Capítulo Cincuenta

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—No pienso que seas mala persona, pero sinceramente me da miedo que reacciones así; no es normal y no está bien.

—Ya lo sé, te juro que lo entiendo y me arrepiento —me dijo sincero, asentí sin mirarlo aunque no hacía falta porque sabía que no me estaba mintiendo—. Mi amor por vos no se va a pasar nunca. Ni en uno, ni en dos, ni en tres meses..., sos el amor de mi vida y me estás dando otro hijo, ya los tres son la luz de mis ojos y eso no lo puedo cambiar. Voy a esperar lo que haga falta.

—Pienso lo mismo —susurré.

Hablar como adultos era algo que estaba agradeciendo, a pesar de estar separados seguíamos en contacto por cosas de nuestros hijos así que estábamos acostumbrados a estar cerca del otro. Esto proporcionaba confianza aunque la necesidad del tiempo se volvía bastante complicada. No podía decir que no me incomoda la situación, pero él ayudaba mucho a que el momento tenso quede atrás y se lo agradecía muchísimo.

Mi ginecóloga no paraba de hablar y de explicarme cualquier tipo de cosa. Me estaba impacientando a pesar que me interesaba, ya había pasado por esto una vez así que más o menos estaba al tanto de todo lo que pasaba en mi cuerpo. Si hubiese estado sola, era muy probable que la callara para que pueda hacerme la ecografía pero como Elías era nuevo en esta situación, decidí ser paciente.

Pasé mi primer trimestre, así que me tenía que realizar una prueba para estimar el riesgo de las alteraciones. Este riesgo se determinaba en base a mi edad, los resultados de la ecografía y un estudio de sangre que me había pedido.

—Después de 12 semanas de gestación, los órganos y sistemas principales están formados y en su lugar, como el estómago, hígado, pulmones, páncreas e intestinos —comenzó a hablar mi ginecóloga con su fluidez profesional mientras observaba la pantalla donde podía verse a penas maní—. Además, su cabeza va adquiriendo la forma redondeada y el tamaño esperado, como también sus orejas y ojos que van situándose en la posición adecuada.

Mordí mis labios mientras movía el aparato por mi estómago. El liquido que me había hechado encima estaba bastante frío y por ser otoño me provocaba bastantes escalofríos. Elías se encontraba a mi lado, bastante callado pero concentrado en la pantalla, inconsciente –o eso pensaba– acariciaba mi brazo.

—Es muy probable que todavía no lo sientas, pero ya tiene reflejos así que no vas a tardar mucho en sentirlo jugar y moverse. Va a empezar con sus golpecitos. Entre los reflejos también se desarrolla el de chupar. Va a empezar a meterse el dedo en la boca y va aprender a succionar —siguió hablando muy concentrada mientras seguía buscando vaya a saber qué. Fruncio su ceño y se acercó más— . Perdón chicos, sé que estaban ilusionadisimos pero los genitales todavía no se desarrollaron muy bien y no se identifican. Pero, las medidas están cerca de los 6-8 centímetros y su peso está alrededor de los 14-16 gramos.

×××

—Así que..., va a ser solo maní hasta ahora —susurró Elías mientras veía jugar a Elián. Estábamos en lo que ahora solo era mi casa, nuestro hijo no había querido despegarse de su papá y yo no podía traspasar ese vínculo, así que lo invité a cenar.

—Así parece —suspire. Elián comenzó a caminar hacia mi con un juguete, le sonreí y cuando me lo tendió lo acepté — Gracias...

—E nana —me sonrió y mordí mis labios para contenerme de no comerlo a besos. Estaba tan grande.

—¡Vos nene deja de crecer! —Elías, que estaba junto a mi, lo alzó haciéndolo chillar. Me reí mientras veía como le hacia cosquillas y Elián no dejaba de reírse de las ocurrencias de su papá.

—¡Bata, papá!

—Voy a parar cuando yo quiera nenito ¡Deja de crecer!

Elián no tardó en pedirme ayuda y yo claramente lo socorrí, así que me lancé encima de Elías con cuidado para poder liberar a mi hijo de sus brazos. Cuando lo logré, él instantáneamente subió a mi regazo y se ocultó en mi pecho para protegerse. Me reí y lo abracé para que se sienta mas protegido.

El Impulso de la OportunidadWhere stories live. Discover now