Capítulo Cuarenta y Tres

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—¿Estás segura qué todo está bien?

Suspiré cansada, estaba siendo paranoica. Asentí sin que me vea mientras entraba a la empresa.

—Por vez número mil, sí..., estoy bien Ivi.

—¡Ay bueno! Ya me había olvidado de lo molesta que te pones embarazada.

—No nena, vos estás molesta...

—¡Bueno perdón! Pero estoy nerviosa, No puedo creer que otro sobrinito esté en camino —se disculpó con tanta ternura que fue imposible no sonreír, mordí mi labio inferior para contener el amor que estaba sintiendo. Muchas personas pensarían que estaba hablando con Elías pero no, no mejor amiga suele provocar estas cosas en mi— ¡Voy a tener otro sobrinito para mimar!

—O sobrinita...

—¡Ay no! Quiero otro Elián.

Sonreí un poco y me adentré al ascensor cuando llego. Apreté el número correspondiente al piso donde papá tenía su oficina y me apoyé en una de sus paredes.

—Hay que esperar, no sé..., la verdad que si sale igual a mis sobrinas no tengo intención que sea nena.

—Sí y me avisas —advirtió, no me dejó contestarle porque siguió divagando—. Siento mucha melancolía, cuando quedaste embarazada ee Elián te acompañé a todas las ecografías y ahora vas a ir sola... ¡Y con Elías! Soñaste todo tu embarazo que eso.

—¡Sí, lo sé! Cortala porque me vas a hacer llorar —le dije haciéndola reír, no necesitaba que todo el mundo sepa por el momento así que no tenía que levantar sospechas. Llegar a la oficina hecha un mar de lágrimas no era la mejor opción—. Y sabes que me podes acompañar a todos los controles que quieras..., no estás siendo desplazada.

—Bueno, está bien —bufó—. Solo prometeme que salís y me llamas.

—Sí nena, te dije que sí... —rodé mis ojos. Justo el ascensor llegué al destino que marqué y rápidamente me bajé— Ya llegué a la oficina de papá, después te llamo ¿Dale?

—¡Sí por favor! Mucha suerte, saca fotos a la ecografía y graba el ultrasonido si se escucha ¡Ay te amo!

—Yo también molesta. Hago todo lo que me decís... —murmuré saludando con una sonrisa a las personas que iba cruzando a medida que caminaba—. Mandale saludos a mis sobrinos y a Juan Cruz.

—Dale y vos a Ale, chau.

—Nos vemos.

Todos los nervios que no tenía habían surgido gracias a mi mejor amiga. Negué y guardé mi celular, saludé a su secretaria y le pregunté si mi papá estaba ocupado, como se desocupaba en 10 minutos, decidí hacer tiempo yendo a saludar a mis compañeros. Hoy no me tocaba trabajar, pero ellos eran tan buenos conmigo que no me importaba verlos en un día no laboral.

—¡Hola papá!

—Hija ¡Qué sorpresa! —me saludó cuando abrí la puerta de la oficina, se levantó rápido para acercarse y abrazarme—. Pasa.

Caminé hasta su escritorio y me senté en mi lugar correspondiente dejando mi bolso en el otro asiento.

—¿Cómo estás? —me preguntó volviendo su vista a unos papeles, parecía estar firmando algo. Escuchó mi suspiro al momento que me miró de reojo— Pareces nerviosa ¿Pasó algo?

—No pa, estoy bien —suspiré más nerviosa para que no me descubra— ¿Vos cómo estás? ¿Y mamá? ¿Alguna novedad de Gus?

—¿No te parecen muchas preguntas hija? —se burló dejando la lapicera de lado. Relajó su espalda en el respaldo de su asiento y me miró expectante— Mamá está como puede, yo estoy tratando de sobrellevarla y tu hermano sigue igual..., sin enterarse de nada.

El Impulso de la OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora