3. Fiestas universitarias

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Miré a los demás y todos sonreían, incluso Alice con una pequeña y casi invisible sonrisa.

—Y un trastornado —aporté.

Mac rió —Y un trastornado.

[...]

En la noche, mientras buscaba alguna película, decidí tomar una chaqueta y pasearme por el barrio universitario, en donde estaban las fraternidades, la fiesta de kappa zeta mu me causaba gran curiosidad.

El barrio universitario quedaba a quince minutos de la universidad, caminando. En mi primer año universitario, intenté unirme a una fraternidad pero no duré más de una semana en cada una, gracias a eso llegué a conocer a cada estúpido humano de la universidad.

Cuando llegué a la casa de kappa zeta mu, por poco me cubro los ojos. Las parejas estaban practicamente fornicando en el césped, había una gran nube de humo rodeando a la casa y la música podía oirse en todo el vecindario.

Cassandra gritó mi nombre y me volteé justo a tiempo para verla salir de la casa, esquivando a todas las parejas que estaban en el jardín.

—Pensé que no vendrías —dijo abrazándome. Me sentía raro abrazando a Cass, era tan delgada que sentía que podía romperla de solo tocarla.

—No iba a venir —dije— pero tenía curiosidad.

Cass rió —Pues vamos, necesitas un vaso.

Cassie tomó mi mano y me arrastró hasta la casa, apenas entré comencé a toser por el humo de los cigarrillos y los porros que estaban fumando.

—Toma —dijo dándome un vaso con cerveza.

Lo miré con desconfianza pero finalmente tomé un sorbo, no estaba mala. Cass se me perdió después de un tiempo y me quedé una esquina con el vaso en mano mientras veía a todos.


Sinceramente, creí que las fiestas de fraternidades eran más alocadas.

Me estaba yendo cuando escuché la voz de Lis.

—Dijiste que no vendrías.

Me volteé y la vi pero no parecía ella. Estaba con un short de tiro alto, remera de mangas cortas y el cabello alborotado, además un chico alto y guapo estaba al lado de ella, tomándola por la cintura, esa chica no parecía Alice Withmore.

—Ya me estaba yendo —dije.

—Pero aún es temprano... —murmuró.

—Entonces todavía estoy a tiempo —dije. Dejé el vaso con la mitad de cerveza en una pequeña mesa e hice ademán de irme, pero me volteé a verla una vez más— por cierto, necesito mi ipod.

La sonrisa de Lis ya no estaba —Mañana te lo devuelvo, lo prometo.

Asentí con la cabeza y comencé a caminar pero alcancé a escuchar al chico que estaba a su lado.

—¿Quién es ese imbécil? —preguntó.

Y no alcancé a escuchar la respuesta de ella. Me llevó tiempo gracias a toda la gente que había pero salí de la casa, y justo cuando llegué al jardín, se armó un alboroto adentro. Los chicos que estaban afuera comenzaron a entrar llevándome con ellos.

El club de los inadaptados.Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz