Capítulo 41: Conociendo a "Mrs. Suegra" sin morir en el intento. Parte 2.

6.1K 285 87
                                    

Pasadas las cuatro horas de haber llegado a la mansión, le agradecí a mi yo interna por darme el grandioso dato de empacar al menos una prenda de ropa —y si es que recurrimos a la clase de términos que usa la Sra. Elizabeth— «refinada» en mi maleta, porque la necesitaría. Enhorabuena había empacado el vestido que utilicé en la fiesta de cumpleaños de Kendall hace unos meses, además de un par de zapatillas que no eran Converse ni Vans, así que por un lado tengo la vestimenta adecuada; pero por el otro lado...

—¡No tengo idea de cómo peinarme ni de qué color de lápiz labial debería usar! —le repliqué a Bradley por tercera vez en esa discusión con mis manos a cada lado de mi cintura.

Él me miró con ojos cansados sentado en el borde de la cama mientras se frotaba la sien.

—¿Desde cuándo te preocupa todo eso? —fue lo único que se dignó a decir mientras me observaba con impaciencia.

Entrecerré mis ojos y me acerqué a él apuntándolo con el labial rojo que tenía en manos.

—¿Pretendes que vaya como una sabandija a la gran fiesta que Miss Elegancia preparó para ti? —pronuncié agitando el labial violentamente—. Haces parecer que fui yo la que se pasó rogándote durante casi treinta minutos para convencerte de...

—Aguarda, aguarda —me interrumpió—. ¿Estás amenazándome con un lápiz de labios? —preguntó en un tono de desconcierto que me hacía sentir como una demente fugada de un manicomio.

—Sí, y no tengo miedo de usarlo en tu contra —dije arqueando una ceja en forma desafiante, cosa que él respondió cruzándose de brazos dedicándome una mirada altiva.

—Atácame —retó encogiéndose de hombros.

Y fue eso lo único que bastó para que me arrojase sobre él para dar rienda a una creciente pelea, donde mi arma amiga era un simple lápiz labial con el que yo intentaba como fuese el delinear rayas en su rostro, aunque Bradley impusiera defensa. Y luego de tantos forcejeos sin obtener un resultado que me conmoviese, paré en seco mis ataques para pensar en algo que me condujera a la victoria.

—¿Tregua? —preguntó él con voz esperanzada mientras depositaba sus manos sobre mis muslos, lo que me informó de golpe el que me encontraba sentada a horcajadas sobre él.

Una bombilla pareció encenderse en mi cabeza de solo estar consciente de aquello, así que en mi rostro se dibujó una sonrisa maliciosa antes de continuar con mi plan. Acaricié su mejilla con suma delicadeza al tanto que me acercaba a él para plantar un beso sobre sus labios.

—¿Sabes? —dije al detenerme justo antes de rozar sus labios, pero Bradley aún continuaba con sus ojos cerrados a la espera de aquello—. Me gustaría saber cómo te verías con los labios pintados de rojo pasión.

Bradley abrió sus ojos de pronto, mirándome sin entender; y fue entonces que saqué mi rojiza arma mortal para cumplir con mi cometido logrando que Bradley pareciese la mismísima muñeca Barbie que una niña de cinco años intentó maquillar.

—¡Mierda, Sam! —gritó de la frustración intentando retirar el maquillaje con sus manos; pero, yo por mi parte, reía sin cesar ante mi gloria hasta que la puerta de la habitación se abrió y ambos enfocamos nuestra vista en ella.

—¡Oh! —exclamó la ama de llaves mientras que por su rostro pasaban mil colores—. L-lo siento, me iré.

—Descuida, Carly, no interrumpías nada —aclaró Bradley antes de que ella se marchara—. ¿Qué tenías para decir? —añadió mientras ambos nos librábamos de aquella posición tan comprometedora y nos sentábamos como personas civilizadas en el borde de la cama.

El diario de una NerdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora