Capítulo Cincuenta

12.1K 635 19
                                    

—¡Hey, hola!

—Bar ¿Todo bien?

—Re bien ¿Y vos? ¡Te extraño! Tenemos que organizar para juntarnos y hacer algún asado o algo...

Su efusividad nunca me había aturdido como ahora, reí asintiendo sin saber muy bien qué decir. Ella todavía no estaba enterada de absolutamente nada y por una parte me incomodaba porque era de las muy pocas que no estaba al tanto de no solo mi embarazo, sino de nuestra repentina separación con Elías. Por suerte la panza todavía se podía disimular.

Los anuncios estaban previstas para hacerlo hacía unas semanas pero así era la vida. Así de imprevista.

Habíamos acordado que ella sea la madrina del bebé, ya que al elegir a Augusto como padrino, a él le tocaba la otra parte. Nunca me opuse porque estaba segura que iba a ser la mejor madrina que le podría tocar a maní.

—¿Cómo va el trabajo?

—Bien por suerte. La verdad Azu que no sé cómo agradecerte todo esto, mi gerente es un amor y tu papá también. Todos te tratan con tanto cariño que no sé..., es lindo venir a trabajar así.

—Me alegro mucho que estés bien Bar, pero ahora tengo que ir a buscar al padre de mi hijo —reí burlándome para que no note el porqué no usé otro término para referirme a su hermano.

—¡Ay cierto! Hoy es su día de trabajo, qué raro que estás acá...

—Sí en realidad vine a hablar con mi papá y aprovecho buscarlo.

—Sí, me imagino ¿Y Elián?

—Con la abuela, lo iba a llevar un rato a ver a mi hermano...

—¡Sí me enteré! Te alegro que todo haya mejorado, en serio.

—Gracias linda, pero en serio me tengo que ir. Nos vemos.

—Ay perdón, es que hace mucho no nos vemos ¡Después arreglamos, eh! Saludos a mi sobrino.

—Dale y vos a Ine. Chau.

Todavía me parecía muy difícil manejar la situación, el ambiente entre nosotros no estaba tenso. Creía que nos olvidábamos que no estábamos juntos y solo nos acordábamos cuando cada uno tenía que ir a su casa sin el otro y sin Elián –que se estaba turnando en cada casa–.

En su momento estaba más enojada, sin embargo pensar en todo lo que Luciano dijo me hacía retroceder bastante y más cuando los recuerdos de aquel día –donde él no dejo de pegarle– me inundaban. No tenía dudas que lo amaba y lo quería como compañero de vida, solo necesitaba tiempo para poder ver las cosas más claras, para poder olvidar. A pesar que me duela.

—Quiero decírselo a mi familia —me comentó desde el asiento del copiloto. Sin mirarlo por estar concentrada en la calle, asentí.

—Me parece bien, ya es hora... Además es muy probable que sepamos el sexo, así que sería como un dos por uno.

—Ojalá se deje ver mi beba.

—¿Te conté que sentí que era nene? Lo soñé. Estaba él con Elián, los dos jugando y corriendo por todos lados.

—¿Te imaginas? Dos terremotos, no sé si puedo soportarlo.

—Sos el padre vas a tener que soportarlo igual —reí, me siguió.

—Sí y espero que juntos...

Aclaré mi garganta para desviar todos mis nervios. Suspiré sin saber que decir más que lo que le decía siempre:

—Ya lo hablamos.

—Sí, ya lo sé. Voy a darte todo el tiempo que necesites, entiendo a lo que vas..., me equivoqué.

El Impulso de la OportunidadWhere stories live. Discover now