Capítulo Nueve

22.7K 1.1K 25
                                    

Hacía más de veinte minutos que estábamos apoyados en el respaldar del sillón, besándonos como si no hubiese un mañana. Los besos cada vez se hacías más prolongados y la intensión de soltarnos era mínima. Ya eran pasadas las seis de la mañana, él tenía que irse, se suponía que estábamos en nuestra despedida, en una eterna. Volví a besarlo desarmando la sonrisa que me dio, no habíamos dormido absolutamente nada por la desesperación constante de tenernos y ni siquiera lo hicimos recordando el propósito, por lo menos yo. Bajó sus manos de mi cintura para pasarlas por mi culo y apretarlo fuerte, en un rápido movimiento me acercó a él, pude sentirlo. Quería volver a mi pieza con urgencia.

-Tenes que irte... -murmuré en sus labios.

-Sos adictiva -me contestó pasando uno de sus brazos a mi cuello para volver a acercarnos lo poco que en mi intención estuvo separarnos.

-¿Cómo haces?

-¿Para qué?

-Para que te necesite todo el tiempo...

-Mira como me tenes -apretó más su agarre en mi cintura y me hizo sentirlo, jadeé despacio cuando empezó a rozarme lentamente.

-Mm...

Iba a volver a sus labios, pero el ruido de las llaves intentando colarse por la puerta se escuchó. Mascullé al momento que él se tensó, lo sentí. Me separé rápidamente para poder emprolijarme un poco, al igual que Elías, su remera estaba un poco arrugada y el pelo lo tenía bastante desordenado por mis manos, intentó acomodarlo y suspiró esperando lo peor. Claramente no podíamos ocultar nada, los labios hinchados y pupilas dilatadas nos delataban.

Bongo corrió hasta la puerta ladrando, se ve que tanto ruido terminó despertandolo. Esteban se dejó ver a los segundos, se notaba a leguas lo que había hecho porque su aspecto no era muy diferente al de Elías. Saludó a mi perro con una sonrisa sin percatar que estábamos, prendió la luz y nos miró confundido, hasta saltó un poco del susto.

-Hola...

-Buenas noches -saludó Elías.

-Yo diría buenos días -enfatizó las dos últimas palabras, Elías se removió nervioso y yo no pude evitar rodar mis ojos por las ganas que tenía mi mejor amigo de romper las bolas, parecía que la estaba pasando bien. Caminó hasta él y le tendió la mano-. Esteban.

-Elías -aceptó su mano y Esteban abrió sus ojos con sorpresa, que disimuló al instante asintiendo y soltándolo.

-Un gusto...

-Bueno, yo ya me voy.

-Podes quedarte a desayunar, si querés -ofreció Esteban con su aura de diversión. Enarqué una ceja porque ya se estaba excediendo.

-No. Él ya se iba, no te creas tan importante..., no es por vos.

-¿Le comiste la lengua que hablas por él?

-No, en serio tengo que irme..., disculpa. Un gusto conocerte, nos vemos.

-Dale. La próxima espero que estés más tiempo.

-Sí, seguro.

Hice caminar a Elías y cuando estuvo de espaldas no dudé en hacerle fuck you a Esteban. Nos dirigimos hasta el ascensor y lo esperamos, se notaba bastante incómodo. La duda empezó a invadirme ¿Tenía que decirle algo sobre lo que acababa de pasar? Nunca habíamos acordado algún tipo de confidencialidad, tampoco se la pedí porque sabía muy bien su profesión y que me ayude, era un beneficio (cuando me había aclarado desde el primer momento como necesitaba la plata).

-Es mi mejor amigo.

-Si fueran algo más o estaría en contra de esto, no hubiera sido tan copado..., no te preocupes -me aseguró sonriendo mientras negaba tranquilizándome. Asentí en una mueca por lo estúpida que fui por darle explicaciones idiotas.

El Impulso de la OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora