrepitosa caída hizo temblar toda la casa, lo cual fue la gota que derramó el vaso.

Damián Cohen había intentado mantener a compostura y ser lo más condescendiente posible cuando volvió a su casa y se encontró con su iracundo hijo menor encerrado en la habitación y destruyendo todo aquello que tuviera la mala suerte de atravesarse en su camino.

Al menos la zona de desastre se limitaba a los 20 metros cuadrados que medía su habitación. Sin embargo, no podía permitir que continuara.

Su esposa pretendía actuar como si nada mientras bebía tranquilamente su té en la sala. Pero el ruido del dormitorio de Diego siendo destruido no ayudaba a sus nervios.

-¿Cómo puedes estar tan tranquila mujer? ¿No ves que tu hijo se ha convertido en la personificación de Hulk?- cuestionó mientras le arrebataba de la mano la pequeña taza de porcelana- ¡Tenemos que hacer algo!

Con suma parsimonia, la señora Katherine tomó nuevamente la taza que su esposo, sin cuidado alguno y manchando la costosa alfombra, había colocado sobre la mesa.

-No, no vamos a hacer nada.- corrigió a su marido, luego de beber un poco del té de manzanilla.

Damián miró a su mujer anonadado. Hizo silencio unos segundos para intentar comprender las razones del actuar de su esposa.

Pero entonces, la casa tembló nuevamente acompañada del sonido de lo que parecía ser vidrio rompiéndose.

¡El plasma! Pensó.

Su intento de calma se fue al garete.

-¡Eso fue todo!- exclamó mirando a su mujer- ¡Diego Cohen estás en problemas!- gritó a todo pulmón y tomando rumbo hacia las escaleras.

Katherine se levantó rápidamente de la silla y detuvo a su esposo tomándolo por el brazo.

-Déjalo tranquilo Damián- pidió con suave voz mientras su esposo le miraba molesto.- Es su forma de reaccionar.

-¿Y qué? ¿Entonces cada vez que tenga un problema va a reaccionar destruyendo la casa?- preguntó con cierto sarcasmo.

-Sólo dale unos minutos- suplicó su esposa- Ya todo lo que podía haber destruido seguramente está hecho trizas. Además, después de la tormenta siempre viene la calma. No me sorprendería que después de desahogar toda su rabia y frustración simplemente se sentara a llorar.

Katherine hablaba lo más alto que podía para que su esposo pudiera escucharla a través de todo el ruido.

Damián la miraba detenidamente debatiéndose entre hacerle caso o subir y propinarle un par de nalgadas a su hijo, quién estaba causando más estragos que una bomba nuclear.

De repente, todo el ruido se detuvo y un silencio particularmente extraño llenó toda la casa.

Katherine miró a su esposo con una mirada arrogante que irónicamente había aprendido de él, una marca particular en los Cohen. En su frente casi podía leerse "Te lo dije".

Mariposas NegrasWhere stories live. Discover now