George Ryan Ross. Azul.

Frío. Indiferente. Tímido. Introvertido. Distraído. Incapaz de demostrar empatía.

Son las últimas palabras que llego a leer en su hoja antes de caerme, a pesar de que está haciendo su mejor esfuerzo por sostenerme. Sin embargo, sigo consciente. Algunas de las personas vestidas de blanco se acercan a socorrerme y le dicen al chico — aparentemente George — que se aleje, que él es azul y yo rojo, así que no deberíamos estar cerca.

Después de que me ofrecen un poco de agua y me dejan salir a tomar aire fresco mi pulso vuelve a la normalidad. Las palabras que leí hace unos minutos aparecen de nuevo en mi mente. Frío. Indiferente. Tímido. Introvertido. Distraído. Incapaz de demostrar empatía. Y a pesar de todo eso no dudó en ayudarme. Es por eso que no confío en las Pruebas, ni en el sistema con el cual vivimos. No debe ser tan difícil aprender que el otro es distinto y convivir con ello, ¿o sí?

No pasan ni dos minutos que un señor con bata blanca (toda su vestimenta es blanca en realidad) viene a buscarme. Me dice que ya tengo que irme, que ya llegaron los Directores de los distintos Estados para llevarnos. Al oír esto siento, una vez más, que el pulso se me acelera y todo empieza a dar vueltas, pero logro mantenerme en pie esta vez. Sabía que después de las Pruebas iba a tener que irme y dejar lo poco que todavía me queda atrás, pero definitivamente no esperaba que fuera tan pronto. Esperaba tener un día o dos, quizás una semana, para prepararme. Empacar y despedirme de las pocas personas que me importan. Pero claro, la ropa gris que tenía antes ya no me sirve, a partir de ahora solamente puedo vestir de rojo. Y mis cosas tampoco puedo usarlas porque tienen que ser de ese mismo color.

El señor me indica que vaya por el mismo camino que él y yo le hago caso, siguiéndolo a través de varios pasillos blancos que parecen exactamente iguales entre sí hasta que llegamos a una puerta en el final que es roja, lo único que vi de un color diferente en todo el edificio. Al traspasarla me encuentro con una mujer bastante mayor vestida de rojo, su pelo del mismo color. Supongo que debe ser la Directora. También están varios de los chicos que vi esperando los resultados de las Pruebas. Claro que George, o Ryan, o como se llame, no está; él es azul. Me gustaría poder verlo y agradecerle, fue la única persona entre más de cien que estaban allí que se preocupó por lo que me pasaba. Además, él me pareció lindo.

La mujer explica algunas cosas básicas sobre lo que implica pertenecer al Rojo —cosas a las que por cierto no presto atención— antes de indicarnos que subamos a un autobús (¿hace falta que diga de qué color es?).

El viaje se hace más largo y tedioso de lo que pensé y mi ansiedad no hace más que aumentar conforme van pasando los minutos. La situación casi no parece real, siento como si estuviera observando la vida de alguien más o una antigua película. Pero tristemente sé que esta es la realidad, sé que todo lo que conozco no va a hacer más que cambiar y desaparecer y sé también que acabo de perder toda posibilidad de volver a ver a la única persona que siempre me cuidó y entendió. Desde que tengo uso de razón mi hermano, Jon, hizo todo lo posible por protegerme. El mundo en el que vivimos es más cruel de lo que parece y él, después de que fuimos separados de nuestros padres como cualquier otro recién nacido, es la única persona a la que puedo llamar familia. Como él es algunos años mayor que yo y hace un tiempo fue asignado con su color, hace un tiempo que no nos vemos con la misma frecuencia, pero ahora sé que definitivamente eso va a ser imposible. Voy a estar completamente solo, rodeado de personas que, si realmente son como yo, y si yo soy como ese informe que me dieron hoy; son agresivas. Y eso me aterra, pero no tanto como pensar que entonces yo también soy alguien así, podría lastimar a cualquier persona a mi alrededor porque eso es lo que soy: agresivo, inquieto, impaciente, irritable, ansioso.

Después de lo que estoy bastante seguro que fue más de dos horas de viaje, el autobús frena. Intento mirar por la ventana para tratar de saber dónde estoy, pero afuera no se ve nada, todo es oscuridad total. Así pasan unos minutos hasta que de repente afuera se enciende una luz enceguecedora y la misma mujer que hoy nos hizo subir al vehículo ahora nos indica que bajemos.

Lo primero que noto es que el lugar es bastante normal comparado con los escenarios que estaba maquinando mi mente. Solo alcanzo a ver una enorme construcción roja de probablemente más de cien pisos y calles desiertas y llenas de basura antes que unos hombres robustos y con las caras tapadas por unas máscaras nos hagan entrar a todos por una de las inmensas puertas del edificio. Adentro parece que funcionaran oficinas, cientos de ellas, aunque algunas están cerradas y otras hasta destrozadas. A pesar de la inmensidad de el lugar, la cantidad de personas que hay es relativamente escasa.

El resto del día me lo paso siendo arrastrado de una oficina a otra, junto con un grupo de chicos igual de asustados que yo, o incluso más. En algunas nos hacen completar papeles, en otra nos dan la ropa que de ahora en más tenemos permitida usar y al final nos tiñen a todos el pelo de color rojo, porque claramente necesitamos algo que nos distinga incluso cuando no tenemos nada de ropa puesta. Aunque el color no me disgusta ahora, como es el único que voy a ver en el resto de mi vida, sé que va a terminar hartándome.

Después de lo que parece una eternidad, nos llevan a otro lugar. Salir finalmente de ese edificio y respirar aire fresco después de horas de estar ahí adentro es lo mejor que podía pasarme en esta situación. El viaje no es demasiado largo, aproximadamente veinte minutos o media hora, pero afuera ya está oscuro y las luces rojas hacen ver a todo y todos un poco más agresivos. Finalmente, nos dejan bajar en un pequeño barrio de casas exactamente iguales. Nos dan una llave a cada uno y sin mayores instrucciones o consejos para sobrevivir en este lugar, el autobús se va.

colors ➳ rydenKde žijí příběhy. Začni objevovat