-¡Gracias por venir!- expresó alegremente Luna mientras se quitaba las sandalias, para luego meter sus pies en las calmadas aguas de la orilla del lago.
-¿Cómo supiste dónde encontrarme?- preguntó directamente Diego, mientras observaba las acciones de la chica.
-¿Tu sí que no te andas con rodeos verdad?
-No es la primera vez que me dicen eso- confesó Diego con una sonrisa de medio lado.
-Me gusta esa sonrisa, es arrogante, pero igual me gusta- comentó Luna detallándolo un poco más
Qué extraña- pensó Diego
-Es bueno que digas lo que piensas y ya que estamos en esas, no estamos aquí porque tenías que disculparte o algo así- cuestionó el joven
La chica simplemente le dedicó una sonrisa y se puso a dar vueltas con los brazos al aire mientras tomaba profundas inhalaciones para disfrutar de la fresca brisa que pasaba en ese momento, trayendo consigo un característico, pero refrescante olor, producido por la mezcla de las flores y el olor a agua dulce del lago.
-Yo nunca dije que iba a pedirte disculpas- explicó de buen humor
El joven cansado de esa extraña actitud, dio media vuelta y comenzó a irse.
Luna, al percatarse de la situación, detuvo sus giros, y fue tras él. Le sujetó el brazo y le obligó a voltearse
-No voy a perder mí tiempo viéndote dar vueltas como loca- explicó despectivamente Diego
-Tienes razón, te debo una disculpa por cómo me comporté anoche- dijo la chica ignorando su comentario y enfocándose en lo que tenía que decirle- Ven, siéntate a mi lado
Sin nada más que perder, la siguió y ambos se sentaron en la orilla. Uno al lado del otro observando el lago.
-Estoy pasando por una serie de… situaciones, y anoche cuando me encontraste en el jardín del club estaba demasiado alterada, tanto que la pagué con el primero que se me cruzó: tú y realmente lo lamento. Te acabo de conocer y me caes bien, en serio, no tengo muchos amigos aquí y bueno… ya sabes…lo siento.
Diego la miraba detalladamente, ella a penas y le había mirado mientras explicaba todo y se disculpaba, obviamente detrás de esa discusión había algo más.
-Está bien, olvidémoslo, fue algo insignificante- dijo dispuesto a no guardar rencores- Pero se puede saber por qué Natasha y tú estaban discutiendo, la conozco desde hace años y nunca la había visto tan alterada.
-Créeme, no querrás saberlo- respondió Luna, bromeando pero con cierta seriedad en la mirada
-Te equivocas, quiero saberlo- contraatacó Diego
-Permíteme formular nuevamente la respuesta: No vas a saberlo. Ya te pedí disculpas y las discusiones entre Natasha y yo no son asunto tuyo- señaló Luna
-Ella es mi amiga, cualquier cosa que la altere es asunto mío- alegó de forma manipuladora Diego
-Te acabo de pedir disculpas, no me hagas pelear contigo nuevamente, no es asunto tuyo y punto. Fin de la discusión- concluyó la joven
-Como quieras- fue la respuesta de Diego. En cualquier otro caso, le darían igual las peleas estúpidas entre chicas, pero conocía muy bien a Natasha, tendría que haber sido algo muy serio para perturbarla de esa manera. Obviamente, cuando se cruzara con ella no perdería tiempo para interrogarla concienzudamente.
-Y a todas estas, aún no respondes mi primera pregunta: cómo supiste donde encontrarme- cuestionó para aplacar la tensión en el ambiente-
- Eso fue fácil, simplemente le pregunté a Natasha- respondió Luna con una sonrisa
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Mariposas Negras
أدب المراهقينDiego Cohen es un joven apuesto y de carácter fuerte que tiene una vida perfecta, hasta que su padre lo obliga a pasar sus vacaciones de verano en el viejo lago dónde solía ir con su familia. Allí conoce a Luna, una chica completamente distinta a él...
